Palau 100 Orquesta Filarmónica de Tokio
Intérpretes: Maxim Vengerov, violín; Myung-Whum Chung, director
Lugar y fecha: Palau de la Música Catalana (6/XI/2025)
Esta destacada orquesta japonesa, la más antigua de su país, nos visita en su gira europea con dos figuras de reconocido prestigio internacional. El coreano Chung, uno de los muy buenos directores de los últimos tiempos, y el gran violinista Vengerov con su Kreutzer-Stradivarius, qué sonido tan cálido, sin aristas, precioso en el agudo. Claro, siempre depende del violinista que, en este Concierto en Re mayor de Chaikovski, se siente como en casa, con elocuencia expresiva sin forzar la frase, y acompañado de una orquesta atenta, muy formal, con excelentes maderas, con las dinámicas muy cuidadas por el director, y un sonido global que –salvo algunos acentos muy marcados en metales al comienzo- supo encontrar su camino en un gran equilibrio.
La consagración de la primavera de Stravinsky fue un modelo de equilibrio, con protagonismo de un director que modeló ritmo e incidió en la variable del color en la inmensa paleta stravinskiana de la primera parte de la obra, tratando sonido y expresión en su justa medida.
La intensidad melódica, participaciones muy acertadas de las violas y la eficacia de los metales, y los buenos solistas de maderas, fueron construyendo momentos de gran belleza
La intensidad melódica, participaciones muy acertadas de las violas y la eficacia de los metales, y los buenos solistas de maderas, fueron construyendo momentos de gran belleza en el transcurso de la obra. Subrayaron lo pesante, el fraseo elocuente y amplio, los momentos brillantes muy ágiles además, lo trepidante y, un elemento a valorar, el tratamiento rítmico, de acentos, que nunca fueron prioridad en cuanto a ser especialmente subrayados, y que en la intensidad del discurso en cambio brillaron con naturalidad.
La orquesta actuó el pasado 6 de noviembre
Es una de las particularidades de este veterano director, que traduce la obra en una dimensión interior distante de lo espectacular y lo banal y que lo hace con una orquesta muy disciplinada y de calidad.
Así, disfrutamos de dos muestras muy diferentes de la gran música rusa de los tiempos en que los rusos aún hablaban francés, la intensidad melódica y la rica paleta orquestal de Chaikovski, y la rítmica y el color desbordantes de Le Sacre de Stravinsky
