Alcohol, lucha libre y golpes de Estado

Literatura

El salvadoreño Horacio Castellanos Moya recrea en ‘Cornamenta’ los tormentos de un hombre que lucha contra el alcoholismo y tiene una peligrosa aventura con la esposa de un general

Horacio Castellanos Moya, fotografiado el pasado mes de junio en Barcelona

Horacio Castellanos Moya, fotografiado el pasado mes de junio en Barcelona

ÀLEX GARCIA

Clemen tiene dos aficiones en la vida: la lucha libre de forzudos (a la mexicana), y sus reuniones de Alcohólicos Anónimos (AA). Es un antiguo cómico televisivo al que todo el mundo en El Salvador recuerda y se ha reciclado exitosamente como ejecutivo publicitario. Casado y con hijos, la angustia le corroe al tener indicios de que un importante general sospecha que se entiende con su esposa (lo cual es cierto). Estamos en 1972, en la calle hay protestas por el fraude electoral, rumores de golpe de Estado… Con Cornamenta (Random House), octavo título de la ‘saga Aragón’, el salvadoreño Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, 1957) -una de las estrellas de la recién inaugurada FIL de Guadalajara- ha escrito uno de los libros más absorbentes del año.

Sobre el conjunto de la saga, que se inició en 2003 con Donde no estén ustedes (2013), el autor explica que “ahí apareció la primera vez un personaje que se llamaba Alberto Aragón, un exdiplomático alcoholizado, que se suicida en México. Después escribí Desmoronamiento (2006), sobre la familia Mira Brossa, ahí conocimos a Clemente Aragón, quien vuelve a salir en Tirana memoria (2008) como un personaje, si no secundario, opacado por su madre. Es alcohólico anónimo y, en esta nueva novela, aparece dirigiendo dos grupos de AA, el de personas que son del alto mando militar y el de luchadores del ring”.

Pero ¿existieron grupos de AA compuestos por militares de alta graduación? “Existieron –zanja, sin atisbo de duda-. En México tuve contacto con un militar que sobrevivió al intento de golpe de Estado de 1972 en El Salvador. Y él me contó esa conjura, que se fraguó dentro de un grupo de Alcohólicos Anónimos. Esa generación de militares se había alcoholizado tanto que todos habían entrado en AA. Y el golpe de Estado que se produce después de los hechos de la novela es simplemente la lucha entre dos grupos diferentes de alcohólicos anónimos”.

'Desmoronamiento'

Castellanos Moya novela una
guerra que empezó en el fútbol

XAVI AYÉN
Horacio Castellanos Moya, en el año 2006

El protagonista vive aterrorizado de que descubran que se entiende con la mujer de un general. Como en otras novelas de Castellanos Moya, lo que mandan aquí “son básicamente las pasiones. Las novelas son sobre el ser humano, lo histórico es nada más que un paisaje de fondo. Si no, no tendría mayor sentido para mí, una reconstrucción histórica la puede hacer cualquiera. Yo creo que la literatura como ejercicio de invención y de libertad, es básicamente la posibilidad de entrar en las profundidades del ser humano, en sus contradicciones”. Como las de Clemen, “un hombre con alguna fe religiosa, devoto del Cristo Negro de Esquipulas, con alguna bondad también, ayudando a la gente, pero al tiempo dominado por la lujuria, un hombre que vive el adulterio con total normalidad, pareciera, hasta que se mete en este problema”. Esas situaciones generan sonrisas en el lector: “Los personajes generan humor porque viven sus contradicciones en un estado de inconsciencia que a uno solo le puede dar risa”. Clemen mantiene una relación conflictiva con su esposa Esther “porque tienen incompatibilidad de carácter, pero al mismo tiempo es su toma de tierra, su base material. Su amante Blanca es la fantasía lujuriosa que de pronto se hace realidad y se da cuenta de que no hay peor cosa que eso, que le lleva a situaciones muy incómodas”.

El poder del lenguaje en esta obra con una voz narrativa obsesiva consigue que hasta los hechos banales parezcan fascinantes. “Cuando la mente te atormenta te hace pensar y fijarte en detalles que normalmente pasarías por alto. El personaje, en esa situación de tensión nerviosa, de paranoia, de exacerbación, se fija en tantas cosas que todo le llama la atención. Es lo que se llama la literatura de situaciones extremas, que lleva una enorme carga de tensión narrativa”. Lo que se suma a la parte onírica, que refleja los miedos de Clemen: “Los sueños que uso tienen un componente de misterio y otro completamente sujeto a la trama, no es una digresión sino que tiene que ver con aquello que lo atormenta”.

