Bajo el cielo de Guiza, con las pirámides como telón de fondo, Egipto ha inaugurado este sábado el Gran Museo Egipcio (GEM), su proyecto cultural más ambicioso del siglo XXI. Tras veinte años de obras, una inversión superior a los mil millones de dólares y la participación de 80 delegaciones internacionales, el país presenta al mundo una instalación que el primer ministro Mostafa Madbuli describió como “un sueño hecho realidad y una declaración de confianza en el futuro”.
Ubicado a apenas dos kilómetros de las pirámides y visible desde la meseta, el museo ocupa medio millón de metros cuadrados, el doble que el Louvre y más del doble del Museo Británico. Construido en piedra y vidrio con financiación y asesoramiento técnico de Japón, el GEM es mucho más que un museo: representa una apuesta por revivir el turismo y proyectar una imagen de estabilidad y modernización tras años de crisis políticas y económicas.
La ceremonia frente a las pirámides ha reunido a representantes de más de 40 países, entre ellos a los Reyes de España
Foto de familia de los Jefes de Estado, entre ellos Felipe VI, que han acudido a la inauguración del Gran Museo Egipcio
La inauguración ha reunido a 39 jefes de Estado, reyes y príncipes –entre ellos, los monarcas españoles–, además de delegaciones de otros 40 países. La ceremonia ha combinado desfiles inspirados en el antiguo Egipto, espectáculos de luz y mensajes de líderes internacionales. “Egipto se convierte hoy en el centro de la egiptología”, afirma el ministro de Turismo, Sherif Fathi, que confía en que el nuevo complejo atraiga hasta cinco millones de visitantes adicionales al año.
El recorrido comienza en el Gran Atrio, dominado por una estatua de Ramsés II de once metros de altura y 83 toneladas. Desde allí, una escalera monumental conduce a doce galerías principales que narran más de 5.000 años de historia. La colección cuenta con más de 100.000 piezas, de las cuales la mitad se expondrá de forma permanente. Su joya es el tesoro de Tutankamón, presentado por primera vez en su totalidad desde que Howard Carter descubriera la tumba en 1922: más de 5.000 objetos funerarios, incluidos el trono dorado y la máscara mortuoria del faraón.
El primer ministro Mostafa Madbouli en la presentación del Gran Museo Egipcio
El edificio, diseñado por el estudio irlandés Heneghan Peng Architects, está concebido como una metáfora solar: los rayos que parten de las tres pirámides convergen en el museo, simbolizando la continuidad entre pasado y presente. En su interior, la tecnología y la tradición conviven: hay salas inmersivas, exposiciones en realidad virtual y laboratorios abiertos al público donde se restauran piezas como una barca solar de 4.500 años. También incluye un museo infantil y un centro de conservación de referencia regional.
Las obras comenzaron en 2005, pero la inestabilidad política que siguió a la revuelta de 2011 dejó el proyecto paralizado durante años. Con la llegada del presidente Abdel Fattah al Sisi, la construcción se reactivó y el museo abrió parcialmente en 2023, ofreciendo visitas limitadas al atrio principal y exposiciones temporales. La inauguración de este sábado marca el inicio de su apertura completa al público.
El Gobierno egipcio confía en que el GEM funcione como motor económico y símbolo de renacimiento nacional. En los primeros nueve meses de 2025, Egipto recibió 15 millones de turistas, un 21 % más que el año anterior. “Esperamos pasar de 6.000 visitantes diarios a 15.000”, indicó el ministro Fathi, que también anunció un plan de desarrollo para conectar el nuevo aeropuerto internacional de Sphinx con las pirámides de Saqqarah a través de nuevas carreteras, hoteles y centros comerciales.
A diferencia del antiguo Museo Egipcio del centro de El Cairo, inaugurado en 1902 bajo dominio británico, el GEM apuesta por un diseño abierto, luminoso y contemporáneo, con espacios destinados a las proyecciones y experiencias interactivas. Desde su explanada, presidida por un obelisco suspendido, hasta el Atrio de Cristal que filtra la luz del desierto, el espacio busca reconciliar el esplendor faraónico con la modernidad tecnológica.
La apertura llega en un momento de optimismo para el país, tras años de dificultades económicas y tensiones regionales. Egipto intenta consolidarse como potencia turística y cultural en Oriente Medio, en contraste con los desafíos políticos y de seguridad que afectan a otros países de la región.
“Después de tantos años de espera, Egipto ofrece al mundo su mayor proyecto cultural”, ha resumido un diplomático árabe entre los invitados a la ceremonia. Aunque los periodistas no han tenido acceso directo al acto, los fuegos artificiales sobre las pirámides, visibles desde buena parte del desierto de Guiza, han bastado para transmitir el mensaje: el país de los faraones quiere mirar a su pasado para construir su futuro
