Se han robado más objetos culturales y obras de arte que no carteras, en esta vida, en este mundo. Por varias razones: porque el arte tiende a ser mucho más valioso que una pieza de cuero o que cualquiera de los relojes que desaparecen de las muñecas de los turistas que visitan Barcelona, y porque de carteras, entendido como la billetera donde se guarda el dinero, existen de hace pocos siglos. El arte, al contrario, hace tiempo que se practica –tanto que ni nuestros antepasados que pintaban en las cavernas o esculpían venus ni sabían que hacían arte– y, por lo tanto, ha habido más tiempo para robar.
El museo virtual de objetos culturales robados que presentó ayer la Unesco en el marco del Mondiacult de Barcelona es una buena muestra de hasta qué punto el arte de robar es infinito. De momento, el recorrido por la web –https://museum.unesco.org/ – muestra más de 250 piezas birladas. Pero el subdirector general de Cultura de la Unesco, Ernesto Ottone prometió que se irían incorporando muchas más.
Un Velázquez, un Sorolla o un cayado de un arzobispo del siglo XIII constan como sustraídos en España
El museo virtual ha sido promovido por la Unesco, y ha sido posible sobre todo gracias a Arabia Saudí. También a la Interpol, un organismo que está para mucho más que el robo de carteras.
Para algunos serán “solo” 250, pero el tanteo del dedo índice dando un paseo por la web lleva a un scroll infinito para revisar todas las obras de arte. La completísima página, diseñada por el arquitecto de Burkina Fasso Francis Kéré no escatima en recursos tecnológicos y pone a prueba cualquier dispositivo electrónico con pocos megas de ram. Y la información es mucha: año, dirección de procedencia, materiales, medidas, texturas, nombre del artista (si es que se conoce), técnicas, usos, detalles sobre la pieza, etcétera. Todo, además, con la posibilidad de darle un giro de 360 grados para contemplar todas aquellas que no sean pinturas.
Pero con algunos de estos objetos puede pasar que no se tengan imágenes. No hay problema: la inteligencia artificial lo soluciona. “Con las correcciones que haga falta, no dejemos que invente”, observa Ottone.
Entre tanta información se echa de menos la que podría resultar más interesante, lo más morboso si se quiere: ¿si se trata de un museo virtual de objetos robados, cómo no aparece la forma en la que los objetos fueron sustraídos? Como si el arte de robar fuera feo de explicar. La historia de su desaparición cautivaría todavía más la atención, sobre todo de los jóvenes, a los que Ottone asegura que pretende atraer en el arte con esta web.
Cada galería en pantalla puede tener hasta cinco objetos. La base de datos se ha ido formando desde el 2024 y han sido 56 los países que han ayudado a digitalizar los objetos. Para los más curiosos, avanzamos que de momento en el proyecto se pueden ver ocho reliquias sustraídas en España. Entre ellas, un Sorolla (Reparando la barca); un autorretrato de Francis Bacon; la primera edición del Sidereus Nuncius, de Galileo, fechado en 1610; el San Carlos Borromeo, de Francisco Bayeus; un cayado de un arzobispo del siglo XIII, o Mano de figura sujetando un trozo de papel, de Velázquez.
La filosofía de la Unesco para este proyecto se basa en dos máximas: “Cuando se roba un objeto cultural, perdemos una parte de nuestra identidad y aprender sobre estos objetos perdidos es el primer paso para su recuperación”. Además, asegura que ha sacado adelante el proyecto para hacer frente al tráfico ilícito de obras de arte. Todo para dejarlo al alcance del mundo, desde cualquier lugar, sin tener que sacar ni un céntimo de la cartera.
