El Coliseo es un cuerpo vivo. El equipo de arqueólogos que se ocupa de su conservación sigue descubriendo nuevos secretos y sacando a la luz zonas hasta ahora inexploradas que revelan detalles de aquellos tiempos gloriosos y crueles.
En la antigua Roma, el atentado era siempre una posibilidad muy real para un emperador. Para entrar en el anfiteatro hacía falta protección, un refugio. Un pasadizo subterráneo, por ejemplo, que conectara el exterior con el palco imperial: una audaz solución arquitectónica que, a partir de mañana, será visible por primera vez para el público. En una primera fase no será fácil conseguir entradas —solo pueden acceder ocho personas a la vez—, pero en los próximos meses las visitas serán más numerosas.
Cómodo tenía miedo. Y con razón. Las crónicas lo presentan como uno de los emperadores más detestados de Roma. Era normal, por tanto, que alguien quisiera eliminarlo. Sus consejeros le advirtieron de que lo más peligroso era la multitud. Y el primer lugar que debía evitar era el Coliseo, donde se reunían unas 50.000 personas. Entonces como ahora, aquella masa apasionada era el entorno ideal para un atentado. Pero, según los historiadores, Cómodo podía renunciar a todo menos a los juegos con leones. A veces bajaba él mismo a la arena, como un gladiador, desafiando el protocolo e indignando a los senadores.
Para acceder al interior del Anfiteatro, se ideó —ya desde sus predecesores— una solución: una galería que partía del exterior y desembocaba directamente en el palco reservado a la máxima autoridad del Imperio.
Aun así, las medidas no bastaron. En el año 182 d.C., Cómodo fue objeto de un atentado organizado por su hermana Lucila. El historiador Casio Dión relata: “Cuando Cómodo entró en el teatro, Quintiano corrió hacia él gritando: ‘¡Esto te lo envía el Senado!’, pero fue capturado de inmediato”. Ese “teatro” era un lugar de espectáculos, y muy probablemente se trataba del propio Coliseo. El fracaso de aquella operación reforzó el afán del emperador por protegerse.
La galería lleva el nombre de Cómodo, que estuvo a punto de ser asesinado antes de un espectáculo
Años más tarde (192 d.C.), los conjurados lograron finalmente asesinarlo. Pero su obsesión por la seguridad sobrevivió a su muerte: los sucesores del trono imperial siguieron usando el mismo pasaje secreto, hoy conocido como el Corredor de Cómodo.
Su construcción, sin embargo, posterior a la del Coliseo, se sitúa entre los últimos años del reinado de Domiciano (81-96 d.C.) y el imperio de Trajano (98-117 d.C.).
El emperador y gladiadores, por Blashfield
El hecho de que por allí transitaran las máximas autoridades está confirmado por las decoraciones halladas durante la restauración: lujosos revestimientos de estuco y mármol que adornaban la bóveda y las paredes.
El túnel fue identificado ya por los estudios encargados por Napoleón entre 1810 y 1814, pero las excavaciones comenzaron solo en 1874. Para su apertura al público han hecho falta otros 150 años, gracias también a los fondos europeos. “El trabajo ha durado casi un año y no ha sido fácil —cuenta Angelica Pujia, restauradora—. Este pasaje está en una zona muy húmeda y buena parte de las decoraciones se había perdido. Ha sido necesario un trabajo estructural para devolverle su atmósfera original”.
El corredor conducía a dos palcos: “Uno reservado al emperador y a su familia, y otro a las vestales, las únicas mujeres admitidas en los asientos más próximos al ruedo”, explica Federica Rinaldi, responsable del proyecto.
El túnel, decorado con estucos de mármol, conducía directamente al palco imperial del anfiteatro Flavio
La visita comienza por la salida. No está claro, en cambio, de dónde partía el túnel. Las hipótesis son dos: “O bien desde las villas imperiales del monte Celio o desde la zona de los gimnasios donde los gladiadores se entrenaban antes de entrar en la arena. Tal vez los soberanos pasaban por aquí para animar a los gladiadores; es una idea sugerente”, añade Rinaldi. El pasadizo, ahora iluminado y accesible, permite imaginar el paso solemne de los emperadores hacia el espectáculo más sangriento del mundo antiguo.
