Dos años antes de que Luis Buñuel y Salvador Dalí estrenaran Le Chien andalou, en 1927 la cineasta francesa Germaine Dulac (1882-1942) había filmado ya La coquille et le clergyman (La concha y el reverendo), considerada la primera película surrealista de la historia: las incontrolables fantasías eróticas de un pobre clérigo con la esposa de un capitán. Pero su condición pionera solo se le ha empezado a reconocer recientemente. El ninguneo a su autora, mujer y queer, comenzó incluso antes de la presentación pública del filme (la Nouvelle Revue Française la borró como directora y puso en su lugar a Antonin Artaud, que solo había escrito el guion) y la noche de su estreno los surrealistas capitaneados por André Bretón le montaron un escándalo que acabó con Artaud llamándola “vaca” a voz en grito. La Junta Británica de Censores Cinematográficos prohibió la obra, afirmando: “Esta película es tan oscura que no tiene ningún significado aparente. Si lo tiene, sin duda es objetable”.
“Cuarenta años después, el crítico Ado Kyrou aún lamentaba que el guion de Artaud hubiese sido dirigido por Germaine Dulac y que además el resultado fuera ‘demasiado femenino’”, recuerda Imma Prieto, la directora del Museu Tàpies, que dice ser la primera sorprendida de que el desprecio a Dulac, feminista libre y transgresora orillada por sus compañeros machistas de vanguardia, haya llegado hasta hoy mismo.
Prueba de ello es que la exposición que le dedica el centro barcelonés (Germaine Dulac. Je n’ai plus rien, desde este jueves y hasta el 22 de febrero) es la primera retrospectiva monográfica que se celebra en Europa y, por si fuera poco, saca a la luz películas inéditas que habían quedado perdido en los márgenes. Entre ellas un filme antihitleriano. Se titula Ce qu’íl a dit: Ce quìl a fait, un montaje de apenas seis minutos en el que contrapone las proclamas del Führer ante la multitud entregada y lo que realmente sucedió, desde el respeto al Tratado de Versalles o la anexión de Austria mil veces negada. “Aparece en un buen momento para recordar el eterno retorno de los nacionalismos y la ultraderecha”, dice la directora.
Germaine Dulac en una reunión de cineastas en el restaurant Laurent, 1929.
La cinta no estaba en la Cinémathèque française, que custodia buena parte del legado de Dulac, sino en GP Archives, adonde Prieto e Imma Merino, las comisarias de la muestra, llegaron siguiendo las huellas de una pista cazada al vuelo. “Puede haber por ahí mucho más material desconocido, por supuesto”, admite la directora del Museu Tàpies, que confiesa que ha tenido que sortear infinidad de dificultades para conseguir los préstamos que ahora pueblan la paredes y vitrinas del sótano del centro. La mayor parte del material seleccionado les fue denegado.
Primera cineasta que mostró en la pantalla a una mujer libre, en 1920 abordó ya la crisis de la masculinidad
Se trata por tanto de una visión esencial aunque por fuerza incompleta de la obra de Dulac, que filmó unas sesenta películas y pasó del cine mudo al sonoro, de la abstracción experimental (nunca formó parte de los surrealistas, sino del impresionismo) a la ficción, y de esta al documental, como herramienta de transformación social y política. Ahí, en esta última etapa de su vida es donde encaja el documental sobre Hitler o Le cinéma au service de l’histoire, donde resume las tres primeras décadas del siglo XX, en el que dedica un capítulo a la revolución minera en Asturias.
'Thèmes et variations', 1929
Periodista, crítica de cine, directora, productora y guionista, Dulac fue también la primera cineasta que muestra en la pantalla a una mujer libre como en La fiesta española (1920), un filme premonitorio de la crisis de la masculinidad: dos hombres tratan de conquistar a una mujer que vive en un cortijo y está interesada por un tercero. Al final la vemos de espaldas, caminando sola con una maleta alejándose del pueblo.
Una nueva película de Mercedes Álvarez, un ciclo en la Filmoteca y la publicación de un libro con sus escritos sobre cine
En una fotografía tomada en una reunión de cineastas, artistas y gentes de la industria en 1929, vemos a Germaine Dulac rodeada de decenas de hombres. Era la única mujer en un momento en el que las mujeres ni siquiera tenían derecho a voto en Francia, y sin embargo realizó una obra radicalmente feminista. “Se sintió con derecho a trabajar en las mismas condiciones que los hombres y lo utilizó como herramienta para la reivindicación”, señala Imma Prieto, que ha encargado a otra cineasta, Mercedes Álvarez (El cielo gira), una nueva película a partir de fragmentos de filmes en los que Dulac habla de esas ansias de libertad de mujeres atrapadas en una vida no deseada o un matrimonio sin amor, como la protagonista de La souriante madame Beudet. La exposición se completa con un ciclo de su cine en colaboración con la Filmoteca de Catalunya y la coedición junto a la editorial Wunderkammer de sus escritos, ¿Qué es el cine, reunidos por la que fuera su compañera de vida, la también directora Marie-Anne Colson-Malleville.