Ruiz de Azúa deslumbra con la historia de una joven que quiere ser monja: “Es muy difícil ser tolerante en casa con una decisión así”

Festival de San Sebastián

En 'Los domingos' la cineasta vasca se propone generar debate con un relato que incide en las fragilidades familiares

Alauda Ruiz De Azua posa en la presentación de 'Los domingos'

Alauda Ruiz De Azua posa en la presentación de 'Los domingos'

AFP

Alauda Ruiz de Azúa deslumbró con su premiado debut en la dirección, Cinco lobitos (2022), y lo volvió a hacer el año pasado con la serie Querer, que participó en la sección oficial del Festival de San Sebastián fuera de concurso. Ahora, la cineasta vasca regresa al certamen donostiarra aspirando como seria contendiente a la Concha de Oro con una nueva joya, Los domingos, el retrato de un drama familiar que estalla cuando una joven de 17 años manifiesta a los suyos que quiere abrazar la vida de monja de clausura. “San Sebastián siempre ha sido un sitio muy especial, y estoy muy ilusionada  de venir con una película que es lo más complejo que he hecho hasta ahora y con la que queremos generar conversación”, asegura a La Vanguardia.

¿De dónde vienen las ganas de explicar esta historia?

Surge de una curiosidad de juventud por este tema a raíz de una chica muy joven con vocación religiosa que conocí y que entró en una orden. Yo era también muy joven y me generó mucha curiosidad una decisión tan radical. Esa historia era una anécdota que me acompañaba, pero se me hacía algo complejo de abordar. Muchos años después, tras rodar Cinco lobitos, los productores me dijeron si tenía otro proyecto y les comenté la fascinación que tenía por este tema. Pensé que había un ángulo muy interesante en contarlo desde la familia. Y aunque se trata de una familia digamos tradicional o religiosa, muchas veces este tipo de vocaciones tan jóvenes genera bastante conflicto. Me parecía que había una contradicción y un punto de partida interesante.   

'Los domingos', de Alauda Ruiz de Azúa, competirá por la Concha de Oro en el 73 Festival de San Sebastián

Forograma de 'Los domingos'

SSIFF / Europa Press

Después de hablar de la maternidad y la enfermedad en Cinco lobitos y del consentimiento sexual dentro del matrimonio en Querer, Los domingos pone el foco en el respeto y la tolerancia...

Sí, la película habla de lo difícil que es ser tolerante de una manera genuina y auténtica y también pretende proponer al espectador cómo de tolerante sería él si pasara algo así en su casa y si todo hay que tolerarlo, que me parece una pregunta válida. Es un poco la conversación a la que invitamos al espectador y luego es verdad que esa pregunta creo que es la excusa para seguir hablando de la familia y sus fragilidades. De cómo alguien joven y vulnerable puede verse un poco tocado o influenciado por el mundo adulto.

En este caso es la tía de Ainara, a la que encarna Patricia López Arnaiz, la que se opone a raja tabla que su sobrina se haga monja e intenta convencerla diciéndole que tiene que vivir otras experiencias para luego poder elegir.

Claro, ella ve que su sobrina es muy sensible, brillante e idealista, pero también vulnerable y le falta experiencia vital. A los 17 o 18 eres capaz de sentir cosas muy complejas y sentir un vacío existencial, pero te falta una experiencia vital para saber que no solo te vas a enamorar una vez en la vida. El primer amor es arrollador, pero luego hay más. Maite intenta que Ainara entienda eso, pero es difícil a según qué edad. También Pablo, la pareja de Maite, está en contra de la voluntad de Ainara, pero tiene una manera diferente de abordarlo. 

La película también abre un debate a si lo que sentimos siempre debe ser la guía de lo que hacemos o no

Por otro lado, sorprende la facilidad con la que las amistades de Ainara aceptan su decisión

Es una película que me ha permitido estar en contacto con gente muy joven, de 17 y 18 años, y ha sido un aprendizaje bonito porque dentro de que tienen diferentes sensibilidades religiosas, en jóvenes que no son religiosos es verdad que sí te encontrabas esa tolerancia. Y es algo que me llamó mucho la atención y me parece una pregunta muy interesante. Ellos saben que es algo que hace feliz a Ainara y, aunque parece extraño, manifiestan ese respeto. La película también abre un debate a si lo que sentimos siempre debe ser la guía de lo que hacemos o no. Estoy convencida de que cuando las personas con esta vocación religiosa hablan de lo que sienten, es real. Lo que no sé es si siempre traducimos los sentimientos de la manera adecuada. 

