Xavier Bosch se sube la manga de la camisa y muestra la piel de gallina. Está acostumbrado a asistir a clubes de lectura, presentaciones y festivales, pero no a institutos. “El público es muy distinto y no sabía qué iba a encontrarme si iba una. ¿Les gustará leer? ¿Se aburrirán si me pongo a hablar de literatura?”. Las dudas eran razonables pero no tan grandes como para echarle para atrás, así que cuando la delegación barcelonesa que viaja estos días a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en México, la cita editorial más grande del mundo en español, le propuso de visitar una escuela para hablar con un grupo de jóvenes de sus historias, dijo que sí.
El centro en cuestión es la Preparatoria ocho, a unos cuarenta minutos en coche de la feria. La profesora de literatura Natzllely Casillas va a buscar al autor a su hotel a las 10 de la mañana con su propio coche para que así no se preocupe de buscar transporte. La implicación es máxima. “Hace quince años que colaboramos con la FIL y que realizamos esta actividad. A los chicos les encanta. Siempre leemos con anticipación las novelas del escritor que nos visita e investigamos acerca de él. Consultamos su biografía, sus redes sociales, sus vídeos de charlas, si es que tiene, en Youtube… Pronto se vuelve un conocido para nosotros”.
El escritor Xavier Bosch en la Preparatoria ocho, en Guadalajara, México
El vínculo acaba siendo tal, que al alumnado le sale del corazón preparar unos presentes para cuando Bosch venga. El primero no tarda en aparecer: un gran mural en una de las paredes del aula. El catalán saca el teléfono y le toma fotos. Luego, más tarde, en la FIL las enseñará a sus colegas: “Mira, es un collage repleto de frases de mis libros y de imágenes que recuerdan a mis tramas”. De nuevo, la piel de gallina. El segundo regalo es un ramo de flores y el tercero se destapará dos horas después, al final de su charla: la satisfacción de toparse con un grupo de personas que se han implicado al máximo para conocerle y que conocen de memoria sus personajes.
Tienen todos entre 15 y 18 años y preparan su bachillerato. Casillas confiesa que todos son muy buenos lectores. “Nuestra preparatoria es general. Me refiero a que hay todo tipo de asignaturas. Lo que ocurre es que, por la plantilla docente, gran amante de las letras, hay una cierta especialización en literatura. A cada preparatoria, sin que esto sea de forma oficial, le ocurre. Unas miran más por las ciencias, otras tal vez por las matemáticas… A nosotros lo que se nos da mejor es la lectura y la escritura”.
El escritor Xavier Bosch en la Preparatoria ocho, en Guadalajara, México
Y se nota, pues muchas de las preguntas de los más de 200 estudiantes se han acercado su charla le pedían consejo para, en un futuro, dedicarse a la literatura. Bosch les dijo que, si se volvían a ver alguna vez en la vida, esperaba que alguna de esas jóvenes promesas le confesara que sí, que su sueño al fin se cumplió, y encontrar su nombre en las librerías. Él está convencido de que así sucederá.
Bosch también quiso corresponder con los presentes y ofreció una de sus novelas, Diagonal Manhattan, a quién le hiciera la mejor pregunta. “No estaba fácil. Tal vez ese fue el mayor reto porque eran cuestiones realmente buenas y con mucho fondo. La motivación de todos ellos es un valor añadido. Pero ha habido una que me ha gustado especialmente”: ¿Si pudieras conocer algunos de tus personajes cuál sería? “A lo largo de mi carrera me han hecho muchas preguntas. He hablado con muchos periodistas pero ninguno ha logrado llegar a esta profundidad. Está claro que por su edad e inocencia ven cosas que nosotros ya no. Es una inteligencia superior”.
No cabe duda de que muchos de ellos seguirán a Bosch de cerca cuando ya regrese a Barcelona. Más de uno se comprará su última novela, Diagonal Manhattan, que acaba de publicarse en México bajo el título de Barcelona Manhattan. “En este caso, tenía todo el sentido del mundo hacer el cambio porque para ellos la Diagonal no es nada pero, en cambio, Barcelona puede serlo todo”.
