A escasos días de que se cumplan tres años del inicio de la invasión a gran escala rusa de Ucrania –Putin lanzó el ataque el 24 de febrero del 2022–, un documental sobre los esfuerzos en las escuelas ucranianas por educar a los niños durante la guerra conmovió este jueves a la Berlinale, el festival internacional de cine de Berlín. Strichka chasu (Timestamp) , de la directora Kateryna Gornostai, es el único documental entre los 19 filmes que compiten por el Oso de Oro y los Osos de Plata de las distintas categorías, que se fallan el sábado.
“Queremos recordar al mundo que la guerra en Ucrania continúa, y que sus niños y profesores están pagando un alto precio por la oportunidad de disfrutar del derecho humano básico a la educación”, dijo la productora ejecutiva, Zoya Lytvyn, en la rueda de prensa con todo el equipo. Entre ellos estaban dos de sus protagonistas, que no son actores sino personajes de sus propias vidas: Borys Khovriak, que era profesor cuando se rodó el filme y ahora está en el ejército –acudió vestido de uniforme militar–, y Olha Bryhynets, estudiante de secundaria.
“Cada cien años Rusia intenta destruir la cultura ucraniana y destruir el Estado ucraniano; la única manera es ganar esta guerra”, dijo Khovriak al ser preguntado sobre los comentarios despectivos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la guerra y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. “Hay que hacer retroceder a la Federación Rusa más allá de las fronteras reconocidas internacionalmente”, insistió el ahora soldado. “Debemos defender a Ucrania, debemos defender nuestro sistema educativo de la agresión rusa. Pase lo que pase, seguiremos defendiendo a Ucrania, y protegeremos a los niños”, dijo Khovriak.

Escena del documental 'Strichka chasu (Timestamp)', de la directora ucraniana Kateryna Gornostai, seleccionado en la competición principal de la Berlinale 2025
Desde abril del 2023 hasta junio del 2024, la realizadora Kateryna Gornostai recorrió distintas escuelas de Ucrania para retratar cómo la guerra afecta a la vida cotidiana de alumnos y maestros, y cómo es la lucha por mantener la educación y la sensación de normalidad ante el peligro constante. En Strichka chasu (Timestamp) no hay voz en off, ni entrevistas ni reconstrucción de escenas.
“Una de cada cuatro escuelas en Ucrania está parcialmente dañada o completamente destruida. Tenemos un tercio de escuelas que trabajan físicamente, cara a cara; un tercio que no pueden operar porque no tienen refugios antiaéreos o están demasiado cerca del frente; y un tercio funcionan en formato híbrido. Hay siete millones de niños en edad escolar afectados por esta guerra; en torno a un millón tienen clases solo en línea”, enumeró Zoya Lytvyn, la productora ejecutiva.
“El papel del profesorado es crucial; si el profesor se siente valiente como nuestros protagonistas, entonces los niños se sienten seguros, y todavía pueden tener esperanza e intentar disfrutar de su infancia”, añadió Lytvtn.
La directora Gornostai no estuvo en la rueda de prensa; dos días antes había dado a luz. “Esperamos que a la gala de estreno pueda ir ella; y yo mientras me quedo en el hospital con nuestro bebé”, dijo el montador de la película, Nikon Romanchenko, que es su pareja. Strichka chasu (Timestamp) , coproducida por Ucrania, Luxemburgo, Países Bajos y Francia, es la primera cinta ucraniana seleccionada para la competición principal de la Berlinale desde 1997.