Después de que Tarantino triunfase con Reservoir Dogs, haber trabajado en un videoclub se convirtió en la medalla de honor más importante para los directores de la generación de los noventa. Más que haber quemado un abono de filmoteca, más que haber estudiado en una escuela de cine, lo del videoclub representaba en teoría un gusto omnívoro, pocas manías y un pacto tácito con los resortes del cine comercial. El director Alex Ross Perry, que ha rodado un documental titulado Videoheaven sobre el recorrido el VHS, se considera uno de los últimos de esa estirpe, en la que también están Kevin Smith, John Sayles y Darren Aronofsky. Por su parte, Bong Joon Ho, que tiene ahora en cartelera Mickey 17, no trabajó en ningún videoclub pero se encargaba de gestionar los préstamos de un cineclub de Seúl en los años ochenta, cuyos miembros podían tener acceso a películas europeas que no eran entonces fácil de encontrar en Corea, y que se regía, suponemos, por las mismas reglas de cortesía del videoclub: sé considerado, rebobina para el siguiente.

Portada de la traducción de Esquilo
QUE TE RIÑA EN SUEÑOS CARLES RIBA
La Orestea, de Esquilo, la única trilogía del teatro griego clásico que se conserva completa, no tenía hasta ahora una traducción adecuada en verso al catalán. Solo una traducción en prosa, más científica, hecha por Carles Riba, que el propio poeta consideró “provisional” porque no se veía capaz de afrontar semejante tarea. La cosa se ha solucionado ya con una nueva traducción que han hecho a cuatro manos el poeta Miquel Desclot y su hijo, el traductor y clasicista Eloi Creus, publicada por la Bernat Metge. El padre se encargó de las partes más líricas, que también utilizan una lengua más antigua, y el hijo de los fragmentos recitados, los que hacen avanzar la acción, de manera que sus diferencias generacionales se perciben también en el texto. Creus, que califica La Orestea como una tragedia “mejor que una telenovela griega”, confesó en el programa Vostè primer de Rac 1 que la noche antes de publicar una nueva traducción –las ha hecho de Safo y Aristófanes, entre otros– suele soñar con el autor o con el traductor anterior, que se le aparece en una pesadilla admonitoria para reñirle, aunque esta vez Riba, que ya le ha clavado broncas nocturnas en otras ocasiones, le dejó tranquilo.

Fotograma de 'Adolescencia'
'ADOLESCENCIA', O CÓMO HACERLO MÁS DIFÍCIL TODAVÍA
La serie de Netflix de la que todo el mundo habla todavía, Adolescencia, está rodada con una de esas acrobacias técnicas que no siempre están justificadas o son necesarias, pero aquí aporta a la tensión creciente de un producto para el que el adjetivo “incómodo” se queda corto. El equipo, comandado por el director Phillip Barantini, se propuso rodar cada uno de los cuatro episodios en una sola toma de principio a fin, un reto dificilísimo teniendo en cuenta que, excepto el tercer capítulo, el resto tienen múltiples localizaciones y que el segundo episodio, en concreto, el que transcurre en la escuela del niño acusado de asesinar a una compañera, implicó a 370 extras que eran, de hecho, alumnos del colegio en el que se rodó. El equipo se había propuesto hacer diez intentos por episodio, pero tuvieron que ampliarse a 15. Aun así, el primer capítulo salió bien a la segunda, en el primer día de rodaje. El segundo, que implicaba incluso una cámara aérea enganchada a un dron, funcionó en la toma número 13; el tercero, en el que hablan el niño y una psicóloga infantil (Erin Doherty) en una sala todo el rato, salió en la toma once y el último en la 16. En este además, Stephen Graham, que es el creador de la serie e interpreta al padre del niño acusado, debía simular que conducía una furgoneta durante gran parte del capítulo.

Portada de 'Highway 61 Revisited'
EL OTRO BOB EN LA VIDA DE DYLAN
En A complete Unkown, el biopic de Bob Dylan, aparecen muchas figuras que fueron clave en los pocos años que pasaron desde que el cantautor de Minnesota llegó al Greenwich Village con un jersey lleno de bolas y una ambición estratosférica y su confirmación como trovador generacional. Una de ellas es la de Bob Neuwirth, que surge justo cuando Dylan se está haciendo famoso y cansándose del entorno del folk. La película capta bien cómo el músico (que es la figura sin cabeza en la portada de Highway 61 Revisited) se aplicó en el papel de secundario del héroe, aunque no refleja hasta qué punto estaba dispuesto a hacerle el trabajo sucio a su jefe. En el famoso documental de D.A. Pennebaker sobre Dylan, Don’t Look Back, Neuwirth sale repetidamente dejando de lado a Joan Baez (incluso le critica la blusa transparente que lleva), de la que Dylan se quería deshacer en ese momento. Suze Rotolo, la pareja de Dylan que en la película de Timothée Chalamet se convierte en Sylvie, interpretada por Elle Fanning, dijo de los dos Bobs que cuando entraban juntos a una habitación eran capaces de bajar 30 grados la temperatura solo con las miradas glaciales que se intuían tras sus gafas de sol negras.