Barcelona, ciudad que ya dispone de un monumento a las ilusiones perdidas, obra del añorado Toni Batllori, podría muy bien incorporar a su espacio público una escultura que recordara la más trágica de las derrotas posibles: el lance en que Don Quijote cae en fraudulento combate en la playa que ahora conocemos como Barceloneta y, con él, muere el sueño humanista que le hace recorrer media España desafiando el orden establecido. Un concurso internacional para encargar la obra podría ser todo un acontecimiento.
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