Hélène Cixous (Orán, 1937), flamante ganadora del premio Formentor, recibe a La Vanguardia en su hotel de Madrid días antes de las jornadas literarias que se celebran este fin de semana en Aranjuez y en las que le será entregado el galardón. A sus 88 años, la resiliente fragilidad de su cuerpo contrasta con la deslumbrantre lucidez de su mente a lo largo de una conversación en la que habla de feminismo y escritura, los mismos temas de su manifiesto La risa de la Medusa, publicado en francés en 1975 y recién editado en castellano por Cátedra.
La risa de la Medusa es un ensayo de hondo trasfondo poético en el que usted llama a la revolución femenina, a liberarse de las cadenas del patriarcado. ¿Qué balance hace del progreso hacia la igualdad entre hombres y mujeres en estos cincuentas años?
Es una pregunta muy importante, pero responderé brevemente. La situación de las mujeres ha cambiado, pero no ha cambiado. Es decir, hay muchas pequeñas cosas que se han transformado, pero siempre a escala local. Por ejemplo, en Francia, donde tenemos una ley que autoriza el aborto, hay cosas que se han transformado, mientras que en el país vecino está prohibido. Es decir, es completamente irregular. Y en resumen, en general, hay muy pocas cosas que han cambiado, e incluso podemos decir que algunas son peores. Francia, por ejemplo, se puede decir que es el país del feminicidio. Acumulamos asesinatos de mujeres y luego celebramos grandes juicios que hacen mucho ruido, venden periódicos, y así sucesivamente.
Es una mirada ciertamente pesimista después de tantos años...
Bueno, no pensé, cuando escribí este texto, que estuviera enmarcado en un momento determinado. Nunca pensé que cambiaríamos el destino de las mujeres, ni en mi vida, ni en cien ni doscientos años. Siempre me dije: no vale la pena intentar ver antes de trescientos o cuatrocientos años cómo será la situación de las mujeres. Será un poco mejor, eso es todo. ¿Y no es así?
Pero ¿hay razones para la esperanza?
En mi campo, es decir, la escritura, la lucha es a través del lenguaje. Pero siempre es local, siempre es nacional, depende del estado de la cultura. En Francia, al menos, ha habido grandes cambios en los últimos años. Cada inicio de curso se publican muchos más libros firmados por mujeres que por hombres. Ha cambiado completamente en comparación con mi época, eso es todo. Pero eso no es suficiente, obviamente.
¿Qué se podría hacer para mejorar la situación?
Todo tendría que cambiar al mismo tiempo. Francamente, creo que debemos ser realistas. Debemos saber que las conclusiones, las evaluaciones sobre el destino de las mujeres son muy decepcionantes y, sobre todo, suponen que si luchamos por las mujeres o con las mujeres, no debemos tener paciencia, porque volverá a empezar. Tenemos que empezar de nuevo cada diez años, de generación en generación. Y los cambios son... especialmente los cambios son de urgencia. Es como, si me lo permite, la guerra entre Ucrania y Rusia. Esta ciudad será atacada ahora, y aquella, o aquella, o aquella otra.
Cinco décadas atrás, usted pedía a las mujeres que escribieran y sobre todo que escribieran como mujeres. ¿Es así ya?
Es muy complicado. Creo que no podemos dar una respuesta. Primero, porque eso no significa que las mujeres escriban como los hombres. Escriben como mujeres. Luego, lo importante es que puedan publicar. Porque siempre hubo mujeres que escribieron, pero su obra no se publicó. Se ocultó, se marginó, y ni siquiera sabíamos que habían escrito. Luego encontramos obras importantes, pero muy tardías. Así que ahora, en cambio, publicar es mucho más fácil, muchísimo más fácil.
¿Qué diferencia hay entre escritura masculina y femenina?
Creo que esa pregunta es algo engañosa, porque es la escritura la que escribe como la escritura escribe. Y la escritura lo hace todo, es mágica, es capaz de todo. Y tampoco se opone a hombres y mujeres. Es un arte particular. Y entonces, lo que hay en la escritura es una contribución adicional de energías. Es decir, en lugar de haber solo la mitad o una parte como la de los gritos de alegría u horror humanos, es más completa. Pero una vez más, separar y oponer es un error. De hecho, digamos que el progreso moderno, si lo hay, es burlarse de las oposiciones y saber que la escritura es una especie de hada, de mago que da el paso, pasa. Siempre he dicho que la escritura pasa, pasa y deshace los límites, hace mezclas, híbridos. Bueno, y entonces, por supuesto, lo que originalmente existe como exclusivamente masculino o exclusivamente femenino se mezcla y da algo más. Incluso puede dar gatos, por ejemplo, a mí.
“La escritura es una especie de hada, de mago que da el paso, pasa; siempre he dicho que la escritura pasa, pasa y deshace los límites, hace mezclas, híbridos”
Hélène Cixous, ayer martes en Madrid
¿Gatos?
Sí. Lo que traje al mundo son gatos. Dependo mucho de la escritura de los gatos, que no es en absoluto igual a la nuestra. Escribo como mujer, pero con todas las energías humanas. Y voy incluyendo precisamente lo que consideramos externo, todo.
