Las máscaras mortuorias fueron un artefacto muy popular en los Andes durante centenares de años. Servían para preparar al difunto para el más allá, guiar su alma y protegerla de los malos espíritus, además de simbolizar poder divino y respeto hacia la persona fallecida.
Fueron varias las culturas que las utilizaron, como la Sicán en Perú o la Tolita en Ecuador, usando materiales como el oro, la plata, el cobre, la madera o las conchas Spondilus (mullu). En Colombia se han encontrado cuatro individuos enterrados con estas caretas sagradas que datan de entre los siglos XIII y XVII (entre el 1216 y 1797 d.C.).
Máscaras de gran precisión
Estas momias colombianas han participado en un proyecto pionero que ha permitido, por primera vez en la historia, revelar sus rostros reales. El equipo del departamento de Face Lab de la Universidad John Moores de Liverpool extrajo digitalmente las máscaras mortuorias y mapeo los cráneos para reconstruir sus caras.
“Los pueblos de Sudamérica elaboraban antifaces para sus muertos con tal precisión que los cuerpos momificados parecían estar vivos”, señalan los arqueólogos británicos del proyecto Cráneo Enmascarado de Colombia, dirigido por la profesora Caroline Wilkison y la doctora Jessica Liu.
Los caras se hicieron tras quitar digitalmente las máscaras y realizar la reconstrucción a partir de los cráneos
Los individuos fueron enterrados a gran profundidad con caretas que cubrían sus rostros y mandíbulas. Primero se realizaron tomografías computarizadas. Mediante rayos X, los investigadores generaron imágenes virtuales en 3D tomando numerosas imágenes de cortes 2D y uniéndolas.
Las máscaras de estas personas, cuyos restos se conservan en la colección del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, se elaboraron directamente sobre la cara con arcilla, ceras y resinas, aunque también contenían oro u otros materiales decorativos.
“Los antifaces son de una factura extraordinaria y, hasta el momento, son los únicos que se conocen en Colombia. Esperamos que revelar los rostros de estos indígenas por primera vez aumente el interés en estas increíbles civilizaciones”, declaró el doctor Felipe Cárdenas-Arroyo, de la Academia Colombiana de Historia.
Los resultados obtenidos se presentaron durante el XI Congreso Mundial de Estudios de Momias, que se celebró en agosto en Cuzco (Perú), donde se mostraron esculturas virtuales usando un software especializado y un lápiz táctil háptico para superponer tejidos blandos y músculos sobre un cráneo sin máscara digital.
Una máscara mortuoria de la cultura Sicán
Tras asignar el color de piel, cabello y ojos a las personas según la región en la que fueron encontradas, se les asignó también la textura facial. “La reconstrucción facial desempeña un papel importante en la identificación forense de los muertos y también es clave para visualizar a personas del pasado”, señalan en un comunicado los investigadores.
“La textura siempre es el mayor desafío, simplemente porque desconocemos si tienen cicatrices o tatuajes faciales, o si el elegido es el tono de piel adecuado. Lo que presentamos en estos casos es una representación promedio, basada en lo que sabemos de estos individuos”, explica Jessica Liu.
Un instituto líder
El Face Lab de la Universidad John Moores es uno de los institutos líderes en el trabajo de reconstrucción facial, participando en proyectos junto a historiadores, museos e incluso en nombre de distintas fuerzas policiales.


