La belleza de la muerte según Marcos Morau

TEATRO/DANZA

El coreógrafo y director de La Veronal ‘ficha’ a Mercè Rodoreda para completar su universo estético e intelectual. Su versión escénica de la novela ‘La mort i la primavera’ inaugura la nueva temporada del TNC

Marcos Morau, director de La Veronal con el órgano de la escenografía de

Marcos Morau fotografiado el pasado julio durante los ensayos de la obra 

Ana Jiménez

En La mort i la primavera , la misteriosa e incluso polémica novela que Mercè Rodorera dejó inacabada tras su muerte en 1983 a pesar de su convencimiento de que estaba escribiendo una gran obra, aparecen con frecuencia burbujas de jabón que se convierten en perfectas esferas de vidrio acumuladas en las orillas del río o en los remolinos del agua. El coreógrafo Marcos Morau (Ontinyent, 1982) ha obrado el milagro y ha conseguido que “la obra irrepresentable de Rodoreda, como El público de Lorca” –según sus propias afirmaciones durante una entrevista previa a uno de los últimos ensayos antes de que La Veronal la pre-estrenara en Venecia– se convierta en una sublime burbuja de vidrio repleta de imágenes.

El montaje se estrena el 24 de septiembre en la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya y es una de las propuestas más destacadas del inicio del curso y de toda la temporada. Las expectativas se han visto aumentadas después de ver las primeras instantáneas, impresiones y valoraciones de su sonada presentación el pasado 1 de agosto en el Teatro Malibran, en el marco de la Bienal de Danza de Venecia, que ha coproducido la obra junto con la compañía, el TNC y el Centro Danza Matadero de Madrid.

Danzando en la oscuridad

Más visionario que vidente, Marcos Morau ha esculpido en la oscuridad a partir de lo que le sugería la lectura de la novela: “Tengo una imagen como de tierra, de ausencia, de oscuridad, de muerte, de violencia… Para mí son las palabras clave de la novela, como la maternidad, la destrucción, la creación, el florecimiento, el ritmo, la vida, la muerte…”. El coreógrafo asegura que “estéticamente, plásticamente, el espectador va a reconocer la grafía y la cosmética de La Veronal como la superficie de las cosas, pero también va a reconocer el fondo, y la letra, la lectura que hacemos, cómo hemos traducido la novela en un espectáculo de danza, en un concierto”.

/“Es la confesión más íntima de Rodoreda, más compleja; y yo me relaciono muy bien con la falta de entendimiento”

Es la primera vez que Morau, que hace veinte años que vive en Catalunya y que ha dedicado otros espectáculos a la estética y el pensamiento de creadores como Luis Buñuel, Ennio Morricone o Pier Paolo Pasolini, se inspira en una creadora catalana, aunque asegura que hace tiempo que le daba vueltas a la idea: “Mercè Rodoreda materializaba lo que a mí me gusta. Es una novela no finalizada pero sí completa. Ella muere y la novela se publica unos años después [1986], esto para mí encierra un enigma en sí mismo. No tiene nada que ver con todo lo demás que escribió, es como su confesión más íntima, más compleja, es difícil de comprender; y yo me relaciono muy bien con la falta de entendimiento. La danza, la música y la pintura abstracta se relacionan muy bien con el deseo de no intentar explicar las cosas, sino darles otra forma”. De hecho, la combinación de múltiples lenguajes es uno de los rasgos definitorios de La Veronal. Formado en fotografía, movimiento y teatro, entre Barcelona y Nueva York, el director reconoce que su trayectoria es la búsqueda de una imagen, tal vez influenciado por el trabajo de su abuelo fotógrafo: “El saber mirar, los baúles llenos de fotos, el encuadrar, la composición, las cámaras, los revelados… todo esto ha estado muy presente en mi vida. De ahí me ­nace, me gusta la imagen como tal, entendida ya no sólo en movimiento o en teatro o en danza, también la imagen pictórica, la fotográfica, la cinematográfica”.

