Philippe Jaroussky: “Me irrita escuchar que Rosalía canta ópera, porque no lo hace”

Ciclo 'Palau ópera'

El contratenor francés estrena visita por primera vez el Palau de la Música como director de orquesta

Philippe Jaroussky, durante su última actuación en el Palau de la Música

Philippe Jaroussky, durante su última actuación en el Palau de la Música

Toni Bofill

Philippe Jaroussky es considerado el mejor contratenor del mundo gracias a un extenso repertorio barroco construido durante casi tres décadas, una faceta que combina desde el 2002 con su participación en el Ensemble Artaserse, y desde hace cinco años con su nueva “droga”: la dirección musical, en la que se inició al frente del propio ensemble, como explica en conversación telefónica. Con esta formación ha preparado la versión orquestal de Alcina, la ópera de Händel con la que se estrenará a la batuta en España para comandar las voces del contratenor Carlo Vistoli y la soprano Katrhyn Lewek.

¿Cómo surge la idea de Alcina?

Dirigir óperas que antes he cantado es una buena forma de comenzar, y después de años de cantar esta ópera con voces como Patricia Petitbon o Cecilia Bartoli y varios directores creé mi propia idea, cómo me gustaría hacer esta ópera y ayudar a los cantantes a desarrollar su carácter. Lo más emocionante de esta pieza, que ya hicimos en Montpellier y París, es que se trata de una nueva y gran Alcina. Kathryn tiene unas habilidades casi sobrehumanas en las notas altas que encajan con Alcina, una bruja con poderes mágicos. El resultado es eléctrico, ya dejó en shock a quienes la vieron en París. Además, como era la primera vez que la interpretaba creamos juntos el personaje, que ella soñaba interpretar desde hacía años. Me encantó ayudarla en este proceso, porque Alcina es una de las piezas más impactantes que escribió Haendel. Es una locura, la música es poderosa e imaginativa.

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Caí en ello hace dos semanas, tengo muchos recuerdos del Palau de la Música y sería extraño no pasar por aquí. Junto con Francia y Alemania, España es el país donde más he cantado, aunque cuando dirijo estoy tan ocupado que me olvido completamente de mi faceta como cantante. Además, escuchar a Carlo Vistoli como Ruggiero es una alegría, y puedo decir lo mismo del resto de voces porque están en muy buena forma. Cuando haces una ópera en noviembre siempre vas con miedo porque es cuando puedes tener más bajas, pero esta vez no es así, son buenos músicos, estables, y resulta fácil dirigirles.

Debe ser diferente dirigir un concierto que una ópera

No estás en el foso, los músicos están a la misma altura, es como hacer música de cámara. Como cantante es bueno en el escenario, con la orquesta en el foso, a veces tengo la impresión de que se trata más de una lucha que de hacer música juntos. Por eso es tan extenuante ser cantante de ópera, tienes que interpretar, proyectar la voz y seguir a un director que está lejos de ti, a veces tienes la sensación de que no controlas la situación. Por el contrario, en esta clase de conciertos la orquesta puede comunicarse con los artistas, y el hecho de estar en el mismo nivel no es solo algo físico, se nivela todo y resulta mucho más fácil hacer música. Sería fantástico hacer una gira de orquesta con Alcina y después subirla al escenario.

Estarían más conjuntados

El 95% de las veces que canto en una ópera tengo la sensación de que la orquesta siempre llega tarde. Es una cuestión de dinero y de tiempo, ensayamos en salas pequeñas y lo hacemos todo corriendo hasta el último momento.

¿Qué aporta su experiencia como cantante al papel de director?

En las arias de música barroca la orquesta interpreta casi todo antes que el cantante, por el ritornello. Estoy muy atento para encajar este ritornello a los sentimientos del cantante en cada instante, su dinámica y expresión. Esto es importante porque la orquesta construye el carácter del personaje que el cantante interpreta, y si no encaja nos estamos perdiendo algo. Es parte de mi obsesión, que el cantante encaje en el drama y no sobreactúe.

Que todo funcione en sincronía

Veo la dirección como parte de un triángulo formado por el director, la orquesta y el cantante. Con Alcina trato de ser consciente de que el cantante tiene su propia idea, sus aptitudes y su tempo, por eso hay momentos en que no utilizo mi tempo, sino el del cantante, porque es allí donde es mejor. Si decides marcar un tempo demasiado rápido para el cantante no dará lo mejor de sí. Yo mismo tengo la tendencia de utilizar tempi demasiado rápidos, es típico del barroco, estamos un poco locos con los “tempino”. Si nos paramos a pensar sobre esta dinámica, creo que el tempo será un poco más lento, no es necesario ir tan rápido todo el tiempo.

