¿Y si Barcelona dejara ya de repensarse?

BLUES URBANO

¿Y si Barcelona dejara ya de repensarse?
Director adjunto

Puede que Barcelona sea la ciudad del mundo que más acude a terapia. Angustiada por la sensación de haber muerto de éxito, estresada por las sacudidas del conflicto político y desactivada por la pandemia, la ciudad lleva años metida en la consulta del psicoanalista. En la última década, su obsesión ha sido repensarse, reactivarse, relanzarse, renacer, repuntar, reiniciarse, recuperarse, rearmarse, reconstruirse, renovarse. No hay cura que no haya intentado. 

No hay urbanista global que no haya sido invitado a dar consejos. Y no hay duda que no se haya planteado: ¿Por qué no atraemos a más inversiones? ¿Por qué no tenemos alternativas al turismo? ¿Por qué hay que viajar para ver buenas exposiciones? ¿Por qué no captamos grandes eventos? ¿Por qué somos como somos?

Desde cualquiera de las atalayas barcelonesas se observan las dinámicas de la Barcelona de hoy. Para ello hay que fijarse en la cantidad de grúas, en los cruceros amarrados, en el tránsito de aviones o en las capas de veneno en suspensión que se solapan con las distintas coloraciones del mar. Son observaciones que se traducen en datos estadísticos: a más grúas, más crecimiento. A más aviones, más turismo.

Pero en el centro de la trama urbana emerge un elemento con más valor simbólico: la Sagrada Família. En 2026, está previsto que la basílica alcance su cielo, lo que no quiere decir que esté acabada (falta la gran escalinata). Pero es evidente que la finalización de la Torre de Jesús, guste o disguste, será un hito en la construcción de la ciudad. ¿Y si empleáramos esa culminación del templo como metáfora de una Barcelona que ya sabe lo que quiere? 

No hay persona relevante en cualquier ámbito que en los últimos años no haya sido invitada a aportar sus ideas para la ciudad en un foro de debate o un think tank . Todo aquél que tenía algo que decir ha podido hacerlo y alguien ha tomado nota. Lo que lleva a plantearse: ¿Y si la ciudad ya estuviera suficientemente repensada y solo hiciera falta aplicar el plan resultante, sin perder tiempo autoflagelándose con agravios o comparaciones tediosas?

La ciudad ya tiene un plan: ahora hay que creérselo y darle contenido; ahí es nada

En este contexto, se pueden valorar diferentes ámbitos. Por ejemplo, hace una década Barcelona no tenía un calendario decente de grandes eventos, pero algo se debe de haber hecho bien en los últimos años, tanto desde la sociedad civil como desde la administración, para que se haya disipado esa sensación. Mondiacult, la ceremonia de los Goya, el inicio del Tour, la capitalidad mundial de la arquitectura o la puesta al día de Montjuïc de cara al centenario del 1929 responden al tipo de eventos globales que la ciudad tiene que ser capaz de hacerse suyos.

foto XAVIER CERVERA 12/07/2025 unos guiris turistas extranjeros toman una foto con su mobil ,o observan, el skyline de barcelona des de lo alto del turo de la rovira, bunkers carmel, con torre agbar, torres villa olimpica, sagrada familia, de fondo, despues de DANA, tempestad, pero todavia con cielo oscuro

La batería del Carmel, un lugar para ver crecer la Sagrada Família 

Xavier Cervera

Seguimos. A menudo se comenta que para evitar la extrema dependencia del turismo hay que potenciar la investigación y la innovación en el ámbito científico y tecnológico. Este es un reto complejo en el que entran en juego factores ajenos a la ciudad, pero es indudable que ya se dispone de los motores para avanzar en ese sentido. A los ya existentes, como el Barcelona Supercomputing Center, el Icfo o el MWC y el ISE, se sumarán tres macroproyectos: el CaixaResearch Institute, el campus del Antic Mercat del Peix y el nuevo Hospital Clínic.

Todo ello, en un renovado clima de paz institucional y política que ha permitido el paulatino regreso de algunas de las empresas que se marcharon durante el proceso independentista y el aterrizaje de otras, como Astra Zeneca. Liam Aldous, corresponsal en Madrid de la revista Monocle , (que ha elegido este año Barcelona como sede de su conferencia sobre calidad de vida) menciona en un artículo el apretón de manos entre Salvador Illa y Carles Puigdemont como muestra de ese regreso desde un pasado inestable.

Los ultras han convertido un reto tan urbano como la inmigración en el origen del mal

¿Y el turismo? Puede lamentarse que el negocio registre un cierto estancamiento, pero también se puede aprovechar la circunstancia y subrayar que las medidas restrictivas puestas en marcha, como el anuncio de la eliminación de los pisos turísticos en 2028, el marcaje a Airbnb o la reducción de las terminales de cruceros proyectan la imagen de una ciudad que combate la masificación turística en beneficio de la calidad. Y que tiene un plan.

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El turista respetuoso, igual que los locales, quiere una oferta cultural digna. Tal vez las exposiciones de 2026 no sean tan impactantes como están siendo las de 2025, pero lo cierto es que, a la vista de las programaciones teatrales, literarias, de cine, de música clásica y popular, de arte analógico y tecnológico o de pensamiento que propone esta temporada el sector, nadie puede decir que no va encontrar en la ciudad la exquisitez que le pide el cuerpo. Tampoco faltan proyectos en el terreno cultural, como la ampliación del MNAC y del Macba o la gran biblioteca pública.

¿Más? La Fira gana congresos y consolida los de referencia con un gran pabellón de nuevo cuño que estará disponible en 2028, mientras su principal competidora en el sur de Europa, Madrid, ve estrangulado su crecimiento al convertirse parcialmente en un circuito de Fórmula 1.

¿Menos? Falta ambición para desarrollar la Barcelona metropolitana pero, cuidado, no se trata tanto de legislar como de proponérselo. La hoja de ruta ya existe: tuvo que venir un extraño como la bienal de arte Manifesta para demostrar cómo se construye una idea de metrópolis.

Por todo ello, no hay que perder más energías esbozando un modelo de ciudad. Ya está diseñado y remite a Barcelona como ciudad creativa. Más bien hay que concentrarse en afrontar las amenazas que pesan sobre todas las ciudades globales y que a menudo desbordan la capacidad de los entes locales, como son la crisis climática, la carestía de la vivienda, la inseguridad , la desigualdad social o el auge de una extrema derecha que ha convertido un fenómeno tan urbano como es la inmigración en el origen de todos los males.

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