Oques Grasses ‘very fuet’

Oques Grasses ‘very fuet’
Escritor y enigmista

Los que solo invocan a santa Bárbara cuando truena han corrido a Spotify a comprobar quiénes eran estos chicos que, en un abrir y cerrar de ojos, han vendido 220.000 entradas para dentro de casi un año. Oques Grasses son un grupo muy consolidado que nació hace más de una década a partir del proyecto creativo de Josep Montero, musicalmente construido por los alumnos osonenses de la Esmuc Arnau Altimir (batería), Joan Borràs (teclado), Guillem Realp (bajo), Miquel Rojo (trompeta) y Josep Valldeneu (saxo). El último en incorporarse fue Miquel Biarnés, que es de Ascó y toca el trombón, y lo hizo de una manera que define la naturalidad que los caracteriza. Para presentar el primer disco, Un dia no sé com , ficharon a tres percusionistas para poder montar una batucada. Uno de ellos, en pleno ensayo, se sabía una canción lenta del disco llamada Senzilla y se la puso a cantar de cabo a rabo. Montero le dijo, medio en broma, que por la noche lo haría subir al escenario. En efecto, a la hora del concierto, llamó a Biarnés por el micro, el de Ascó la cantó, lo ficharon y así hasta hoy, de modo que será uno de los sietes Oques del Estadio Olímpico.

El éxito de Oques Grasses se fundamenta en una naturalidad imaginativa, la singularidad vocal de Montero, las letras en un catalán de Osona very fuet con incrustaciones en inglés, la calidad musical del grupo y un espíritu ( xai ) descarado que arrastra públicos diversos con unos ritmos que hacen bailar tanto las neuronas como las caderas. Cuando en 2014 acababan de presentar su segundo disco, en una conversación con Montero y Biarnés para la revista Esguard les pregunté qué pensaban de los grupos que hacían discursos desde el escenario. Montero dijo que los músicos hacen música, que respetaba a quienes lo hicieran, pero que a él, sobre el escenario, no le gustaba dar discursos sobre cómo se tiene que cambiar el mundo, sino cantar su música. “Si queremos hacer política –añadió–, podemos ir a un sitio donde se haga política, ponernos allí y hablar”.

A Montero sobre el escenario no le gusta dar discursos sobre cómo se tiene que cambiar el mundo, sino cantar su música

Es la primera vez que un grupo que canta en catalán llena cuatro estadios. El éxito es fruto de su talento artístico, pero también de la reconversión de la industria exdiscográfica en promotora de conciertos. En este caso, tras un largo descanso, corrió el rumor de que el concierto de castañada en el Cabró Rock de Montmeló sería el último y ese día ellos se limitaron a decir que no. El alivio generalizado de sus fans dio paso al anuncio del macroconcierto de despedida en el Estadi. El primero de los cuatro. El no pero sí y el sí pero no siempre es sexy. Además, la experiencia de despedir a tu grupo viene precedida por la que ofrecen los rituales digitales de compra (muuuy) anticipada con protocolos de videojuego que ayudan a fomentar el FOMO. Very fuet !

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