Literatura de mar y de montaña

Lecturas de verano

La lectura puede transportarnos, sin movernos, a escenarios llenos de agua o de prados
y cumbres, paisajes naturales lejos de la ciudad donde se desarrollan tramas de toda índole. Diferentes volúmenes nos invitan a ‘pasearlos’ y conocerlos este verano

Ilustración: Cinta Arribas

Ilustración: Cinta Arribas 

 

El mundo editorial funciona ya teniendo en cuenta tres campañas de promoción al año: previa a Navidad, Sant Jordi/ Feria del Libro de Madrid y pre estival. Cada año, cuando llegan estas fechas, vemos cómo proliferan ejemplares en las tumbonas y toallas de playa o en los trenes y hostales de montaña. Un libro es siempre una buena aportación al equipaje sea cual sea el destino. Repasamos algunos títulos que más allá de la ciudad ofrecen vistas al mar o a la montaña.

De agua. Milena Busquets (Barcelona, 1972) ha sabido plasmar con naturalidad el entorno acomodado donde nació y creció y eso resulta tan único y literario como los testimonios de autoras y autores que lo hicieron en contextos periféricos o precarios. El éxito de su novela También esto pasará, donde recoge el duelo por la pérdida de su madre, la editora Esther Tusquets, fue rotundo. Diez años después aquellas páginas se han reescrito en forma de narración visual de la mano de la cineasta María Ripoll.

Busquets asiste a algunos días de rodaje en Cadaqués, su lugar en el mundo (“llego también, siempre, cada vez, al País de Nunca Jamás”). El clima, la luz, los lugares de reunión como la terraza del Casino, los atuendos –las alpargatas bien desgastadas de los locales– o el cementerio donde reposan los restos de la madre dibujan un mundo personal, literario. En La dulce existencia (Anagrama), un texto breve, todos esos elementos conforman un juego de espejos y de saltos entre realidad, sueño y ficción.

La relación padre-hija –con ecos autobiográficos– impregna Los hechos de Key Biscayne  (Anagrama) –como ocurría en Mis días con los Koop –, segunda novela de la barcelonesa Xita Rubert (1996), premio Herralde 2024 ex aequo con Cynthia Rimsky. En la obra, un profesor español en Harvard abandona temporalmente Boston y se instala con sus hijos en Florida. La isla, en Miami, que aparece en el título, será el escenario de una trama donde el paso a la vida adulta de la narradora, la relación con su progenitor y el misterio confluirán en un entorno propicio para las situaciones insólitas.

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Ilustración: Cinta Arribas

Los acantilados de Maine son parte del escenario de Cuéntamelo todo / Explica-m’ho tot (Alfaguara / Edicions de 1984), de la estadounidense Elizabeth Strout (Maine, 1956), donde reúne a varios de sus personajes, carismáticos y entrañables, como Lucy Barton u Olive Kitteridge . En volúmenes anteriores ya nos había acercado a esos paisajes y al pueblo costero e imaginario de Crosby. En Sommiàvem una illa (Univers), premio Sant Jordi 2024, de Roc Casagran (Sabadell, 194), el paisaje de siete islas acompaña el repaso vital de Carla, la protagonista, una mujer de cuarenta años en plena crisis matrimonial.

El galardonado escritor estadounidense –premio Pulitzer o National Book Award, entre otros– Richard Powers (1957) nos traslada en su último trabajo, Patio de recreo (AdN) a la isla de Makatea, en la Polinesia francesa. Allí, en el último lugar salvaje del planeta, confluyen cuatro historias y el proyecto de creación de ciudades flotantes y autónomas en mar abierto. Powers, que plantea en sus obras los efectos de la ciencia y la tecnología moderna así como la preocupación por la conservación de la naturaleza, reside en una cabaña al pie de los Apalaches. En El clamor de los árboles las historias y personajes estaban vinculados a distintas especies.

En Historias bajo el mar (Punto de Vista Editores), el escritor y periodista italiano Pietro Spirito (1961) nos lleva a los fondos marinos de la mano de figuras míticas que los exploraron: buzos como Eugenio Wolk, espías como el británico Lionel Crabb, desaparecido en una misión con el MI6 en 1956, o el catalán Narcís Monturiol, creador del primer submarino, entre 1858 y 1859, el Ictíneo I.

La leonesa Noemí Sabugal (1979) ha vertido en Laberinto mar  (Alfaguara) el trabajo de tres años de investigación así como vivencias, recuerdos propios y lecturas vinculadas a las historias de las costas españolas y sus habitantes. En los miles de kilómetros que la rodean y en los fondos marinos se aposenta y acumula memoria y experiencia humana, hasta la más reciente.

⁄ ‘Azul de agosto’, ‘En agosto nos vemos’, ‘Agosto es un mes diabólico’: un mes muy literario

En las alturas. El milanés Paolo Cognetti (1978) vuelve a las montañas de su entorno, los Alpes italianos, donde él mismo pasa parte del año. Allí encuentra la inspiración para tejer después en la capital de la Lombardía sus historias. El éxito de Las ocho montañas / Les vuit muntanyes (Random House / La Campana) ha ido seguido de dos nuevas entregas La felicidad del lobo / La felicitat del llop y la reciente En el valle / Al fons de la vall. En todos ellos apuesta –desde las portadas– por el paisaje de alta montaña. La naturaleza, las especies vegetales y animales son elementos indispensables en sus tramas protagonizadas por unos pocos personajes. En su última entrega son dos hermanos –uno policía forestal, otro leñador– reunidos de nuevo tras la muerte del padre. En las rudas pero también benéficas condiciones de esos parajes viven y encaran sus existencias.

