Jago: “Mi objetivo no es ser una copia de Miguel Ángel, sino la mejor versión de mí”

ENTREVISTA

El escultor italiano, convertido en fenómeno viral, reflexiona sobre el mármol, la soledad y la libertad creativa con motivo del estreno del documental 'JAGO: El nuevo genio de la escultura'

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En un mundo de imágenes fugaces, el escultor italiano Jago defiende la quietud como una forma de “revolución”

A contracorriente Films / EFE

Conocido como “el nuevo Miguel Ángel”, Jago (Jacopo Cardillo, Frosinone, 1987) es un escultor italiano que transforma el mármol con la maestría de los grandes clásicos y la visión inquieta de un creador contemporáneo. Sus piezas, tan realistas como perturbadoras, han alcanzado notoriedad mundial y son analizadas como ejemplo de unión entre la tradición escultórica, la espiritualidad y la comunicación en redes sociales. Conversamos con un artista que entiende el arte como un puente capaz de aproximar miradas, generaciones y silencios; alguien que prefiere comprender antes que juzgar y que cree firmemente que la curiosidad y la capacidad de ofrecer nuevas perspectivas pueden transformar hasta los gestos más inesperados.

La Vanguardia: ¿Cómo fue verse convertido en el protagonista de un documental? ¿Le resultó extraño que alguien observara su proceso creativo desde fuera?

Jago: Fue curioso, raro y conmovedor a la vez. Tener a alguien siguiéndome mientras trabajo es delicado, porque no quiero que interfiera. Luigi (Pingitore, el director) lo hizo muy bien: estaba presente, pero desaparecía en el momento justo. Verme después en pantalla ha sido una lección; entender mi proceso desde el punto de vista de otro ha sido casi una pequeña escuela.

LV: ¿Le ha cambiado en algo esa experiencia?

J: Sí, me ha hecho más consciente de lo que significa observar tu propio trabajo desde fuera y del privilegio que supone ver el “detrás de las cámaras” de tu creación.

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Un momento del rodaje en el estudio del artista, una antigua iglesia en Nápoles 

A contracorriente Films / EFE

LVEl mármol exige tiempo, fuerza y precisión absoluta. ¿Qué le enseña cada bloque cuando empieza a trabajarlo?

J: Que estoy solo. Al principio todos te apoyan, pero cuando te plantas ante el bloque desaparecen. Has prometido algo y ese compromiso es solo tuyo. La escultura te obliga a mirarte hacia dentro: lo que encuentras puede ser hermoso o abismal.

LV: ¿Esa soledad forma parte del proceso?

J: Totalmente. Caminas en equilibrio entre esos dos universos internos. Y aprendes a ejercitar el silencio en un mundo que exige inmediatez. La escultura necesita tiempo, como todo lo que de verdad merece la pena.

LVMucha gente le llama “el nuevo Miguel Ángel”. ¿Esa comparación le pesa?

J: Se equivocan.

LV: ¿No le condiciona que exista esa expectativa?

J: No. Mi objetivo no es ser una copia de nadie. Puedo inspirarme en otros para encontrar mi propio camino, pero vivimos en siglos distintos: no tiene sentido la comparación. Admiro a los maestros del Renacimiento y quiero seguir aprendiendo toda mi vida, pero desde mi lugar.

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La versión de la Pietà, obra del escultor Jacopo Cardillo

A contracorriente Films / EFE

LV: Trabaja con técnicas clásicas pero se comunica a través de las redes sociales, donde se maneja con enorme soltura. ¿Cómo conviven tradición y modernidad en su arte?

J: Para mí las redes son una herramienta más, como el cincel o el martillo. Si quiero comunicar algo, puedo hacerlo con mármol, con arcilla o con Instagram. Lo importante es el mensaje.

LV: ¿Usa las redes para acercarse al público?

Sí. Si quiero que alguien me entienda, primero tengo que escuchar. Da igual el medio: todo puede funcionar junto. Trabajo de forma tradicional, pero puedo volcar ese proceso en redes y convertirlo en comunicación.

LV: En el documental le vemos invitando a su estudio a unos jóvenes que vandalizaron una de sus esculturas. ¿Por qué decidió reaccionar así?

J: Porque cuando tenía su edad yo era peor. No puedo juzgarles. Me interesa entender qué emoción hay detrás de un gesto así. En una plaza pública puede pasar cualquier cosa: como que un perro se mee en la escultura, cosa que también ocurrió. No es personal.

LV: ¿Ese encuentro cambió su visión sobre cómo los jóvenes conectan con el arte?

J: Me confirmó que todos tenemos algo que decir. Quise mostrarles el proceso de la Pietà para ver si esa energía que usaban de una forma podían reconducirla. Y funcionó. Era importante no convertir el incidente en un espectáculo televisivo. Es solo piedra: lo valioso es lo que puedes comunicar a partir de lo que sucede.

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La escultura de Jago titulada 'Mira hacia abajo' y que representa un feto con una cadena, fue instalada en el centro de la Piazza Plebiscito en Nápoles, donde la gente podía interactuar con ella

Marco Cantile / Getty

LV: ¿Qué le gustaría que se recordara de su obra dentro de cien años?

J: No pienso en esos términos. Intento hacer algo bueno ahora, aunque desaparezca. Si alguna obra mía conserva un significado capaz de hablarle a alguien dentro de mucho tiempo, será suficiente.

LV: Entonces, ¿el sentido está en el presente?

J: Sí. La escultura es una herramienta para entenderme a mí mismo. Compartir el proceso me permite construir dinámicas humanas nuevas, y eso es incluso más interesante que la obra acabada.

LV: ¿Tiene alguna escultura soñada que aún no haya podido crear?

J: Mi problema no es crear lo que sueño: es encontrar tiempo para hacerlo todo. Quizás mi mayor deseo ahora es terminar el museo de Nápoles al mejor nivel.

LV: ¿Qué le inspira de ese proyecto?

J: Ayer mismo conocí a diez chicos jóvenes que trabajan allí. Me emociona verles cuidar de mis obras y transmitir historias a los visitantes. También estoy trabajando en una gran escultura de mármol que será el centro de la exposición. Es mi deber, y quiero estar a su altura.

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