Giovanni Boccaccio, uno de los grandes poetas italianos del siglo XIV, responsable de sentar junto a Petrarca las bases del humanismo y el Renacimiento, no conoció nunca a Dante Alighieri. Este murió cuando el autor del Decamerón apenas tenía nueve años. Sin embargo, se consideraba un gran admirador. Tanto es así, que escribió una de sus primeras biografías, Breve elogio de Dante, que este año ha llegado a las librerías gracias a Acantilado y la privilegiada traducción de Marilena de Chiara, una voz competente en literatura medieval italiana, pues no solo tiene experiencia traduciendo a Boccaccio, sino también la biografía de Dante escrita por Alessandro Barbero.
“Uno de los motivos por los que Boccaccio se fijó en él es por lograr consolidar la lengua del pueblo a través de su obra Tratado de la lengua vulgar. Tenemos que situarnos en aquella época, cuando los intelectuales escribían en latín. Dante, en cambio, elevó el idioma florentino al estatus de lengua literaria con su famosa Comedia, que narra el viaje del alma humana desde el pecado hasta la gloria eterna a través del Infierno, Purgatorio y Paraíso”, explica De Chiara a La Vanguardia.
Boccaccio no solo quería legitimar la figura de Dante ante otros poetas e intelectuales, sino, también, ante el gran público”
En ese breve elogio biográfico, “Boccaccio califica por primera vez de ‘divina’ la Comedia de Dante y esta idea ha llegado hasta nuestros días, no solo porque él la repitiera, sino porque, al igual que su ídolo, escribió este tratado con un ‘estilo ligero’, como avanza en sus primeras páginas. Es decir, un lenguaje llano que todo el mundo pudiera entender, ya que no solo quería legitimar la figura de Dante ante otros poetas e intelectuales contemporáneos, sino, también, ante el gran público”.
Comedia –prosigue la experta – “es una obra de ficción extraordinaria. Más allá de la percepción estilística, estructural y temática, la puedes leer como una novela en verso. Y por tanto, ya entonces se convirtió en un disfrute absoluto que permeaba en todas las capas de población, sin necesidad de tener un bagaje cultural previo”.
La situación política ya había cambiado y, por eso, Boccaccio se propuso rescatar el prestigio de Dante”
Lo de Divina Comedia empezó a calar y la obra se renombró. A día de hoy, se pueden hallar ambos títulos, con y sin el adjetivo, “que surgió de la mente de Boccaccio por varios motivos. El primero, porque lo consideraba una oda a la cristiandad y luego por todo lo que representaba el autor: un gran creador de una ‘obra divina’, además de un firme defensor de la verdad”.
Más de uno puede preguntarse cómo es posible que se permitiera un elogio de estas características, por breve que fuera, a un personaje condenado al exilio. “La situación política ya había cambiado y, por eso, Boccaccio se propuso rescatar su prestigio”, aclara De Chiara. Perteneciente al partido de los güelfos blancos, Dante fue desterrado de Florencia en 1302 por los güelfos negros, quienes habían llegado al poder en la ciudad y lo acusaron de corrupción.
Lo que más deseaba en el mundo Dante era regresar a Florencia, pero el orgullo y los ideales fueron siempre por delante”
El poeta se negó a pagar una multa para evitar el castigo. “Le pareció que eso era sólo propio de hombres infames y viles”, se recoge en la biografía. Y eso que, añade la traductora: “Lo que más deseaba en el mundo era regresar a Florencia, pero el orgullo y los ideales fueron siempre por delante”.
Y eso –señala De Chiara – “encandila más a Boccaccio”. Él mismo hace muestra de ello en su texto: “Siendo yo una pequeña parte de aquella misma ciudad de la cual Dante Alighieri representó una parte grandísima, estoy obligado, como cualquier otro ciudadano, a rendirle honores. Aunque yo no sepa cumplir con una tarea tan elevada, por mis escasas facultades, intentaré homenajearlo como hubiera tenido que hacer la propia ciudad”.