Ainara ha crecido sin la presencia de una madre y su padre está bastante ausente, por lo que Maite ha estado muy implicada en su vida. ¿Podríamos decir que incluso se mete demasiado?

Creo que muchos espectadores pensarán que harían lo mismo que Maite y otros moralmente dirán que se excede pero hay algo de querer proteger, de querer cuidar a alguien que quieres. Había algo muy interesante en el personaje del padre en el sentido de que es una familia que se reúne los domingos a comer, que hace este tipo de rituales, aunque no tengan muchas cosas que decirse. Sin embargo, cuando ves a los hermanos, a Maite e Iñaki, sabes que si no se conocieran y se encontraran en la calle no se caerían bien, están en las antípodas ideológicas y de todo tipo el uno del otro. Como tía, no tiene la patria potestad y puede intervenir hasta cierto punto en la situación.

Maite también le dice a su hijo que no se fíe de los curas, para ella las monjas son una secta. ¿De dónde le viene ese odio?

Bueno, yo creo que la película representa distintas sensibilidades y posicionamientos en torno a lo religioso porque es algo con lo que me he encontrado. Mucha gente que ha pasado por educación religiosa tiene un buenísimo recuerdo y otros tienen una mirada muy crítica. Hay gente que tiene una reacción contraria a lo que recibió. Entonces también era un poco representar algo que está en la sociedad, que son diferentes sensibilidades. 

Mabel Rivera, Nagore Aranburu, Patricia López Arnaiz, Alauda Ruiz De Azua, Blanca Soroa, Miguel Garces y Juan Minujin posan en el photocall

Mabel Rivera, Nagore Aranburu, Patricia López Arnaiz, Alauda Ruiz De Azua, Blanca Soroa, Miguel Garces y Juan Minujin posan en el photocall

AFP

Ella también insiste en que no es creyente pero que respeta. ¿Hasta qué punto cree que es así?

Es algo que creo que decimos mucho e intentamos que sea genuino, pero es verdad que la cosa cambia mucho cuando ocurre en tu casa. Para mi el personaje de Maite se da cuenta de lo difícil que es mantener eso hasta el final. 

Además, está pasando por una crisis en su matrimonio, lo que agrava aún más su situación.

Para mi hay una parte más poética en la película que tiene que ver con el amor y con que todos, creas o no, hacemos saltos de fe a cosas en las que no hay certezas. Y me apetecía explorar esto con Maite y con su viaje con la pareja, en la que también hay subidas y bajadas. Es el amor imperfecto y el amor terrenal que tienen los que no creen en una divinidad pero había algo emocionante en la película en hablar de esa necesidad de afecto que tenemos todos.    

No soy creyente y para mi ha sido muy interesante intentar entender algo tan ajeno y no juzgarlo

¿Cómo se define a nivel religioso?

No soy creyente y he tenido una educación laica. Para mi ha sido muy interesante intentar entender algo tan ajeno, no juzgarlo y desnudar un poco las relaciones entre los personajes para generar una película que diera un espacio al espectador para que fuera él capaz de juzgar lo que pensaba. Ese ha sido mi motor. Me ha gustado hacer la película porque me gustó entender algo, o parte de algo que era muy ajeno a mi, y descubrir que no sé si todo es tolerable. Y tener un poco esta mirada crítica sobre la familia y sobre el mundo religioso.   

Los domingos supone el debut de la joven Blanca Soroa y es todo un descubrimiento. ¿Cómo dio con ella?

Ella es pura luz. Desde que la vimos tenía un rostro virginal, como de Vermeer y al poner la cámara se activaba todo un imaginario increíble. Y luego tenía toda la sensibilidad para hacer este personaje. De hecho, hemos hecho un viaje de la mano muy complejo porque era lo primero que Blanca hacía. No solo tenía que interpretar a una chica de 17 años si no a una chica de 17 que siente una vocación religiosa y hay momentos donde siente que contacta con algo más sobrenatural. Estoy muy feliz de cómo ha trabajado. 

También ha trabajado por primera vez con Patricia López Arnaiz...

Lo que pasa es que ya sabíamos que era una genia (risas) y es la otra parte de la balanza de la película. Es una actriz que trabaja desde la verdad y es super generosa, muy meticulosa. Es increíble. 

Hablando de vocaciones, ¿la de dedicarse al cine siempre fue su primera opción?

Sí, y creo que sería a los 17 o 18. Fue la primera vez que me atreví a verbalizarlo y llevaba con esa fascinación por el cine desde muy pequeña. Yo estaba en Barakaldo y me parecía un mundo muy lejano, pero poco a poco fui encontrando la manera.

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