Drum’n’bass literario

NOVELA

Un rítmico viaje a los 90 y la huida, marcada por la violencia, de un adolescente, en la nueva novela de Max Porter

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El escritor Max Porter 

Kim Manresa

Max Porter (High Wycombe, Reino Unido, 1981) hizo su entrada ya sonada con El duelo es esa cosa con alas , que se llevó además del interés de la crítica, un buen número de galardones. Después llegaron Lanny y La muerte de Francis Bacon para demostrar que era algo más que un autor joven con un debut pintón, algo a lo que el ritmo de la novedad nos lleva a convivir, ensalzar o denigrar y olvidar. Con Shy , Porter sigue demostrando su propuesta literaria y su poética, que el dial de su radio está bien conectado a la frecuencia de los adolescentes de mediados de los noventa.

Shy es una novela corta que no lo parece porque en la lectura has de parar, distraerte, volver a las páginas, pensar, respirar y, recobrado el ánimo de leerla volver a ella. Todo eso está en el lado de las cosas muy buenas que hace Porter. Al ritmo electrónico del drum’n’bass más oscuro, mueve el caleidoscopio de la historia de este chaval de dieciséis años, Shy, cuando una madrugada del año 1995 decide escapar de Última Oportunidad, un reformatorio para delincuentes juveniles. 

Esa huida con una mochila llena de sílex dirigida a lo más profundo de la campiña inglesa, con los auriculares de su walkman retumbando en sus oídos, nos permite el lujo de asistir a un narrador que desmenuza piezas del puzle de un adolescente que encuentra en la violencia hacia su entorno inmediato (madre, padrastro, compañeros, parejas…) un remedio temporal a un dolor inmenso. Una violencia sin más sentido que ensordecer un malestar que no sabe ni explicar ni distraer. 

Todo ello, gestionado con el talento de Porter de construir la canción con sampleados y ritmos varios, voces distintas, ninguna moraleja ni hallazgo del cáncer primario. La cabeza abollada de un adolescente problemático y sus cambios de humor, perspectiva, todos sus intentos de llegar a un sitio que no duela.

Esta novela pulcra y emocionante se encamina en un momento a un final en el que Porter abandona la suma de voces y escenarios, para explicarnos una suerte de solución quizás innecesaria, en el viaje de Porter hacia un estanque con una mochila lleno de piedras de sílex. Paradójicamente, ese giro del narrador nos suena menos sincero, más de escritor de orden que interviene mientras hasta ese momento era el de escritor que se limitaba a poner (muy bien, de hecho) encima la mesa lo que había encontrado en los bolsillos de su protagonista sin darle sentido ni por qué. 

En ese tramo previo al desenlace pierde pureza Shy , al rompernos la magia, de repente nos cansa Porter y nos preguntamos si de aquí unos años leeremos a Porter. En la conclusión, el escritor hace sonar más drum’n’bass, más confusión y violencia, rehúye un final de cliché y se encamina hacia un mundo feo y sombrío, pero con un foco de luz sobre Shy, sucio y esquinado sí, pero al menos con una luz que te enfoca por ser quién eres, a pesar de toda tu rabia y dolor y tu no tener solución pero sí cobijo.

Max Porter Shy Trad.: Milo J. Krmpotic / Marc Rubió Rodon. Random House / L’Altra 128 / 140 páginas 17,95 euros

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