Los militares, aquí, forman parte de “la clase media alta. Ningún militar era clase alta en aquella época, sino servidores de la clase alta, de la oligarquía”. Casi siempre los encontramos en sus libros porque “es difícil no ponerlos, es la única institución que ha permanecido y han dominado la vida salvadoreña. Ahora mismo, por ejemplo. Los partidos políticos vienen y van y desaparecen, el poder legislativo y el judicial casi siempre están sometidos a los militares. Son sociedades en que la fuerza de las armas todavía es muy importante”.

Uno de los hechos históricos narrados en 'Cornamenta': el fraude electoral que hizo presidente a Arturo Armando Molina frente a José Napoléon Duarte

Uno de los hechos históricos narrados en 'Cornamenta': el fraude electoral que hizo presidente a Arturo Armando Molina frente a José Napoléon Duarte

LV

La parte bondadosa de Clemen le conduce a estar permanentemente de guardia para salvar a sus compañeros que recaen en la bebida. “Es militante de eso, un hombre entregado a su causa anti-alcohólica. Hay una idea de fondo y es que cada uno de nosotros es varias personas”. ¿En los escritores, más? “Sí, nosotros corremos el riesgo de hacernos esquizofrénicos porque nos metemos en personajes tan contradictorios y tan extremos que, a veces, nos cuesta el viaje de regreso, es decir, cuando yo termino esta novela y regreso de la mente de Clemente Aragón, no sé en verdad si voy a regresar sano”.

Hay un elemento de novela negra, pues el lector se pregunta: ¿qué ha pasado? ¿por qué ha muerto el luchador? “Se puede hablar de novela negra –admite- pero más bien para mí manda el factor de la tensión y el enigma que te despierta, junto al hecho social-político de la justicia sin resolver. Estas son sociedades donde los crímenes casi siempre quedan sin resolución, porque los aparatos de justicia están comprados, son corruptos, responden a intereses muy específicos”.

Residente en EE.UU, donde imparte clases en el mítico taller literario de la Universidad de Iowa, admite que “prefiero no ir a El Salvador porque desde 2022 hay estado de emergencia, que te quita todos los derechos ciudadanos. Se te puede capturar sin ningún tipo de marco jurídico. Yo no me siento seguro visitando el país porque cualquier vieja o nueva enemistad te puede denunciar anónimamente y te capturan y pasas seis meses desaparecido, no hay habeas corpus, no hay nada. El sistema de justicia está totalmente a disposición del Gobierno”.

Esa generación de militares se había alcoholizado tanto que el golpe de Estado de 1972 es la lucha entre dos grupos diferentes de Alcohólicos Anónimos”

Si Castellanos Moya tuviera que identificarse con algún personaje de esta serie, dice que sería con Erasmo Aragón, en ‘Cornamenta’ solo un niño que responde como Erasmito. ¿Continuará la saga? “Sí, quiero situar a los personajes ya en el siglo XXI, viejos, acabados. Narrar su derrota final”.

El mundo, de raíces mexicanas, de la lucha libre escenificada se refleja con detalle. “Algunos luchadores son reales, a otros les cambié el nombre porque tienen familia y están vivos. Hubo varios luchadores así en El Salvador, tenían que tener otro trabajo porque con la lucha no les alcanzaba. El Apache es real, era policía y lo mató la guerrilla, tal como se dice ahí, por torturador. Incluso aparece en un poema de Roque Dalton”.

¿Qué hacía Castellanos Moya en esa época, 1972? “Yo tenía 14 años, iba a un colegio católico. Cuando se dio el golpe de Estado, el 26 de marzo, unos días después de los hechos de la novela, sí lo recuerdo porque hubo combates, se peleó… Me marcó porque fue una situación de mucha violencia, se bombardeaban los cuarteles. Es igual que la guerra con Honduras en 1969, recuerdo los aviones que tiraban bombas. Muchos de esos recuerdos los meto en las novelas”.

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