En Sirat , cuarto largometraje de Oliver Laxe, Sergi López interpreta a un hombre que con su hijo pequeño llega a una rave perdida entre las áridas montañas del sur de Marruecos en busca de su hija Marina, desaparecida hace cinco meses en una de esas interminables fiestas. Intentando hallar alguna pista, reparten su fotografía mientras de fondo suena un bombardeo de música electrónica. Nadie la ha visto. Hasta que deciden seguir a un grupo de raveros hacia una última fiesta en el desierto que supone prácticamente la última esperanza de encontrar a la joven.
El largometraje es una oda antisistema sobre la muerte y la redención
La película, que se estrena tras ganar el premio del Jurado en el festival de Cannes, supone un viaje físico y sensorial, una oda antisistema que removerá al espectador. Y es que se trata de la obra más arriesgada del director gallego: música, muerte y redención. No deja indiferente.
