L’elisir d’amore ★★★✩✩
Autoría: Gaetano Donizetti
Dirección musical: Diego Matheuz
Dirección escénica: Mario Gas
Reposición: Leo Castaldi
Intérpretes: Marina Monzó, Michael Spyres, Carles Pachon, Fabio Capitanucci, Núria Vilà
Lugar y fecha: Liceu (24/XI/25)
Debut-rol de un Michael Spyres en plenitud de facultades como Nemorino, reparto homogéneo y estiloso para el estreno del reparto alternativo del Elisir d’amore, en el Liceu hasta el 15 de diciembre. La actual crisis de voces de tenor en los escenarios internacionales hacen de Michael Spyres debutando en el Elisir un acontecimiento vocal de máximo interés. Si se suma su debut como Tristan en la nueva producción del Met en cuatro meses, la gesta se torna histórica.
El tenor de Misuri, nacido en 1979, mostró un mórbido timbre baritenoril de color oscuro, con un registro uniforme de gran proyección, que le dio a su protagonista un atractivo realce dramático. De fraseo y articulación correctas, su estilo belcantista no será el más idiomático, pero se llevó la función por carisma vocal y dominio de la tesitura sin paliativos. Un debut liceísta a mayor gloria de un cantante excepcional, en el Walhalla de los top-tenores actuales, quien combina con excelencia repertorio barroco, lírico francés, óperas de Mozart, opereta y musicales. Una fuerza de la naturaleza que bien vale un Elisir.
Primer rol liceísta de la demandada soprano valenciana Marina Monzó, otro notable debut, quien fue una Adina de vocalidad elegante, belcantismo fino y empática presencia. El barítono catalán Carles Pachon fue un Belcore de considerable autoridad vocal, personalidad escénica y distinción canora. El Dulcamara de Fabio Capitanucci, de austera comicidad pero de clara articulación y fraseo, convenció un público que se vuelve loco con el final a modo de bis desde platea. Un regalo de Mario Gas, presente en la función y en los saludos finales, de gran efectismo teatral. Núria Vilà (Giannetta), completó el reparto con profesionalidad. Diego Matheuz resolvió desde el podio una lectura irregular. Tempi belcantista con caídas de tensión, fraseos aletargados y fogonazos de belleza lírica desde el foso.