La Rosalía de la danza

El estreno de La mort i la primavera llega mientras el coreógrafo prepara otros espectáculos y óperas para ciudades como París o Berlín, o para el Liceu barcelonés. Hay quien considera que es “la Rosalía de la danza”, y que la compañía que fundó en el 2005 ha conseguido una presencia internacional que no se veía desde la Fura dels Baus. El 2023 fue reconocido como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia, es artista residente en el Staatsballet de Berlín y asociado a la Trienal de Milán. Consciente de estar viviendo un momento de esplendor, cree que “la creatividad llama a la creatividad. Hay momentos en que tengo que salir de este proyecto para responder preguntas sobre la ópera de París o la de Berlín; pero tengo que estar muy centrado con lo que hago ahora, porque lo que creas va a quedar. Es como la educación que das a un hijo o una hija, que va a crecer cuando vaya girando y se vaya desarrollando”. Ha llegado a un momento en que siente que ya entiende las “normas de este juego” de los viajes, las invitaciones, estrenos y lujos, “y a veces te apetece jugar y a veces no; y he aprendido a decir que no. Todo esto de la fama y la popularidad no va conmigo, por suerte o por desgracia me dedico a algo minoritario, siempre con los pies en la tierra y sigo siendo el chaval que salió de Ontinyent con dieciocho años. Cuando vienes de abajo, de la sala independiente, del Antic Teatre, de la sala alternativa y la precariedad, y has crecido y avanzado, ves las cosas desde arriba y desde abajo, y hacia los lados”.

Etapa para entender la muerte

La finitud del ser humano parece ser un argumento suficiente para mantener los pies en el suelo. Tierra y muerte son dos conceptos clave tanto en la novela de Rodoreda como en la representación dirigida por Morau. De hecho, establece un vínculo entre la pieza que estrena ahora y la de la temporada pasada, Totentanz. Morgen ist die Frage : “Las dos tienen la palabra ‘muerte’ en el título, creo que son obras de una fase que no es oscura en el sentido triste, pero sí como un umbral. En Totentanz me interesaba mucho ver cómo la banalidad de la muerte está presente en nuestro día a día; y aquí en vez de hablar de la muerte hablo del ciclo, porque la muerte existe para darle sentido a la vida. Rodoreda, en esta novela que escribió en paralelo a otras obras durante muchos años, intenta darle no una explicación, pero sí un lugar a la muerte. El título no puede ser más antagónico, lo que se va y lo que se queda, lo que viene, lo que nace y lo que muere. La Naturaleza continúa sin tener en cuenta a las personas”. Así, las dos piezas podrían ser vistas como “hermanas de época, como se habla de la etapa azul de Picasso o las pinturas negras de Goya, pequeñas piezas que se agrupan entre sí”.

Espectáculo, concierto, instalación

Lo que ha conseguido Marcos Morau es más que un universo propio o una estética de grupo. A veces repite, como si todavía le sorprendiera o se lo tuviera que recordar a sí mismo, que no es bailarín. Como coreógrafo –fue el Premio Nacional de Danza más joven cuando lo recibió en el 2013–, ha alzado los trabajos de La Veronal sobre la aniquilación de toda lógica orgánica: “Vivimos en un mundo ilógico, no todo es siempre tan claro; el amor, el dolor… a veces son incomprensibles. Entiendo que muchas veces la gente viene al teatro a buscar soluciones y respuestas, pero otras veces lo que necesita es hacerse un masaje sensorial o un masaje intelectual, estar allí y disfrutar de lo que le pasa en ese momento, la lógica es peligrosa. Como dice mi tutor, amigo y mentor Roberto Fratini, la falta de imaginación genera violencia, porque si tú no imaginas un mundo diferente y quieres conservar y preservar lo que ya está establecido, no cambiamos, y el cambio es la vida”.

