Àlex Rigola vuelve a la casa grande del Teatre Lliure, de visita

Estreno teatral

El director ha adaptado ‘El Mestre i Margarita’, de Bulgákov, para abrir temporada en la sala Fabià Puigserver

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16 - 09 - 2025 / Barcelona / Entrevista a Àlex Rigola, que estrena

Àlex Rigola en las gradas de la sala Fabià Puigserver delTeatre Lliure

Llibert Teixidó

Había gran expectación de medios ayer en el Teatre Lliure, porque Àlex Rigola vuelve a la casa que dirigió durante ocho años. “Escondido voluntariamente en mi pequeño teatro ( Heartbreak Hotel), volver ahora a la sala Fabià Puigserver es como ir el domingo a comer a casa de los padres”, declara el director.

Fue el actual director del Teatre Lliure, Julio Manrique, que abrió la rueda de prensa con un manifiesto contra el genocidio de Gaza, quien lo invitó a montar un espectáculo. Rigola cuenta algunos detalles: “Le propuse dos cosas: hacer un Hamlet o adaptar El Mestre i Margarita, la novela rusa de Mijail A. Bulgákov. Escogimos esta porque es bueno que ofrezcamos una historia que mucha gente no conoce. Tengo una gran suerte, porque la gente no lee. Así puedo coger grandes obras y llevarlas al escenario. Me gustan las novelas largas, que te acompañan muchos días y a los personajes les pasan muchas cosas. Es como hacer un viaje, que te llevas de por vida”.

“La obra habla del relato, de la manipulación del relato y de quién posee ese relato”, declara

Sobre el hecho de adaptar novelas al teatro, Rigola lo tiene muy claro: “Toda la vida he hecho adaptaciones. Cada forma narrativa tiene un modo de explicarse que comporta que las historias sean de una manera. Y a veces, una buena vía de crear una historia es un formato diferente. Porque cuando tú piensas en teatro, empiezas pensando en diálogo. En cambio, la novela tiene esta libertad que puede pasar en cualquier lugar y en cualquier momento. Y dialogar eso es diferente que hacerlo al revés”.

Rigola estuvo nueve meses para hacer la adaptación: “Son cinco horas diarias pensando lo que dejas y lo que no”. Y añade: “Estuve un año trabajando intermitentemente con Cien años de soledad, y aunque tenía el teatro que me lo pagaba, tuve que decir que no, fui incapaz de llevarla a escena”.

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El Mestre i Margarita se presenta con grada a dos lados, con 500 espectadores y en dos partes, de 80 y 50 minutos. “La obra habla del relato, de la manipulación del relato y de quién tiene el poder de ese relato –declara el director–. Si la verdad tiene que estar por encima de la finalidad, y si la finalidad tiene que dejar unos cimientos que en el futuro, sin la verdad, se aguanten”. Y destaca el hecho de que la ha montado con 14 intérpretes, aspecto que ha priorizado por encima de los tres espacios escenográficos. “El primero es la llegada del demonio al Moscú soviético, la segunda es la relación de dependencia entre el Maestro y Margarita; y el tercero es cuando Pilatos tiene que aceptar la decisión de los judíos de crucificar a Jesucristo –detalla–. Y muchas cosas resuenan en el mundo actual, como Palestina”.

De los actores, confiesa que quería a dos: “ Francesc Garrido para el demonio, y Nao Albet para el Maestro. El resto son actores y actrices que han sido protagonistas de otras obras y que aquí se han puesto al servicio de una obra coral”.

Pasando de su teatro de 70 butacas a la gran sala Fabià Puigserver, Rigola ha recuperado los micrófonos, que fueron tan emblemáticos de su época en el Lliure: “Volver a este teatro ha sido muy divertido. Me hice mayor aquí. Era un adolescente tardío y con 33 años tuve que llevar un espacio público de estas características. Ahora necesito cosas más sencillas. Con este montaje, yendo todo bien, hace quince días que no duermo. ¡Y están saliendo todas las escenas! Como el montaje tiene que llegar a todos los espectadores, tiene que haber micrófonos. Y si uso los que los intérpretes cogen con la mano es porque con los otros que llevan no pueden hablar de una manera íntima”, concluye.

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