Con su 1,95 enfundado en un traje negro, Loquillo charla con La Vanguardia sentado en un chéster igualmente negro. Con los brazos cruzados sobre el pecho, José María Sanz (Barcelona, 1960) va abriéndose mientras comenta las 23 canciones de su nuevo proyecto, Corazones legendario s, en el que han colaborado otros tantos artistas.
La ‘intelligentsia’
“Una cultura impuesta en Barcelona desde los años 70 desprecia el pop y el rock y aúpa la nova cançó y la rumba”
¿Qué tal por Madrid? Faltan pocos días para su concierto... (Antes tocará en Barakaldo y Zaragoza y luego en A Coruña, Gijón y Valencia, hasta llegar a Barcelona el 27 de diciembre).
Bien. Viví aquí antes de irme a San Sebastián. Me fui de Barcelona en un momento muy determinado, personal, emocional y artísticamente hablando.
¿Echa de menos su ciudad?
Sigo yendo a ver a mis amigos y a mi gente cada equis tiempo.
¿Y al Merbeyé, cuánto tiempo hace que no sube?
El Merbeyé es un sitio muy extraño para nosotros. Fui con Sabino Méndez una vez para un reportaje y no había ninguna referencia a Cadillac solitario . Es alucinante que te pase algo así en tu casa, pero suele ocurrir, y eso que mucha gente visita la ciudad a través de nuestras canciones. Yo soy el artista con más canciones sobre Barcelona.
¿A qué atribuye ese olvido?
Barcelona comete un error desde tiempo inmemorial. ¿Por qué esa ignorancia sobre todos los personajes que forman parte de la historia cultural de la ciudad? Hay una cultura impuesta desde los 70 que desprecia la cultura pop y rock y aúpa la nova cançó y la rumba. Ya está. Es una cuestión de mentalidad de la intelligentsia. Yo sigo sin entenderlo y tengo 64 años: Los Sirex, Los Salvajes, Los Cheyenes, Los Gatos Negros, indispensables para conocer la cultura popular española, no existen. Es una vergüenza: vas a Londres, a París, y las leyendas de la cultura popular de esas ciudades están, las ves en todas partes. Nosotros nos tuvimos que ir a Madrid para poder funcionar.
¿Qué pasó para que se perdiera la conexión que había?
Ha habido una cuestión política muy grave, pero no voy a entrar en ello. Las bandas de aquella época fueron despreciadas porque igual no hubo un entendimiento a la hora de ver que Barcelona es bilingüe.
Usted grabó con su banda algunos temas en catalán, como la Cançó de pagès, en 1987…
Yo he cantado en catalán muchísimas veces y fuimos pioneros en poner una canción en catalán en un disco de rock español. Y estuve muy a punto de hacer un disco de poetas contemporáneos catalanes. Pero no hubo un entendimiento y no se pudo hacer. Todo es poco para reivindicar la cultura barcelonesa. Espero que con el nuevo gobierno municipal se devuelva ese amar a los creadores de la ciudad, porque ha habido una etapa de travesía del desierto realmente importante en ese aspecto. Ni Sabino Méndez ni yo encajábamos en el papel de charnego agradecido. Se decidió eliminar una serie de artistas que eran incómodos y se acabó. Y punto. No hay nada más que decir.
¿No siente nostalgia?
No. Me fui a San Sebastián por razones sentimentales. Yo soy hijo de una Barcelona que ya no existe. Insisto.
Así, ¿ya no la reconoce?
Se ha desnaturalizado. Alguien ha dejado que Barcelona deje de tener sus señas de identidad.
¿Y eso es achacable al turismo o a algo más que el turismo?
Desde luego, a los ciudadanos, no. ¿Sabe lo que quiero decir? Quien esté en el Consistorio sabrá lo que tenga que hacer. Pero la ciudad que yo conocí era una ciudad multicultural. Yo crecí en la Barcelona de los 70: una ciudad libertaria donde explosionaba todo, a la que iban todos los creadores españoles, desde Ouka Leele hasta Pedro Almodóvar, para mostrar su obra. Es la Barcelona de la Cúpula Venus, no de Bocaccio. Cuidado lo que estoy diciendo.
“Mi Barcelona es la ciudad multicultural y libertaria de la Cúpula Venus, donde explosionaba todo, no la de Bocaccio”
¿Qué diferencia hay entre la Cúpula Venus, en la Rambla, y Bocaccio, en la calle Muntaner?
La Cúpula Venus era otra cosa. Era Rambla y era Ocaña y era transgresión y eran gais, lesbianas y ecologistas luchando por derechos que ahora tenemos. Y cuando se habla de la Barcelona de los 60 tal vez podía ser Bocaccio, pero en mi barrio nadie iba al Bocaccio, ¿me entiende?, porque eran clase obrera.
¿Bocaccio ganó la partida?
En el 76, 78, Bocaccio ya era un resto del naufragio. Yo era un chaval de 16, 17 años que tocaba en un cabaret de las Ramblas, ante los marines americanos y las señoras de la vida, a veinte pasos del Liceu, y tardé 47 años en llenarlo. Salí de un cabaret de las Ramblas para llenar el Liceu. Ese es mi viaje vital.
Y ahora llega Corazones legendarios, que usted describe como una película de su vida.
Sí, a través de mis canciones. Y he buscado a los actores que podían interpretar cada uno de los guiones. Todos han tenido que ver conmigo. Aquí no hay ningún fake , más allá de la audacia de invitar a Raphael, con el que no había coincidido, a cantar una canción que cuando la grabé en el año 22 ya pensé que era perfecta para él, Voluntad de bien . Y ha sido perfecto. Me siento muy orgulloso: tanto Raphael como yo somos fans de la canción francesa.
Leiva, Dani Martín, Coque Malla, Andrés Calamaro, Bunbury, Nacho Vegas, Miguel Poveda, Manolo García, Iván Ferreiro, Miguel Rios, Ramoncín, Alaska, Jorge Martínez, de Ilegales... y así hasta la última canción, la versión de Jota del mítico Ritmo de garaje…
Sí, aquí la colaboración fue al revés: Los Planetas grabaron la canción en su local de ensayo. Y eso me ha dado pie para hacer la segunda parte del proyecto, que van a ser las bandas que tocarán en directo mis canciones y donde yo voy a cantar con ellos, o sea, otra vuelta de tuerca para que todo el legado de mi trayectoria esté en manos de todos los artistas. Somos el eslabón entre el rock de la vieja escuela y el rock que nos viene.
¿Y cómo ve ese rock futuro?
Una banda de rock tiene que ser peligrosa, bordear los límites, traspasarlos. Tiene que contar lo mejor y lo peor del ser humano. Hacernos dudar, pensar, darnos referencias cinematográficas, poéticas, literarias... No destrozar hoteles o ponerse hasta el culo. Eso hace mucho tiempo que pasó a la historia.