Raphael conmovió a un Sant Jordi con un aire de despedida.

Escenario

El artista de Linares, de 82 años, disipa incertidumbres sobre su vigor y capacidad vocal en Barcelona.

BAARCELONA, 20/12/2025.- El cantante Raphael durante su actuación en el Palau Sant Jordi de Barcelona al que ha regresado para repasar éxitos eternos, de 'Yo soy aquel' a 'Mi gran noche' o 'Escándalo', en una visita programada desde antes de su linfoma cerebral y que el de Linares nunca quiso aplazar confiando en su fuerza para seguir sobre los escenarios. EFE/Quique García

Raphael, en su mejor momento, cautivó el Palau Sant Jordi con su colección de éxitos.

Quique Garcia / EFE

Las tropas de Raphael subieron al escenario del Sant Jordi con cierta incertidumbre. ¿Cómo estaría de forma el intérprete? La demostración de voz, habilidades, selección de canciones y maestría de Raphael, a sus 82 años, sobrepasó todas las previsiones, erigiéndose en una lección magistral para los noveles sobre lo que diferencia a los artistas de élite.

En la época del debut de Raphael en Barcelona, a principios de los sesenta, John Kennedy ostentaba la presidencia de Estados Unidos y Kubala militaba en el RCD Espanyol, para disgusto de los seguidores del Barça. Si se minimizan los logros de una carrera tan extensa, ¿qué queda entonces?

Ante 6.500 afortunados creyentes en un Sant Jordi con aforo parcial, un Raphael contenido y sobrio en los movimientos se aferró a la potencia de la voz y al repertorio para trascender –¡quien lo hubiera dicho!– barreras y estereotipos.

No, ni está acabado ni se arrastra.

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Con una puntualidad rigurosa, a las ocho y media de la noche y vestido de negro como de costumbre, Raphael recurrió a su repertorio fundamental para disipar de inmediato cualquier incertidumbre después del percance del 17 de diciembre de 2024 en TVE. Su aparición en el escenario fue majestuosa, como la de un faraón, y desde el principio, con La noche y Yo sigo siendo aquel , se apoderó del ambiente la certeza de que el artista ha demostrado una resistencia sin precedentes en su profesión, asegurando así una velada memorable.

La dosificación se volvió una estrategia: se redujeron los paseos, se evitaron los espejos rotos y se cultivó un vínculo con la audiencia, su audiencia, de carácter menos popular y más trascendental, como si todos comprendieran tácitamente que el desenlace está próximo.

La temporada navideña dio comienzo a las 21.40 con las notas de El tamborilero , una melodía que provoca rechazo o euforia, lo cual ocurrió dado que la mayoría de las personas atesoran memorias con personas ausentes: el tamborilero y el turrón eran los elementos presentes en épocas pasadas.

Fueron veintiséis temas y solo sesenta minutos, menos de las casi dos horas y media que solían definir los espectáculos de Niño de Linares . A pesar de ello, el cierre apoteósico animó la velada y las celebraciones, ya que incluyó todo lo esperado:: En carne viva , Qué sabe nadie , Yo soy aquel , Escándalo y Como yo te amo , cinco composiciones que sugieren la esperanza de que este no sea el último gran momento barcelonés del legendario Raphael, ese intérprete enigmático al que se puede criticar pero nunca se le podrá negar su carácter único. Por lo tanto, el placer fue doble: por lo que se oyó y por lo que aún queda por interpretar. O rememorar.

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