No es nada fácil encontrar restos de mulas en el Mediterráneo occidental antes de la época romana. Aunque estos animales, híbridos estériles que son el resultado de cruzar una yegua (Equus caballus) y un burro (Equus asinus), probablemente se comenzaron a criar en la Península Ibérica a partir del siglo VIII antes de Cristo.
Un equipo de investigadores de la Universitat de Barcelona acaba de descubrir la mula más antigua de toda Europa occidental, una hembra que fue enterrada en Hort d’en Grimau (Castellví de la Marca, Alt Penedès) junto a una mujer parcialmente incinerada durante la Edad del Hierro Temprana (siglos VIII-VI antes de Cristo).
El équido era una mula
Los cuerpos de ambas se depositaron en un silo o foso de almacenamiento de apenas 93 centímetros de profundidad y fueron descubiertos durante una excavación arqueológica realizada en 1985. Cuarenta años después, los análisis genéticos realizados han determinado que el équido era una mula y no un burro como se creía previamente.
Según explican los expertos en un artículo publicado en el número de febrero de la revista Journal of Archaeological Science: Reports, el animal adulto era de pequeño tamaño y estaba prácticamente completo, con 712 fragmentos óseos, colocado sobre su lado derecho a lo largo de la pared oriental del foso, con la cabeza torcida hacia atrás.
La mula estaba enterrada por encima del cuerpo de la joven
Por debajo, entre un lecho de piedras y cenizas, la mayor parte de los restos de la chica joven de entre 20 y 25, un total de 687 fragmentos, presentaban decoloraciones negras y marrones por la exposición a bajas temperaturas, lo que indica que fue parcialmente quemada antes de entierro.
Este ritual contrasta con la norma funeraria de la época, que consistía en la cremación completa del cuerpo y el depósito de las cenizas en una urna. Cerámica artesanal y un fragmento de ánfora fenicia encontrados en una estructura cercana ayudaron a situar la sepultura en la Edad del Hierro Temprana.
La introducción masiva del burro (o asno) doméstico en la Península Ibérica se asocia con la llegada de los fenicios, que introdujeron sus redes comerciales en el siglo VIII antes de Cristo. Estos contactos habrían propiciado la cría de mulas, un complejo proceso que requiere mantener poblaciones separadas de caballos y burros, así como conocimientos especializados para lograr el cruce.
El animal d’Hort d’en Grimau presentaba un mosaico de rasgos que no coincidían plenamente ni con el caballo ni con el burro, recuerdan los expertos. La duda continuó durante décadas hasta que los avances en las técnicas de ADN antiguo permitieron resolver el enigma.
Una mula utilizada para labrar en Poboleda
Se extrajeron 430mg de polvo de hueso de la región petrosa (un hueso craneal muy denso que favorece la conservación del código genético) y se llevaron al Centro de Antropobiología y Genómica de Toulouse para su análisis. Los resultados fueron concluyentes.
El genoma nuclear del ejemplar mostró una mezcla casi perfecta: 52,05% de ascendencia equina y 47,95% de ascendencia no equina (como el asno). Su ADN mitocondrial, que se hereda únicamente de la madre, se situó con 100% de certeza dentro del linaje equino, identificando a su progenitora como una yegua.
Un animal de más de ocho años
El estudio zooarqueológico reveló que la mula era un animal viejo, de más de ocho años, y de pequeño tamaño. Las estimaciones de la altura a la cruz basadas en diferentes huesos oscilan entre 105 y 126 centímetros. Pero aún más reveladoras son las patologías que presentaba el animal.
En sus mandíbulas se observaron lesiones que podrían estar provocadas por el uso de una embocadura. El primer premolar inferior derecho estaba extremadamente desgastado y el izquierdo lo había perdido durante su vida. El animal también presentaba sobrecrecimiento en la parte posterior de un molar, signo de maloclusión dental.
La mula descubierta era utilizada para montar
En el hocico, por otro lado, se documentaron surcos y remodelación ósea. Todos estos cambios coinciden con las descripciones de estrés mecánico causado por muserolas (correas) excesivamente apretadas, un dispositivo común en los aparejos de montar antiguos.
“La presión excesiva sobre la nariz y las mejillas provoca hipertrofia de los músculos nasales e inflamación de las arterias y nervios faciales, hasta el punto de dañar el tejido óseo”, detallan los expertos de la Universitat de Barcelona, confirmando que la mula era utilizada para montar.
Una dieta rica en cereales
Los análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno indican que su dieta era rica en cereales y alimentos procesados, lo que apunta a una alimentación con forraje proporcionado por humanos. “La mula de Hort d'en Grimau es un caso excepcional, el ejemplo más antiguo de hibridación equina en el Mediterráneo occidental y la Europa continental”, escriben.
El yacimiento de Castellví de la Marca, en la provincia de Barcelona, no es un caso aislado, aunque muy poco común. En el Penedès y zonas cercanas, se conocen otros cuatro enterramientos en silos del mismo período que también incluyen restos de équidos.
En el Turó de la Font de la Canya (Avinyonet del Penedès), una joven fue enterrada con un cráneo de équido. En Mas d'en Boixos (Pacs del Penedès), dos hombres fueron sepultados con un diente y un omóplato. Y en Can Roqueta, dos hombres adultos fueron inhumados junto con caballos completos. Todos estos yacimientos comparten la presencia de materiales fenicios, un detalle que parece crucial.


