Emocionante tránsito por las distintas formas de sentir la pérdida. Vibrante y delicada expresión artística, de la mano de la danza y de la música, acerca de la necesidad tan humana de vivir el vacío que deja la muerte. Pura vida. No alcanzan los adjetivos para transmitir lo que se experimenta con Óbito , sorprendente debut como autor y director de Yoel Vargas, bailaor tarraconense con alma de coreógrafo, de solo 21 años.
Vargas bailando junto a De las Heras, tocando el cajón
Fruto de tres años de investigación artística alrededor del luto, hizo levitar al público que llenó anteayer el Teatre Tarragona. A pesar de que el joven bailarín jugaba en casa, con padres, familia y amigos entre los espectadores, Óbito ya prepara una gira internacional para el año que viene. A Yoel se le podrá ver en solitario en Madrid, en el tablao del Corral de la Morería, la semana próxima. Óbito es una obra creada solo para los teatros, por su formato.
La obra, creada e interpretada junto al músico Juan Manuel de las Heras, girará por el mundo en 2026
Aclamado como una de las grandes promesas de la danza española, premio Desplante del Festival de las Minas 2023, Vargas ha creado junto al músico de Nueva York Juan Manuel de las Heras –afincados ambos en Madrid–, una obra que interpretan juntos sobre el escenario. El dúo –el que pasa el luto y el que ayuda a pasarlo–, con piano y percusiones en directo, es capaz de crear durante poco más de una hora un alud de emociones que transitan entre lo terrenal y lo mágico. De la profunda tristeza del adiós, a la alegría de recordar lo vivido.
De las Heras al piano con Vargas intepretando sobre el escenario
Satisfecho y aún emocionado por el recibimiento del público del festival Tarragona Sona Flamenc, Vargas, tierno y generoso, conversó ayer con La Vanguardia acerca de su viaje entre algunas de las culturas que viven de formas dispares el duelo: desde el barrio de Camp Clar, en Tarragona, hasta la cultura mexicana, la hindú o la de algunas tribus africanas.
No han escatimado ningún esfuerzo ni tampoco han esquivado el riesgo. Siempre de forma elegante, Óbito bebe de la diversidad porque ambos creadores entienden el arte sin tapujos ni etiquetas. El flamenco se mezcla de forma orgánica con la danza contemporánea en un mismo acto.
El músico portea al bailaor en varios momentos de la obra
De igual manera que la música original del piano se funde por momentos con el zapateado, resonando sobre las tablas del escenario para que después el bailaor se impulse a través de la batería o el cajón. Hasta los tacones de Yoel sirven como instrumento de percusión a manos del músico puesto en la piel de intérprete, capaz de portear al bailarín, agigantado.
“El baile y la música se han creado a la vez, gotita a gotita, tacón a tacón. Muchos músicos tocan y ya... pero Juanma se ha tirado a la piscina”, dice. Un trabajo meticuloso. Óbito tiene la virtud de esconder un sinfín de matices y simbolismos difíciles de retener y apreciar de una vez, ataviados con un hermoso vestuario, de la falda lisa al pantalón con casaca o el vestido de cola.
Vargas bailando flamenco con De las Heras a la percusión
Bailarín de danza española, formado en clásica y contemporánea, Vargas emociona también por su técnica. “En mi obra tengo que enseñar todo lo que sé y todo lo que puedo llegar a ser”, cuenta.
Una obra poco apta para los que buscan un solo palo porque pisotea con el ímpetu del taconeo todos los prejuicios y fusiona la tradición del flamenco con la vanguardia de la música clásica y la contemporánea.
“Ha costado mucho salir con el proyecto adelante”, cuenta. Se ha autoproducido la obra, aunque sí ha recibido el apoyo del Flamenco Festival (Londres, Nueva York y Miami) o del Centro Pompidou de Málaga. Todo lo que ha logrado ha sido gracias a las agallas, el descaro y su arte.
