¿Quién dijo que la focaccia nació en Italia?

Arqueología en Mespotamia

Una muestra en la UAB recorrerá 40 años de excavaciones en Oriente, los últimos diez huyendo del EI

Sepultura femenina con ajuar funerario en curso de excavación, en el yacimiento de Gird Lashkir, cerca de Erbil

Sepultura femenina con ajuar funerario en curso de excavación, en el yacimiento de Gird Lashkir, cerca de Erbil 

Grupo SAPPO-GRAMPO (UAB)

No hay mal que por bien no venga. Al arqueólogo Miquel Molist y su equipo le tocó en 2011 desmontar el campamento cuando estalló la guerra de Siria y largarse con sus excavaciones a otra parte.

Se fueron unos cientos de kilómetros al este, pero también unos cuantos miles de años hacia atrás, con lo que sus investigaciones han acabado abarcando más de siete mil años de civilización humana, desde hace unos 12.000 años hasta hace unos 4.500 aC aproximadamente.

Molist es catedrático de prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y dirige allí el Seminari d’Arqueologia Prehistòrica del Pròxim Orient ( Sappo) y también el Grup de Recerca Arqueològica a la Mediterrània i al Pròxim Orient (Grampo). En 1987 empezó a excavar en Umm El Tlel, al noreste de Palmira, en el desierto de Siria, y desde entonces ha investigado una decena de yacimientos en la zona, siempre en busca de los orígenes del mundo tal como lo conocemos hoy: con ciudades, agricultura y gente poderosa.

Una de  las cuevas en las que se refugiaron tribus hace unos 12.000 años

Una de las cuevas en las que se refugiaron tribus hace unos 12.000 años

Grupo SAPPO-GRAMPO (UAB)

Ahora, y mientras prepara la próxima campaña en el Kurdistán iraquí, el Sappo-Grampo está organizando una exposición de estos casi cuarenta años de arqueología que se instalará en la facultad de letras de la UAB.

El último artículo publicado por el equipo, hace pocas semanas, ofrece una moraleja muy contemporánea: en las comunidades neolíticas de la actual Siria, de hace entre 11.600 y 7.500 años, el forastero no dormía bajo un puente sino que se le trataba como a uno más.

El análisis de los isótopos de estroncio y de oxígeno del esmalte de 71 piezas dentales, combinado con el de los restos de esqueletos hallados en cinco yacimientos y las evidencias de las prácticas funerarias, permitió reconstruir patrones de movilidad nunca antes observados.

“Ha crecido la seguridad y la situación es de recuperación económica, pero también social y cultural”

Miquel MolistArqueólogo y catedrático de prehistoria en la UAB

De entrada, que las comunidades arraigaban en los lugares. Y que, en muchos casos, los foráneos parecían plenamente integrados, lo que sugiere que las primeras comunidades agrícolas eran muy inclusivas.

Se deduce de que locales y forasteros estaban enterrados muy cerca y en los mismos cementerios y espacios, con los mismos conjuntos funerarios y con ritos similares.

En Tell Halula, donde Molist excavó entre 1990 y 2011, se superponen bajo las viviendas múltiples capas de restos humanos, de procedencias diversas, lo que indica que la movilidad no era incompatible con la inclusión.

Vasijas en uno de los yacimientos en los que ha trabajado el grupo de investigadores

Vasijas en uno de los yacimientos en los que ha trabajado el grupo de investigadores

Grupo SAPPO-GRAMPO (UAB)

Hacia el final del Neolítico se observa cómo las mujeres eran más propensas que los hombres a moverse entre comunidades, lo que indica tradiciones patrilocales: las mujeres se trasladaban para formar parejas en otros sitios, y los hombres permanecían en sus aldeas.

La hipótesis es que así se evitaba la endogamia dentro de las comunidades y se mejoraba la calidad reproductiva. Esta investigación fue publicada en  Scientific Reports, del grupo Nature.

Otra de las investigaciones recientes de Molist y los también miembros del Sappo Adrià Breu y Anna Bach concluye que la focaccia … no nació en Italia.