/“El título no puede ser más antagónico,
lo que se va y lo que se queda, lo que viene, lo que nace y lo que muere”

Uno de los cambios en La mort i la primavera es que los bailarines y las bailarinas cantan. Marcos Morau continúa y consolida su equipo habitual, como la Premio Nacional de Danza 2024, Lorena Nogal, o la compositora y cantante Maria Arnal. Esta última también se encuentra en un momento prolífico, ya que pronto presentará su nuevo disco y espectáculo, ha compuesto todos los temas que se interpretan en el espectáculo y actúa en directo. La intérprete ha definido esta nueva colaboración con el director como “la más intensa”, en la que “estoy al servicio de Marcos, que realmente tiene esta visión de las cosas como pasan, y nosotros somos los medios para conseguir lo que él está imaginando; me dice exactamente lo que ha pensado y yo hago una pieza pensando en ello, en lo que quiere escuchar y la manera de cantarlo… hemos ido añadiendo cosas, es como si mi voz fuera un instrumento musical, o un trabajo muy parecido al que hace con los bailarines y las bailarinas, al fin y al cabo, todos utilizamos el cuerpo”.

Un momento de la representación de 'La mort i la primavera' según Morau

Un momento de la representación de 'La mort i la primavera' según Morau

La Veronal

Al parecer de Arnal, ha encontrado un territorio común con La Veronal y su director para desarrollarse en paralelo: “En primer lugar, compartimos un carácter de probar, curiosear, de que nos gusta mucho nuestro trabajo y no nos cansamos de trabajar y encontrar cosas, a los dos nos gusta mucho colaborar con otros proyectos; y estéticamente hay bastantes líneas que nos unen, los dos tenemos una relación con lo tradicional bastante intensa, un espacio que utilizamos para inspirarnos, a la vez que hay una relación con lo contemporáneo, con el mundo en el que vivimos. A mí Marcos me inspira muchísimo”. El sonido ha contado con una nueva incorporación en el equipo, Uriel Ireland.

/El director se postula como una suerte de filósofo visual, hacedor de una manera de captar el mundo y de ser en él

La escenografía es de Max Glaenzel, que ha dado forma a algunos de los complejos símbolos y temas de la novela, como el río, el bosque o el suicidio. Un protagonismo especial adquiere el camión fabricado por Òscar Hernández Pol, mientras que el vestuario de Sílvia Delagneau sigue siendo clave para la experiencia estética propuesta. La iluminación es de Bernat Jansà, y Juanma G. Galindo es el jefe de producción. Con las aportaciones de todos ellos y el resto del equipo se construye la imagen perseguida por el director, que no siempre se alcanza “porque el proceso tiene su propia evolución”, y eso también acaba sumando para que la compañía haya llegado donde está.

El director se postula como una suerte de filósofo visual, hacedor de una manera de captar el mundo y de ser en él: “No tengo ningún complejo a la hora de componer la belleza, o de jugar o abrazarme a ella. El concepto de belleza ha evolucionado y tiene mucho que ver con la composición, con las capas, con las lecturas. El espectador es alguien que se sienta delante de un espectáculo de danza y no sólo mira, también escucha, siente, intenta entender, dejarse llevar, pero que a veces se pierde. Defino nuestro tiempo como una lucha de tensiones incomprensibles: vivimos en un mundo digital, con una realidad artificial que se está imponiendo, y en cambio las artes en general me parecen un acto revolucionario. Ver un cuerpo bailando y sudando en un escenario en este mundo intangible en el que vivimos es una cosa moderna, la belleza, el cuerpo, la música, tener en cuenta todo, abrazarlo todo, desequilibrarlo todo, porque la belleza no es siempre el orden y el equilibrio”.

Mercè Rodoreda / La Veronal La mort i la primavera TNC. Del 24 de septiembre al 9 de octubre

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...