Las hormonas se desatan durante el embarazo. La gonadotropina coriónica humana (hCG) es la que permite detectar el estado de buena esperanza en los test. La progesterona y los estrógenos preparan el útero y el cuerpo para la gestación y la lactancia. El lactógeno placentario asegura la nutrición del feto, la relaxina dispone la pelvis para el parto y la oxitocina facilita las contracciones uterinas.
Cada una tiene su función y es básica para el correcto funcionamiento global del proceso. Los análisis de sangre y orina permiten detectar varias de estas hormonas reproductivas. El problema es cuando no existen estos elementos, desaparecidos con el paso del tiempo.
Prueba de embarazo para esqueletos
Investigadores de la Universidad de Sheffield están desarrollando una prueba de embarazo para mujeres que vivieron hace cientos o incluso miles de años. Y por primera vez han detectado niveles de estrógeno, progesterona y testosterona en restos óseos de entre los siglos I al XIX.
“La experiencia fisiológica y emocional del embarazo, la pérdida del embarazo y el parto son muy profundas para las mujeres, pero hasta ahora han permanecido prácticamente invisibles en el registro arqueológico”, afirma Aimée Barlow, autora principal del artículo publicado en la revista Journal of Archaeological Science.
La dama misteriosa es la única momia embarazada conocida
Algunas de las féminas estudiadas incluso fueron enterradas con los fetos. “Este método tiene el potencial de revolucionar la forma en que estudiamos la historia reproductiva de las poblaciones pasadas. Estoy encantada, sinceramente”, apunta en un comunicado.
Sus hallazgos muestran que huesos y dientes antiguos conservan rastros claros de ciertas hormonas sexuales, lo que podría ayudar a identificar qué personas en los yacimientos arqueológicos estaban embarazadas o acababan de dar a luz en el momento de su muerte.
La gestación es difícil de detectar en individuos antiguos, especialmente si el feto aún no tenía un esqueleto visible. Incluso los fetos en el segundo y tercer trimestre pueden pasar desapercibidos, ya que sus huesos pueden asemejarse a los de las manos de la madre, que a menudo se colocan sobre el abdomen para su entierro.
Las pruebas de embarazo modernas miden los niveles de hormonas como la hCG en sangre u orina. Sin embargo, la gonadotropina coriónica humana se descompone rápidamente, dejando pocos rastros de su presencia en el cuerpo. Esta nueva prueba desarrollada en Sheffield abre nuevos caminos para comprender el pasado.
Una antigua momia egipcia murió al dar a luz a sus bebés. El cuerpo de uno de ellos seguía encajado en su tórax
“Se necesitan nuevos métodos que puedan identificar con precisión el embarazo a partir de restos óseos si queremos reconstruir con precisión la historia reproductiva de las mujeres del pasado, interpretar sus experiencias en contextos sociales y culturales, y realizar comparaciones efectivas entre poblaciones modernas y antiguas”, dicen los expertos.
El sistema de análisis ya ha sido testeado en hasta 10 personas que murieron en distintos momentos entre el siglo I y el XIX después de Cristo, demostrando que el estrógeno, la progesterona y la testosterona pueden detectarse en sus tejidos duros. Dos de los individuos estudiados tenían fetos en sus úteros y otros dos fueron enterrados junto a los recién nacidos.
Muestras de huesos y dientes molidos
Se molieron muestras de huesos, dientes y cálculos dentales hasta convertirlos en polvo y se analizaron en busca de hormonas utilizando una versión recientemente desarrollada de una técnica llamada ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas.
Se detectaron concentraciones elevadas de progesterona en las muestras óseas y dentales de una mujer embarazada, cuyos restos datan de entre los siglos XI y XIV. Otra mujer en gestación, del siglo XVIII o XIX, también presentó niveles elevados de progesterona en sus huesos.
Una mujer embarazada
Se encontraron niveles moderados de esta hormona —muy importante durante el embarazo, ya que contribuye al crecimiento del revestimiento del útero— en la placa dental de las dos mujeres enterradas con bebés en los siglos V o VI. Ninguna de las cuatro, sin embargo, tenía testosterona detectable en los huesos ni en los dientes.
“Los altos niveles de progesterona en las estructuras dentales y el cálculo, la presencia de estrógeno en los huesos y la ausencia de testosterona en los tejidos duros fueron consistentes con un embarazo en el momento de la muerte”, concluyen los expertos.
Los autores del estudio reconocen que la técnica está en sus primeras etapas y animan a realizar más investigaciones para perfeccionarla. “Este sistema tiene el potencial de revolucionar la forma en que estudiamos la historia reproductiva de poblaciones pasadas”, concluyen.