Junto a investigadores de las universidades de La Sapienza, de Roma, y Lumière de Lyon II y de la Institución Milà i Fontanals de Investigación en Humanidades del CSIC, revelaron que en el Neolítico tardío, entre el 7000 y el 5000 a. C., las comunidades plenamente agrícolas del Valle del Éufrates “desarrollaron una tradición culinaria sofisticada que incluía la cocción de grandes panes y focaccias de diferentes sabores en bandejas especiales”, que los arqueólogos han llamado husking trays .

Unas bandejas con una gran base ovalada y paredes bajas, fabricados con arcilla gruesa, que tenían una serie de impresiones o incisiones toscas en el fondo, a modo de cenefa, que evitaban que la masa quedara enganchada. Estos panes se cocían unas dos horas a una temperatura inicial de 420°C.

El tamaño de los panes, de unos tres kilos, sugería noches de pizza : probablemente se cocían para un grupo numeroso de personas. Fueron condimentadas con grasa animal o aceite vegetal; en un caso había restos vegetales (no, no eran de piña). Las bandejas analizadas proceden de los sitios arqueológicos de Mezraa Teleilat, Akarçay Tepe y Tell Sabi Abyad, en la zona entre Siria y Turquía.

Molist debió abandonar Tell Halula cuando empezó la guerra. Tras una pausa en el trabajo de campo, y cuando la situación geopolítica lo permitió, empezó a trabajar en el Kurdistán iraquí, en un viaje que salta atrás de mil en mil años.

Una ilustración de Pascal Butterlin, de la Universidad de la Sorbona, que representa un templo del período dinástico arcaico

Una ilustración de Pascal Butterlin, de la Universidad de la Sorbona, que representa un templo del período dinástico arcaico 

Grupo SAPPO-GRAMPO (UAB)

Desde el 2014 el Sappo-Grampo trabaja en Lashkir, un yacimiento cerca de Erbil (actual Iraq) de cuatro hectáreas con ocupación de hace unos 5.000 años.

Desde 2017, en Soran-Banahilk, en los montes de Zagros, donde aparecen algo antes, hace unos 8.000 años, las primeras sociedades agrícolas.

Y desde el año siguiente operan en las cuevas de Gali Chnar, también en las Zagros, donde el viaje es hasta hace 12.000 años, lo que permite comprender la evolución de la civilización. Viven en agujeros en la roca y son todavía cazadores y recolectores.

Los arqueólogos de la UAB se desplazaron hacia Iraq y el Kurdistán cuando estalló la guerra de Siria: fue un viaje más al pasado todavía

Con la guerra aún reciente, Molist y su equipo han debido trabajar en la zona con ciertas precauciones. “En los últimos diez años se ha tranquilizado y ha crecido la seguridad y en las zonas donde trabajamos la situación es de recuperación económica, pero también social y cultural. Tanto el Kurdistán como todo Iraq han tenido una historia reciente muy convulsa, pero desde 2014, el país se ha abierto y es una zona más dinámica del Oriente Próximo en lo que se refiere a investigación arqueológica y en general al patrimonio histórico”, explica Molist.

Con casi cuarenta años de experiencia viajando hacia el origen de las civilizaciones, Molist cree que “no hay un Próximo Oriente antiguo, sino que son diversos y cada uno de ellos tiene una problemática histórico-arqueológica compleja. Con Anna Bach [profesora en la UAB y codirectora de los proyectos del Grampo] hemos podido investigar en diferentes áreas ecológicas como son las estepas semi desérticas de Siria, en la zona de Palmira, en los valles del Éufrates de Siria y Turquía, y ahora, desde hace diez años en la Mesopotamia del Norte, en el actual Iraq. En cada lugar los procesos de evolución humana son diferentes. Interviene el medio ambiente, pero también la evolución cultural y las relaciones sociales”.

Pese a la diversidad evolutiva de los diferentes yacimientos, Molist destaca que “en todos los yacimientos, también ahora en el Kurdistán iraquí, las casas o los espacios donde se hace la vida doméstica es también el espacio en el que se entierra a los difuntos. Este registro, muy a menudo rico y de valiosa información, permite poner en relación a la población viva y muerta y el vínculo en el espacio construido o vivido”.

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