García Montero, el Blanquerna bilingüe

“Cruza la gente y habla / en un hermoso idioma que me cuesta / trabajo comprender. / Y sin embargo / esta ciudad es mía, / pertenece a mi vida como un puerto a sus barcos”. Estos versos de Luis García Montero, pertenecientes a su poema Pasear contigo fueron el emblema de la ceremonia en la que el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, le entregó el premio Blanquerna ayer en Madrid.

A partir de esos paseos reales y literarios por Barcelona, el director del Instituto Cervantes, nacido en Granada en 1958, empezó a interesarse por la cultura catalana, primero a través de la obra de autores en castellano como Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral, Juan Marsé y José María Castellet. Y más tarde, en su decidida labor de pontífice de las letras hispánicas, leyendo en catalán a Joan Maragall, Vicent Andrés Estellés o Pere Quart y, ya entre sus contemporáneos, a Miquel de Palol, Àlex Susanna, Pere Rovira, Carme Riera y su añorado Joan Margarit.

Illa: “Los inmigrantes son personas con nombre y apellido y no vienen solo a limpiar casas y poner ladrillos”

“Estoy, como ustedes comprenderán, emocionado”, empezó diciendo García Montero tras recibir el premio de manos del president Illa, con el recuerdo en mente de los amigos que, como Margarit, de quien glosó uno de sus versos más célebres –“la llibertat és una llibreria”–, viven con él pero a los que ya no puede llamar por teléfono.

Y con aquella ciudad bilingüe de Barcelona en la memoria, el poeta granadino, con tíos y primos en Catalunya, desgranó en su discurso los valores del diálogo y la fraternidad entre culturas por los que el jurado le ha concedido el galardón.

La Generalitat de Catalunya distingue al poeta Luis García Montero con el XX Premio Blanquerna en el Palacio de Neptuno de Madrid.

Luis García Montero recibiendo el premio Blanquerna de manos de Salvador Illa

Jesús Hellín / STUDIOMEDIA19

“Por todo esto, siempre me ha resultado muy difícil que se utilicen las lenguas maternas para crispar las relaciones políticas en territorios bilingües donde cualquier conciencia nacional debería resultar inseparable del conocimiento de una historia compartida”, dijo García Montero en uno de los pasajes con más carga política de su solemne discurso.

Pero si el director del Cervantes deploró las “malas intenciones” de los que quieren “abrir heridas” y, de forma vaga, aseguró que otro destino es posible, ya que es “sentimentalmente más razonable”, Illa, que habló al final del acto, concretó la dimensión política de un galardón que, reconoció, hace más feliz al que lo entrega que al que lo recibe, porque supone la recuperación de una relación que se había roto durante los años del proceso independentista.

El president se felicitó por regresar a Madrid para “tejer lazos entre la sociedad catalana y la española en general y la madrileña en particular”, que es a lo que aspira el Blanquerna desde su creación en 1994, cuando el galardonado fue el director de la Real Academia Española, Fernando Lázaro Carreter.

Así que, después de ocho años de prolongado barbecho, y con el último premiado, el exseleccionador español Vicente del Bosque, en el auditorio, Illa no dudó en exhibir el triunfo de la mayoría que quiere y cree en el entendimiento de Catalunya y el resto de España y, en un arrebato de lirismo acorde con la velada, afirmó que “el ruido desaparece y la poesía, como la verdad, permanece”, en alusión a la crispación del pasado.

Las referencias del presidente de la Generalitat, quien, como el resto de los oradores, alternó el catalán y el castellano, a la España plural y diversa compartida por todos y el rechazo a los “extremismos uniformadores” alcanzaron el mayor voltaje en su particular combate con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, a la que aludió sin nombrarla al defender la convivencia, también con los inmigrantes, que “son personas con nombres y apellidos que contribuyen al progreso de la sociedad”, argumentó, y “no vienen solo a limpiar casas, poner ladrillos o recoger cosechas”.

La ceremonia concluyó con un recital de Paco Ibáñez que sintetizó el espíritu plurilingüe del premio –y de España– en el que el cantautor, hijo de madre vasca y padre valenciano, utilizó las cuatro lenguas oficiales: Pello Joxepe , en euskera; L’home del carrer , de Quico Pi de la Serra, en catalán; Chove , de Celso Emilio Ferreiro, en gallego; y Érase una vez , de José Agustín Goytisolo, en castellano. Canciones a las que añadió su mítica versión de A galopar , de Rafael Alberti, coreada por los asistentes, con la delegada del Govern, Núria Marín, en primera fila actuando como anfitriona. 

Y además de ella, figuras preeminentes de la familia socialista, como la presidenta del Congreso, Francina Armengo; el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños; el consller de la Presidència de la Generalitat de Catalunya, Albert Dalmau, entre otras muchas personalidades.

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