Josh está harto de la ciudad y se acaba de mudar junto a su mujer y su hijo pequeño a una espectacular casa con un enorme jardín. En esa zona planea montar un mini golf. Sin embargo, la misma noche que pasan en el nuevo hogar se produce un grave accidente de coche delante de la casa. Y es que la vivienda está situada frente a una carretera con una peligrosa curva cerrada.
El suceso, que se cobra la vida de un adolescente, impacta de inmediato al padre de familia. El accidente, por desgracia, no es puntual y se van sucediendo las catástrofes como si fueran una atracción más que observar desde la ventana.
El director canadiense Jason Buxton dirige un thriller psicológico sobre la fragilidad de la masculinidad actual
Josh se obsesiona de forma enfermiza con cada accidente y con la idea de poder salvar a las víctimas hasta el punto de poner en peligro su matrimonio. “No puedo vivir bajo esta amenaza constante”, le recrimina su mujer. La seguridad y la estabilidad del hijo es lo primero para ella, psicóloga de profesión, que solo piensa en marcharse de esa mansión convertida en verdadera pesadilla.
Así es la trama de La casa al final de la curva , segundo largometraje del guionista y director canadiense Jason Buxton, que tiene en la entregada interpretación de Ben Foster su mejor baza en este intenso drama que adapta una historia corta que se enmarca dentro de la antología Whirl away del reconocido autor y periodista canadiense Russel Wangersky.
El actor estadounidense se sumerge en el papel de un hombre que no aspira a subir de categoría en una empresa que odia. Su prioridad es ayudar a la gente que se estrella frente a su jardín, un lugar al que acuden las ambulancias día sí y día también.
Buxton se centra en resaltar la incontrolable obsesión que se apodera de este hombre normal y corriente sin demasiados alicientes en su vida. En palabras del propio realizador: “No es solo un thriller psicológico, sino también una oscura sátira que critica sutilmente la frágil naturaleza de la masculinidad actual. Es un relato complejo que refleja la presión social que lleva a los hombres al límite”.