La escritora, traductora e ilustradora Gabriellle Filteau-Ciba (1978) es una militante en la defensa de las regiones salvajes de Quebec. Inspirada en su experiencia cerca del río Kamouraska, En la cabaña (Minúscula) recoge la supervivencia de Anouk, que ha dejado la ciudad y pasa un gélido mes de enero en medio del bosque junto a los animales que lo habitan. En Salvajinas, el protagonista es un guarda forestal que con su perra Coyote recorre la zona para garantizar la protección de la fauna de esa zona protegida de alta montaña.

Una casa en medio de las Guilleries, Mas Clavell, es el lugar de confluencia de una serie de historias protagonizadas por mujeres de distintas épocas en Et vaig donar els ulls i vas mirar les tenebres / Te di los ojos y miraste las tinieblas (Anagrama), de Irene Solà (Malla, 1990). El paisaje de montaña, las leyendas y su mitología impregnan la personal y original obra de la autora de Canto jo i la muntanya balla / Canto yo y la montaña baila.

En la novela del japonés Masashi Matsuie (1958), La casa de verano (Libros del Asteroide), un pequeño y prestigioso estudio de arquitectura, creado por un discípulo de Lloyd Wright, se traslada de Tokio a un lugar al pie del monte Asama para trabajar en un importante proyecto. Las altas temperaturas en la capital son disuasivas. En la nueva ubicación se entrelazan la arquitectura y las relaciones personales.

Ocell de bosc  (Libros de Vanguardia) reúne recuerdos, vivencias y reflexiones del poeta, narrador y articulista de este diario Antoni Puigverd (La Bisbal d’Empordà, 1954). Sus páginas reflejan el poso que queda cuando el tiempo pone distancia a lo acontecido. Con el lirismo y hondura que ya mostraba en La finestra discreta / La ventana discreta, el escritor, en algunos pasajes, pasea y contempla la naturaleza en distintos lugares y estaciones del año (“Pugem la muntanya per escoltar els arbres, que parlen la llengua de les fulles, per assaborir la soledat dels cims”).

La colaboración a cuatro manos entre el cineasta y escritor Rodrigo Cortés (1952) y el ilustrador Tomás Hijo (1974), que se ha centrado especialmente en el grabado, ha cristalizado en La piedra blanda (Random House), donde se narra con pocas palabras y dibujos la andadura de Pedro de Poco. Es la suya una trayectoria con diferentes etapas, donde la naturaleza y los animales acompañan: “Me fui derecho al bosque. Allí nada cambia. Nunca. Allá se pude vivir sin corazón”.

El periodista y aventurero Sebastián Álvaro (1950) firma Mis montañas (Anaya) donde revisita altas cumbres de todo el mundo que forman parte de su vida. Álvaro fue el creador de la serie televisiva de documentales de aventura Al filo de lo imposible –veinte años en antena desde 1981–. Ha encabezado doscientas expediciones y ascendido catorce cumbres que superan los ocho mil. En este libro vuelve a esos lugares y transmite su pasión por la montaña.

⁄ Podemos viajar de Cadaquès, con Milena Busquets, a Key Biscaine, en Miami, con Xita Rubert

En los meses de verano. La trilogía de Albons, de Ester Invernon (Mataró, 1973), arranca con Un estiu per estimar, cuando Maria decide dejar Barcelona para instalarse en la localidad ampurdanesa. De reciente publicación en el final de la saga, Dins del teu record (La Campana).

La novela Agosto es un mes diabólico (Lumen) de la irlandesa Edna O’Brien (1930-2024) relata la búsqueda de independencia y libertad de una mujer que abandona Londres para pasar un tiempo en la riviera francesa. En Azul de agosto / Blau d’agost (Random House / Angle) la sudafricana Deborah Levy (1959) sigue los pasos de una pianista en crisis en un relato envuelto en magia y misterio. También En agosto nos vemos  (Random House), la obra del Nobel Gabriel García Márquez publicada tras su muerte remite a ese mes. Su protagonista Ana Magdalena Bach visita cada año por esas fechas la tumba de su madre.

La escritora estadounidense Ann Tyler (1941), premiada por muchos de sus libros, que ha situado la mayor parte de sus tramas en Baltimore, incide de nuevo en Tres días en junio (Lumen), su última publicación, en las relaciones familiares y en la vida cotidiana. En ese mismo mes estival transcurre Cualquiera puede morir en junio (Tusquets), sexta entrega de la serie protagonizada por el detective Harry McCoy que en esta ocasión investiga la desaparición de un niño de nueve años en Glasgow.

Y también hay propuestas para dejarse acompañar todo el verano por ilustres figuras. Si Sylvain Tesson (1972) propuso en su día Un verano con Homero (Taurus), Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) nos regala El verano con Cervantes (Seix Barral) donde desgrana la experiencia vivida con las páginas del Quijote en diversos periodos estivales. El verano de la novela y el de la lectura subyugante, un oasis que desearía infinito (“No quiero que termine agosto”).

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Guillermo Aguirre 

 
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