Era una noche del año 1951, fría y oscura, en plena dictadura. El editor Josep M. Cruzet, fundador de la mítica Llibreria Catalònia y de las editoriales Selecta y Aedos, ponía la primera piedra de lo que llegaría a ser uno de los grandes acontecimientos de la cultura catalana de las últimas décadas: la Nit de Santa Llúcia, celebrada aquel 13 de diciembre para recordar y homenajear al gran filósofo Joan Crexells en el 25.º aniversario de su muerte. Era una velada literaria, de gran ambición, que pretendía dignificar y promover la literatura catalana en un régimen que la perseguía y la arrinconaba en la esfera pública y la enseñanza. En pleno franquismo, aquella primera Nit era un acto de resistencia y dignidad cultural y nacional. Las letras catalanas, que aquellos años se afanaban por reivindicarse, se afirmaban con un acontecimiento que, enseguida, sería de referencia en el mundo cultural y literario catalán. Y así hasta hoy mismo, cuando, con una salud de hierro, encara su 75.ª edición con la misma ambición y voluntad de ser.
Este año, la Nit de Santa Llúcia, organizada por Òmnium Cultural desde 1961, cuando se crea, hasta la última edición, en el 2024, se replantea con la voluntad de dar respuesta a algunos de los nuevos retos que, en este turbulento siglo XXI, tienen las letras catalanas. Òmnium quiere seguir haciendo historia, conscientes de que la tradición no consiste en custodiar las llamas sino en renovar el fuego. Ahora, vuelve con una nueva forma en una alianza con la institución de referencia de la lengua catalana en todo el dominio lingüístico, nuestra academia nacional: el Institut d’Estudis Catalans.
La tradición no es custodiar las llamas sino renovar el fuego, y la Nit renace el 14 de marzo
La Nit de les Lletres Catalanes se celebrará el 14 de marzo en la sala oval del Museu Nacional d’ Art de Catalunya, y aspira a ser la gran fiesta del mundo del libro y la lectura. Un acontecimiento que ahora el país no tiene. Siete décadas de historia avalan esta iniciativa, que no renuncia al pasado, pero que ambiciona poder abordar retos de futuro que ya están aquí. Una noche que tiene que ser de los autores, pero también de los traductores, editores, librerías, bibliotecas y lectores.
Porque las letras catalanas, con su potencia creativa y editorial, son un orgullo de país, y aspiramos que tengan el altavoz que merecen.
Un momento de la últimaNit de Santa Llúcia, en el 2024, en el TNC
Por eso, se incorporan a la Nit el premio Montserrat Franquesa de Traducción del PEN Català; el premio Vinyeta Ficomic al mejor cómic en lengua catalana; el nuevo premio Àngel Guimerà en obras inéditas de literatura dramática; el premio Lo Somni al nuevo talento literario, y todos los nominados del premio Òmnium a la mejor novela del año. Novedades que se añaden a los premios ya históricos: el Mercè Rodoreda de cuentos; el Carles Riba de poesía; el Joaquim Ruyra de narrativa juvenil; el Folch i Torres de novela para chicos y chicas; el premio Internacional J.B. Cendrós; el premio de Comunicación Muriel Casals, y el premio Sant Jordi de Novel·la, que este año se convierte en el mejor dotado de las letras catalanas.
La literatura catalana coge, así, una nueva perspectiva. Un salto que ha sido posible por la complicidad y la valentía de un sector que quiere avanzar sin renunciar a nada, y que ve en la Nit de les Lletres Catalanes un escenario lleno de oportunidades.
Avanzamos, pero no olvidamos: cuanto más fuerte sea nuestra literatura y nuestro sector literario, más culta, más democrática y más humanista será nuestra sociedad.