La revolución de los claveles dialoga con la transición española en La Casa Encendida

50 años de España en libertad

La exposición 'Inquietud. Libertad y democracia' evoca la memoria colectiva ibérica con obras significativas de la Colección de Arte Contemporáneo del Estado (CACE) de Portugal y de la Fundación Montemadrid

Algunas de las obras expuestas, con Celeste expanded memorial, de Fernando Sánchez Castillo, en el centro

Algunas de las obras expuestas, con 'Celeste expanded memorial', de Fernando Sánchez Castillo, en el centro 

La Casa Encendida

La historia de España y Portugal transita por vías paralelas, pero, a pesar de las infinitas analogías, no todos sus episodios nacionales son coincidentes, como demuestran sus respectivas transiciones democráticas: a raíz de la revolución de los claveles -un golpe militar apoyado por el pueblo en abril de 1974- en el caso portugués y como un proceso político -tras la muerte en la cama de Franco en noviembre de 1975- en el español.

Con motivo de la celebración del cincuentenario del retorno de la libertad a España, La Casa Encendida alberga desde este miércoles y hasta el próximo 8 de marzo una exposición en la que se muestran los contrastes y las similitudes de la transición en España y Portugal a través de obras muy significativas pertenecientes a la Colección de Arte Contemporáneo del Estado (CACE) portugués y de la Fundación Montemadrid.

Comisariada por Paulo Mendes y Sandra Vieira Jürgens y con el título de Inquietud. Libertad y democracia, la instalación ofrece un recorrido desde los años setenta hasta la actualidad a través de obras de artistas portugueses y españoles que dialogan entre sí en una escenografía abierta y sin concluir que transmite la sensación de que el progreso está siempre en construcción.

Esa es la idea que los comisarios han subrayado durante la presentación a la prensa de la exposición, que empieza en un pasillo repleto de facsímiles de carteles electorales de los años setenta, con un original del icónico El abrazo, de Juan Genovés, en un lugar preeminente, como pórtico a un laberinto sensorial en penumbra en el que las obras artísticas no están identificadas con las típicas cartelas y aquel que quiera orientarse deberá llevar un mapa con los títulos y la ubicación de las piezas.

Algunos de los cuadros de la exposición

Algunos de los cuadros de la exposición 

La Casa Encendida

Estructurada en cinco ámbitos, la muestra reúne algunas piezas muy significativas de artistas españoles como Antoni Tàpies, Antonio Saura, Manolo Millares o Eduardo Arrollo y portugueses -o afincados en Portugal- como Paula Rego, Jimmie Durham, João Tabarra o Priscila Fernandes, entre muchos otros.

“El proyecto -que está pensado para que puedan visitarlo alumnos de escuelas e institutos con guías especializados- articula una cartografía cultural, política y afectiva que alerta contra la amnesia colectiva que, en muchos contextos, ha legitimado dictaduras pasadas y sigue alimentando discursos autoritarios en el presente”, explican los comisarios.

Las dos puertas, a izquierda y derecha, entre las que se debe elegir tras cruzar la primera sala de la exposición, en la que un vídeo con un famoso discurso del dictador Salazar y otro de los artistas Santiago Sierra y Jorge Galindo -Los encargados (2012)- reciben al visitante, simbolizan los dos caminos, parecidos pero distintos, que llevaron a España y Portugal de la dictadura a la democracia y a ingresar a la vez en la Unión Europea. 

El cuestionamiento del poder a lo largo de la historia y de los actuales discursos populistas que señalan a los inmigrantes como responsables de los conflictos sociales, olvidando que muchos españoles y portugueses tuvieron que emigrar a Europa y América no hace tanto tiempo, es otro de los ejes discursivos que plantea la muestra. “La idea del otro está muy presente en la selección”, dice Paulo Mendes a la prensa durante el recorrido.

Al final, explican los dos comisarios portugueses, el total de 86 obras expuestas al público, algunas de ellas por primera vez y otras -como Celeste expanded memorial, de Fernando Sánchez Castillo-, fruto de un encargo reciente para una muestra realizada en Braga, capital portuguesa de la cultura 2025, de lo que se trata es de ofrecer un “relato visual” de la memoria colectiva, en el que “la crítica política y el compromiso social se entrelazan para conectar disidencia, resistencia y libertad con los desafíos actuales de nuestras democracias”.  

De ahí que el concepto de inquietud, el temor a la pérdida de derechos adquiridos por la lucha de tantos hombres y mujeres en el pasado y al cuestionamiento de valores que se creían universales, articule esta muestra concebida como una instalación inmersiva, de la que también el evocador sonido ambiental -con canciones y eslóganes de la época- forma parte.

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