Heces secas de hace 1.300 años halladas en La Cueva de los Muertos Chiquitos revelan los patógenos que atacaron a los antiguos mexicanos

Arqueología

La baja humedad y el clima seco de esta región del estado de Durango preservaron las muestras fecales

El ADN presente en las antiguas heces secas contenían rastros de patógenos que afectaron a los humanos

El ADN presente en las antiguas heces secas contenían rastros de patógenos que afectaron a los humanos

Johnica Winter, CC-BY 4.0

Las infecciones intestinales y las malas condiciones sanitarias eran comunes entre los habitantes de Loma San Gabriel, una antigua cultura prehispánica asentada en la Sierra Madre Occidental, en el norte de México, que tuvo su apogeo entre los años 450 y 550 de nuestra era.

Investigadores de la Universidad de Indiana lo han descubierto mediante un novedoso análisis de ADN presente en heces secas de hace entre 1.100 y 1.300 años encontradas en La Cueva de los Muertos Chiquitos, en el estado de Durango, según explican en un artículo publicado en la revista PLOS ONE.

Diez excrementos analizados

Los diez ejemplos encontrados en este sitio han proporcionado valiosa información sobre los patógenos (agentes biológicos como virus, bacterias, hongos y protozoos que causan enfermedades) que provocaron auténticas plagas a los antiguos pueblos mexicanos.

El ADN microbiano sobrevive en muestras de heces, pero el análisis de los excrementos humanos antiguos se ha visto históricamente limitado por la degradación con el paso tiempo. El especialista Drew Capone y su equipo han logrado ahora aplicar técnicas de análisis fecal más refinadas y sensibles.

El ADN presente en las antiguas heces secas contenían rastros de patógenos que afectaron a los humanos

Material fecal desecado de la Cueva de los Muertos Chiquitos 

Johnica Winter, CC-BY 4.0

La baja humedad y el clima seco de la región contribuyeron a la preservación de las muestras fecales y otros hallazgos que se han recuperado de La Cueva de los Muertos Chiquitos (donde se encontraron más de una docena de antiguos esqueletos de niños) desde su primera excavación a mediados del siglo XX.

También se recuperaron más de 500 muestras fecales desecadas. Investigando una pequeña proporción se identificaron las firmas genéticas de una diversa gama de parásitos intestinales entre los que se incluyen el protozoo Blastocystis (que provoca diarrea, dolor abdominal, náuseas y flatulencia) y múltiples cepas de la bacteria E. coli (que causa meningitis, peritonitis, mastitis, septicemia o neumonía). Estos patógenos no se habían detectado nunca en heces antiguas.

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Otros agentes biológicos, como los parásitos oxiuros, fueron especialmente prevalentes y estaban presentes en la mayoría de las muestras analizadas. “Trabajar con estos ejemplares fue como abrir una cápsula del tiempo biológica, ya que cada una revelaba información sobre la salud humana y la vida cotidiana de hace más de mil años”, apunta Drew Capone añade.

El hecho de que algunos de estos patógenos sean específicos de los humanos, como los oxiuros y la Shigella (que causa disentería), también respalda estos análisis como método para distinguir las heces humanas de los desechos de otras especies, escriben los expertos en su artículo.

Buscar “dianas específicas”

“Existe un gran potencial en la aplicación de métodos moleculares modernos para fundamentar estudios del pasado. Los ensayos dirigidos de alta sensibilidad y especificidad pueden complementar los enfoques de secuenciación cuando se buscan dianas específicas”, dice Joe Brown, coautor del estudio.

La alta prevalencia de parásitos intestinales en estas muestras podría indicar que las infecciones intestinales y las malas condiciones sanitarias eran comunes en lo que ahora es el Valle del Río Zape. Los investigadores de la Universidad de Indiana, aún así, señalan que parten de una muestra limitada y que son necesarios futuros análisis más amplios.

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