Esto es fruto de sus cinco años como director

Cuando empecé era más inflexible, como un metrónomo, pero ahora intento dar espacio a las personas, a la música. Me hice director porque tenía las ideas muy claras, y me encanta experimentar con ellas, dirigir es mi nueva droga.

¿Se maneja bien con los músicos en los conciertos?

 Cuando quieres tocar más fuerte en un pasaje, o quieres electrificar otro, y los músicos responden como quieres, es el mejor regalo que le pueden hacer a un director. Hace poco dirigí mi primera orquesta moderna en Montpellier, con la Mitridate de Mozart, y pude experimentar las diferencias con las orquestas barrocas, donde hablamos mucho, a veces demasiado. En cambio las orquestas sinfónicas se dirigen con gestos, y éstos deben ser muy precisos. 

Fue todo un aprendizale

Ahora dirijo mi orquesta de otra forma, intento ser más eficaz, obsesionarme menos por los detalles y enfocarme en la arquitectura, la expresión de la obra, dejar respirar a la música y permitir que los músicos se expresen. Alguien me dijo que seguía demasiado a los cantantes, por lo que debo encontrar el equilibrio a la hora de mover la energía. Pero si quiero progresar tengo que dirigir más, no puedo hacerlo solo una vez cada seis meses.

¿Dejará de lado el canto?

Lo más importante para mí es hacer música, no puedo imaginar mi vida sin música, pero sí puedo imaginarla sin cantar. Yo tocaba el piano y el violín, si hago música soy feliz, no me importa si es como cantante, como un mal pianista, o como director.

¿Siente que hay un interés creciente por la música barroca?

Creo que la cultura en general está en peligro, por lo menos en Francia. Desde la pandemia tenemos el debate sobre qué es esencial y qué no, y los presupuestos muestran que la cultura no es una prioridad, hay menos producciones operísticas y conciertos aunque el público continúa respondiendo. En ocasiones puedo entenderlo, porque no hay dinero para cosas esenciales como los hospitales, pero esto pone en peligro a la cultura. Es verdad que en los últimos 20 años hemos redescubierto muchas piezas, pero las que más éxito tienen continúan siendo las más famosas, y creo que Alcina entra en este apartado. Junto con Giulio Cesare, Ariodante, Rinaldo y quizá Agripina son las óperas más conocidas de Händel. Todavía no vemos Deidamia o Ottone porque para los teatros es demasiado arriesgado programar piezas desconocidas. Pero tenemos que pelear y ser optimistas, aunque nos esperan grandes cambios en los próximos diez años con la llegada de la inteligencia artificial.

Ahora Rosalía apuesta por la música sinfónica

Escuché Berghain, con la London Symphony Orchestra, y tengo sentimientos encontrados. Me gusta escuchar que a Rosalía le gusta la música clásica, porque tiene mucha influencia sobre la gente. Pero me irrita escuchar que canta ópera, porque no lo hace. Puede gustarte la forma en que Rosalía canta ese tema, pero no es ópera, y no soy muy optimista sobre la influencia que pueda tener para difundir el género. Sin embargo ella está tomando riesgos, no hace lo que la gente espera y eso no es malo. Además canta en 13 idiomas, ha demostrado que es una artista de mente abierta que trabaja duro, no solo una famosa. Es algo que respeto, como también respeto a Lady Gaga, tengo mis entradas para verla el mes que viene en París. Es una gran artística, me encanta su álbum con Tony Bennett, y también tiene un tono operístico en Abracadabra.

Mezclan ambos mundos

Soy un gran fan de Ella Fitzgerald, y por su puesto de Freddy Mercury, que era un gran fan de la ópera como demostró cantando con Montserrat Caballé. La compositora Nadia Boulanger tenía una escuela en París a la que todo el mundo quería ir, y tuvo a Quincy Jones de alumno, lo que enlaza la clásica con Michael Jackson. Hay buena música en todas partes, aunque en la música clásica tienes muchos genios. A veces toco al piano un nocturno de Chopin, o un preludio de Debussy, o un movimiento de sonata de Beethoven, o una pieza de Schumann, y me maravillo. No importa que toda esta gente esté muerta, sino cómo se sentían, qué sentían. La gente dice que es aburrida porque la compuso gente que esta muerta, pero eso no me importa, todavía es un monstruo. Y no pequeño como el de Lady Gaga, es un gran monstruo. 

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