La Peste Negra devastó Europa en el siglo XIV causando millones de muertos. La teoría más aceptada es que la bacteria Yersinia pestis llegó de Asia, extendiéndose rápidamente por los caminos que recorrían las caravanas de comerciantes que circulaban a través de la famosa Ruta de la Seda.
Nuevas investigaciones, sin embargo, han puesto en entredicho esta hipótesis. Resulta que todas las interpretaciones se basaban en una única fuente árabe, un relato literario rimado escrito por el poeta e historiador Ibn al-Wardi entre 1348 y 1349 en Alepo y que habría sido tergiversado durante siglos.
La historia del 'embaucador' viajero
Este maqāma, un género literario que a menudo se centra en un ‘embaucador' viajero, se confundió con una descripción verídica del avance de la plaga. “Algunos genetistas, basándose en ese relato, aún creen que el patógeno se propagó por la Ruta de la Seda a finales de la década de 1330”, dicen los investigadores de la Universidad de Exeter en un artículo publicado en la revista Journal of Arabic and Islamic Studies.
La cepa de Yersinia pestis que provocó la Peste Negra probablemente tuvo su origen en Asia Central, en la región rusa del Volga. La idea clásica es que desde allí se desplazó por tierra por Kirguistán hasta los mares Negro y Mediterráneo en menos de una década, lo que provocó la gran plaga que azotó Eurasia occidental y el norte de África a finales de la década de 1340.
La maqāma sobre la Peste Negra fue escrita por Ibn al-Wardi entre 1348 y 1349
Esta “teoría del tránsito rápido” se fundamentó principalmente en la lectura literal del maqāma de Ibn al-Wardī. Los expertos británicos, sin embargo, ponen en duda que un linaje de esta bacteria se desplazara más de 5.000 kilómetros por tierra en tan pocos años y se estableciera lo suficiente como para causar una devastadora pandemia en Oriente Medio y Europa.
En su relato, el poeta personifica la peste como un embaucador errante que, a lo largo de quince años, diezma una región tras otra, comenzando en zonas desconocidas fuera de China, pasando por India, Asia Central, Persia y finalmente llegando al Mar Negro y el Mediterráneo para sembrar el caos en Egipto y el Levante.
Este relato se aceptó como verídico porque el propio Ibn al-Wardi citó fragmentos del mismo en su conocida obra histórica árabe, un resumen de las vivencias de la raza humana que era a su vez una extensión de una obra anterior, La Historia Completa de Ali ibn al-Athir.
El experto en Estudios Árabes e Islámicos Muhammed Omar y el historiador de la medicina Nahyan Fancy, de la Universidad de Exeter, explican que el relato de Ibn al-Wardi comenzó a ser aceptado como un hecho por los historiadores árabes del siglo XV y, posteriormente, por los europeos.
La Peste Negra fue descrita por Ibn al-Wardi como un 'embaucador' viajero
“Todos los caminos que llevan a la descripción errónea de la propagación de la peste convergen en este texto. Es como si estuviera en el centro de una intrincada red de mitos sobre cómo la pandemia se extendió por la región”, asegura Fancy en un comunicado.
“Todo el movimiento transasiático de la peste y su llegada a Egipto antes que a Siria siempre se ha basado, y se sigue basando, en la singular Risāla de Ibn al-Wardī, que carece de fundamento en otras crónicas contemporáneas e incluso en otras maqāmas. El texto se escribió simplemente para resaltar que la peste viajó y engañó a la gente. No debe interpretarse literalmente”, añade.
Diseñadas para ser leídas en voz alta
Las maqāma, diseñadas para ser leídas en voz alta de principio a fin en una sola sesión, se inventaron a finales del siglo X, pero alcanzaron su máximo apogeo a partir del siglo XII. Los literatos mamelucos del siglo XIV apreciaban especialmente esta forma de escritura, y varios de sus textos, incluidos algunos sobre la peste, se conservan en manuscritos de bibliotecas de todo el mundo.
La Risāla de Ibn al-Wardī englobó al menos tres maqāmas sobre la peste compuestas entre 1348 y 1349. El estudio de la Universidad de Exeter muestra el enorme potencial de esta escritura para revelar cómo las comunidades de la época afrontaron eventos catastróficos.
Entierro de víctimas de la peste negra en Tournai (Bélgica), grabado de 1353
Esto permite a los historiadores examinar la importancia de brotes de peste anteriores (como el de Damasco en 1258 o el de Kaifeng entre 1232 y 1233), su impacto en esas sociedades y cómo las experiencias vividas durante esos brotes y sus recuerdos fueron evocados y revisitados posteriormente por los eruditos, dicen los expertos.
“Estos escritos nos ayudan a comprender cómo la creatividad pudo haber sido una forma de ejercer cierto control y sirvió como mecanismo para afrontar la muerte generalizada en esta época, de forma similar a como las personas desarrollaron nuevas habilidades culinarias o artísticas durante la COVID-19”, concluye Fancy.


