Alexander Nevsky (1938) de Sergei M. Einsenstein es un clásico del cine que provoca fervor y admiración desde hace décadas. Pero hay días, cuando tienes veinte años, que no estás para clásicos del cine, te aburres y, para pasar el rato, empiezas a bromear con la amiga a quien has liado para ir a la Filmoteca. Cada vez que aparecían los caballeros teutónicos, que son unos señores vestidos de lata, con un yelmo que es como un cubo de zinc con una mirilla abierta al exterior, dices: “¡Los caballeros tetónicos!”. Más que ver Alexander Nevsky, deleitarnos con la música de Serguei Prokófiev y aplaudir el esfuerzo del guionista Piotr Pavlenko que evitó que Eisenstein cayera en un formalismo excesivo, se diría que estábamos pensando en otras cosas. Por eso, cada vez que veo un señor con uno de esos cubos en la cabeza vuelvo a tener veinte años y pienso: “¡Los caballeros tetónicos!”
Las luces de Navidad de Barcelona
Es lo que me ha pasado frente a los escaparates de la tienda Burberry del paseo de Gràcia. Hay dos trabajos en la vida que me provocan una envidia insana: el de los guionistas de las buenas comedias, en las que todo está bien atado, una cosa te lleva a la otra, te tragas el anzuelo y tiran de ti como si fueras una trucha. Y la de los que idean escaparates, que los hay buenísimos. Los de la tienda Burberry son sensacionales: han colocado unos maniquís vestidos de caballeros del siglo XIII, con todas las piezas de plástico que imitan el hierro. Las posturitas no son de guerrero medieval. Uno está sentado sobre la rabadilla, como si estuviera en el taburete de un bar. En torno al cuello, bajo el casco-cubo, lleva una bufanda decontractée . Me parece genial: un escaparate de una tienda de ropa sin pantalones ni jerséis, con unos maniquís de plástico que imita el hierro y una bufanda al cuello, como si estuvieran a punto de salir a dar una vuelta por el paseo de Gràcia. El hierro (incluso cuando es de plástico) transmite una idea de temporada de invierno: ¡Qué frío debe hacer dentro de una armadura! Pero lo más importante es que el montaje llama la atención, da risa y te pone la cabeza a mil buscando asociaciones de cosas.
Celebramos la Navidad con luces en las que no aparece la palabra ‘Navidad’ ni el niño Jesús
Y total, ¿qué? Si celebramos la Navidad con unas luces en las que no puede aparecer la palabra Navidad, ni el niño Jesús, ni la Virgen,y sólo se habla de escudella, del caganer y del chin-chín, que más da si Burberry celebra las Fiestas con los caballeros tetónicos. El otro día subía por el paseo de Gràcia y entre la calle Aragó y la Pedrera, la intensidad de luces led era tan bestia que hería la vista. Decir algo concreto que signifique algo, ni hablar del peluquín. Pero contaminar con un embrollo de luces que provocan una falsa alegría histérica eso sí, sin ningún problema. Había tantas luces que iluminaban con tan mala leche que pensé: “Quién tuviera uno de aquellos yelmos de los caballeros tetónicos que parecen un cubo de zinc con una mirilla al exterior”. Igual los han puesto por eso.