Con alma propia

Crítica de arquitectura

En los perímetros urbanos abundan los edificios de viviendas sociales sin alma, pero, en ocasiones, algunos bloques pueden convertirse en una agradable sorpresa

39 Viviendas en Entremutilvas 46 Viviendas en Ripagaina Arquitectos: J. Pérez Herreras y F.J. Quintana de Uña (Taller básico de arquitectura) y M. Alonso, R. Erviti y M. Escorihuela (MRM Arquitectos) Ubicación. Plaza Pagadi (Entremutilvas) y Calle Madrid 3-5-7 (Ripagaina). Pamplona.

Imagen del edificio de viviendas de Ripagaina

LLM

Arquitectos: J. Pérez Herreras y F.J. Quintana de Uña (Taller básico de arquitectura) y M. Alonso, R. Erviti y M. Escorihuela (MRM Arquitectos)

Ubicación: Plaza Pagadi (Entremutilvas) y Calle Madrid, 3-5-7 (Ripagaina). Pamplona

En los perímetros urbanos abundan los edificios de viviendas sociales sin alma. La codicia, los bajos presupuestos, el recurso a proyectos adocenados o la mera incapacidad arquitectónica pueden propiciar construcciones de nulo interés. Pero en ocasiones, mediando el concurso de arquitectos con capacidad y compromiso, algunos bloques pueden convertirse en una agradable sorpresa.

Mencionaremos aquí dos propuestas para la entidad pública Nasuvinsa, firmadas en Entremutilvas y Ripagaina, barriadas de la zona metropolitana de Pamplona, por los equipos MRM y Taller Básico de Arquitectura. Son formalmente muy distintas entre sí, pero las hermana la atención al lugar, la innovación, la conciencia medioambiental y una cuidada construcción.

En Entremutilvas, allí donde la ciudad linda ya con el campo, dichos equipos han construido un edificio de 39 viviendas con planta en L y estructura mixta de hormigón, madera y acero, elevada sobre un garaje que dispone de iluminación y ventilación naturales. Los autores valoran la madera, material en boga, pero aquí han reducido su uso a la mitad y lo han combinado con otros, convencidos de que se debe recurrir a cada material con naturalidad, atendiendo al mejor servicio que pueda dar.

Las dos fachadas exteriores de la L, orientadas al suroeste, coronadas por un alero de madera, con un ritmo de ventanas regular y revestimiento oscuro, parecen ensimismadas. Por el contrario, las otras dos, soleadas desde el amanecer, abrazan un amplio jardín de lavanda y cuentan con galerías corridas, que retrasan las viviendas, atenúan la insolación con persianas alicantinas y crean un espacio intermedio. Una de ellas remata su extremo en ángulo agudo y aporta dinamismo al volumen.

Las viviendas de Ripagaina, sobre planta curva, ganaron su concurso, también de Nasuvinsa, bajo el lema “Entre cortinajes”, que alude a una fachada principal con celosía metálica de volúmenes cambiantes. Su color blanco y sus terrazas y retranqueos la convierten desde primera hora de la mañana en una especie de lámpara que refulge en un entorno arquitectónicamente anodino: una celebración de la vida. En contraste, la fachada trasera es toda de hormigón, primorosamente encofrado in situ, con un ritmo de ventanas sutilmente abocinadas, que le dan un aire de mineral cristalizado, adecuado, según los autores, para confrontar con los espacios verdes colindantes. Las fachadas laterales combinan los elementos y materiales de las otras dos ya descritas.

Tanto en una construcción como en la otra, los autores han dado la batalla para conseguir edificios de viviendas de alquiler social con alma propia, a diferencia de los mencionados en el primer párrafo. Y, una vez visitados, cabe afirmar que han logrado su objetivo.

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