En La risa de la Medusa lamenta que haya pocos escritores que no tengan miedo de su feminidad, como Jean Genet.
En cualquier caso, los grandes escritores, Shakespeare, Cervantes..., Jean Genet en Francia, los verdaderamente grandes, están más allá de estas oposiciones, más allá del hombre o la mujer. Después de todo, yo, Don Quijote no sé quién es. Siempre me hago esa pregunta. De vez en cuando, lo releo y me digo: sí, Sancho Panza es un sirviente, un cómico, un personaje conmovedor, no un héroe. Pero Don Quijote... es todo, absolutamente todo. Es un loco, es un niño. Quizás sea una mujer de vez en cuando, no es imposible.
Más allá del feminismo de su generación, ¿qué han aportado el movimiento woke y la teoría queer?
Pero eso es puramente mediático.
Bueno, surge en la universidad...
Pero no sé qué es el movimiento woke. Es una invención de los medios. No existe. Pero ni siquiera eso. Es comercial. Porque la palabra woke significa despierto. Eso es. Y eso surgió de los movimientos activistas en Estados Unidos: la idea era tomar conciencia. No eras consciente de la situación, en particular, precisamente, de la opresión de las mujeres o de las personas negras. Y luego lo entiendes, así que estás despierto. Más tarde el término circuló y fue retomado por fuerzas políticas de derecha. Es decir, la conciencia es el demonio para la gente de derechas. Pero no existe.
¿Y la teoría queer?
Queer, bueno, esa también es la palabra. Queer es extraño. Se ha convertido en algo que se ve en los medios y que vende, se ha vuelto comercial. Entonces, ¿qué es? De hecho, es algo que enfatiza el hecho de... (suena el teléfono) Es mi teléfono hablando. Por cierto, no sé de qué sexo es... En fin, quizá esté despierto, pero no. No, está dormido. O dormida. No lo sé (ríe). Bueno, ser queer es no ser normal. También es divertido, es un juego, es una forma de libertad. Pero podría decir que toda la literatura, toda la literatura, desde sus orígenes, es queer. Siempre ha existido, siempre, siempre. Y ahora, se ha convertido en... un valor vendible. ¿De acuerdo? Entonces, las personas queer son un movimiento. Obviamente, no es global ni mundial.
“Toda la literatura, desde sus orígenes, es 'queer'; siempre ha existido, y ahora se ha convertido en un valor vendible”
¿Se ha liberado el cuerpo femenino como anhelaba en La risa de la Medusa? ¿O aún queda mucho camino por recorrer?
Creo que, en cierto modo, sí, por ejemplo, el hecho de que en Francia insistamos en la homosexualidad, ¿qué significa eso? No se trata solo de rechazar a los hombres, no, se trata de conocer a las mujeres. Y las mujeres conocen a las mujeres. Finalmente se conocen a sí mismas al encontrarse con el cuerpo de una mujer, es obvio. Bueno, y después, claro, si conozco a mis gatos, me sorprende que entre ellos y yo haya intercambios, maravillosos descubrimientos y otras libertades.
Usted nació en Orán, ¿qué piensa de la situación de la mujer árabe?
De pequeña, en Argelia, durante la época colonial, las mujeres argelinas usaban el velo. Y allí, para mí, estaba perfectamente bien. También era una forma de protegerse de la violencia masculina, ya fuera argelina o francesa. Además yo las veía sin velo en casa. Y cuando vi a mujeres dando a luz, como mi madre era partera, vi el cuerpo de todas las mujeres. Y esa es una experiencia que nos enseña mucho, es muy conmovedora. Porque el cuerpo de una mujer es menos fuerte en comparación con la dureza masculina pero tiene un poder extraordinario. Creo que en este ámbito, obviamente, todavía hay mucho progreso en comparación con lo que viví, pero conocí lo peor. Es decir, cuando estuve en la época colonial, era terrible.
¿Y ahora?
¿Y ahora? Creo que el ejemplo más llamativo, aunque esto viene ocurriendo desde hace muchísimo tiempo, no es solo ahora. Fue precisamente en los años, en los mismos años en que escribí este texto, cuando ya había revueltas de mujeres en Irán, con mucha fuerza. Y en Irán, existe un enorme nivel cultural, es decir, las mujeres tienen una cultura comparable a la occidental, por supuesto, y, al mismo tiempo, una represión inimaginable. Así que cuando el lema de las mujeres iraníes es “mujer, libertad, vida” creo que lo dicen todo. Sí.
¿Qué pueden hacer las nuevas generaciones por la revolución sexual, por la liberación de las mujeres, por la igualdad?
Lo mismo que hicimos antes. Tenemos que seguir luchando y experimentando, disfrutando, gozando, con felicidad y asombro en una relación con uno mismo y con respecto al otro.
¿Y los escritores?
En cualquier caso, el escritor, un verdadero escritor, es un pintor; es el pintor y el explorador, es el descubridor de las innumerables posibilidades de un cuerpo, sea cual sea. Así que, obviamente, la escritura debe realizar esta labor. Atrévete, y también atrévete a poner palabras a lo que aún es lejano, ajeno o difícil de alcanzar.
