Mientras Madrid exhibe sin complejos la casa donde vivió Cervantes en el barrio de Las Letras, Barcelona sigue sin dar por buena la tesis de Martín de Riquer de que el escritor pasó un período de su vida en el número 2 del paseo barcelonés de Colom. Nadie discute que así fuera, pero lo cierto es que el asunto sigue en el aire, sin una placa en condiciones que reconozca la importancia del lugar, más allá del pequeño recordatorio colocado por la Asociación Cultural Miguel de Cervantes.
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