Mònica Borell ha empezado el curso cambiando de museo. De la dirección del Museu Nacional Arqueològic de Tarragona al Museu d’Arqueologia de Catalunya (MAC), del que fue nombrada directora el 1 de julio. Es licenciada en Geografia e Historia por la Universitat de Barcelona y experta en gestión del patrimonio histórico. Borrell inició su carrera en 1990 en el Museu de Gavà, que gestiona las fabulosas minas neolíticas de variscita y restos de la Guerra Civil; en Tarragona se ha ocupado de la descomunal urbe romana, y en el MAC deberá poner el ojo en importantísimos recintos ibéricos, como el de Ullastret...
Sijena
“En el momento en que politizas estos temas, desvías el foco absolutamente”
¿...en qué época de todas esas le habría gustado vivir?
¡En cualquiera con antibióticos! No iría muy atrás, soy pragmática. Desde luego me habría gustado ver las minas de Gavà en funcionamiento. ¿Por qué narices se dedicaron a una obra de ingeniería brutal, arriesgando la vida para sacar una piedra verde para hacer joyas?
La economía...
Sí, y llegas al siglo XXI y ves que como humanos no hemos cambiado tanto en algunas cosas. En tecnología, sí.
¿Con qué plan ganó la plaza?
Con un planteamiento muy global y transversal. Vengo de Tarragona, con lo que no he cambiado de empresa, sigo trabajando para la Agència Catalana de Patrimoni. Llevo muchos años en el mundo de los museos y al final todos sufrimos de los mismos males. Los museos somos la punta del iceberg, con una maquinaria muy fuerte detrás. Tenemos un deber legal de preservación del patrimonio.
¿Cuáles son esos males?
Me refería a los museos y al patrimonio en general, de encaje en el sistema y de inversión. Pero por ejemplo toda la parte de inventario y documentación es básica y no es visible. O la conservación y restauración. Ullastret, Empúries u Olèrdola necesitan una inversión muy grande y continuada.
¿Qué propone para el MAC?
Un museo social sin olvidar la conservación, documentación y preservación del patrimonio, el fomento del conocimiento.
¿Hay algo en los almacenes que le gustaría explotar mejor o alguna pieza o línea...?
No hablaría de piezas concretas, pero tenemos un reto con la cultura ibera, es la hermana pobre. Tenemos yacimientos y poblados increíbles y debemos generar nuestros referentes. Hay mucho trabajo pendiente.
¿Tiene alguna exposición en la cabeza?
Sí, estamos trabajando algunas ideas... ya hablaremos de ello.
Somos capaces de hacer 5.000 kilómetros para ver no sé qué monumento pero no hemos estado en Ullastret o en Tarraco. ¿Tenemos un problema?
Es verdad que lo más cercano siempre está ahí. Existe también la fascinación o mitificación de ciertos iconos. Deberíamos crear nuestros propios fetiches, nuestras Nefertitis. Los museos tenemos que llegar al vecino, dar respuesta a sus inquietudes, serles útiles, provocar sus inquietudes, sus preguntas y su visita.
¿Qué fetiches tiene o puede tener el MAC?
Todavía no los tengo. Pero había hecho visitas guiadas a Olèrdola y ahora que se estaba restaurando el castillo, en el que ha habido una gran inversión... hace mucha ilusión.
La cuestión clave es el dinero: ¿tiene suficiente? ¿Será una directora que reclame?
Evidentemente. No hay nadie que dirija una institución que no reclame. Pero en función de proyectos, no según la moda inmediata. La gestión del patrimonio es a largo plazo, así se preserva y se crea paisaje e identidad, y reclamos turísticos.
Esta casa ha liderado un debate sobre la exposición de restos humanos en los museos. ¿Cuál es su postura?
A ver, la sociedad cambia. Debemos adaptarnos a las sensibilidades y a la manera de plantear estos temas en cada momento. Venimos del Negre de Banyoles, un caso extremo... Los restos humanos son un testigo y una fuente de información. Creo que debemos tratarlos con todo el rigor y respeto, porque es verdad que al final son restos humanos... Es cierto que una momia te puede contar muchas cosas, y no solo de la preservación de los restos, o cuestiones más morbosas en relación con la muerte, sino de lo que pensaban. ¿Qué creencias tenía esa persona para hacer todo ese esfuerzo? El resto humano procede normalmente de entierros, y nos habla de la gente y del pensamiento y de la organización de esas sociedades. Y esto es importante.
¿En condiciones de respeto los mantendría expuestos?
Sí.
¿Los museos deben primar la investigación o la divulgación?
El MAC es un centro de investigación. Pero el museo como sistema depende de sus recursos, que son escasos. Un museo debe fomentar el conocimiento y la investigación. Tenemos proyectos con muchos años de historia y seguiremos haciéndolo, con los proyectos propios que podamos asumir, colaborando con otras instituciones o en líneas en las que haya confluencia. Los museos contribuyen a la creación de conocimiento mucho más de lo que se visibiliza. A menudo no son grandes hallazgos, pero sí dan acceso al patrimonio.
El gran tema de los últimos meses es Sijena. ¿Dónde deben estar esos murales?
El problema es que se ha politizado un tema que debería haber sido técnico. Y en el momento en que politizas estos temas desvías el foco absolutamente. Partimos de una historia compleja.
¿El número de visitas es un buen baremo del trabajo de un museo?
Es uno de ellos. Necesitamos datos cuantitativos. Hay muchos estudios sobre el impacto de la cultura. La cuestión es dónde ponemos la cultura. Es fácil cuantificar cuánta gente entra por la puerta, o cuántos retuits tienes. Nuestra misión es llegar al máximo público, pero es igual de importante el factor cualitativo. A quién llegamos y cómo llegamos. No sirve todo a cualquier precio.
