Me lo he pasado la mar de bien leyendo los Escenaris de Toni Sala (Sant Feliu de Guíxols, 1969). Se publican tantas novelas que tienden a la memez, con una lengua deplorable, sin fondo, que cuando te cae en las manos un libro de Sala es un descanso. Els nois (2014) El cas Pujol (2014), Persecució (2019). No todo lo que ha escrito es igual de bueno, a veces ha pecado de oportunismo y a menudo se revuelca innecesariamente en la tristeza, pero, para empezar, es uno de los escritores del país con una lengua literaria más sólida y pensada que, además, en esta última novela, ha prescindido casi absolutamente de la voluta.
La manera como desarrolla el tema, como engrana situaciones y personajes, remiten a los buenos libros que lee. Él lo podrá decir mejor que yo cuáles son sus referentes actuales –identifico un eco de Houellebecq y mucho de Philip Roth–. Otro elemento importante es que entiende la novela como un medio de exploración de la crisis moral de nuestro tiempo.
Empezando por la idea del acciden- te que tiene un gran peso en varios de sus libros, porque subvierte las reglas del juego. En este caso es un actor reconocido –Tomàs Niubó– que se la pega contra un jabalí en una carretera cerca de Puigcerdà. En los últimos años se ha forrado con el personaje de Malicious, que pasó del cine underground al cine de terror profesional –Barcelona es una de sus capitales–.
En el mundo que Sala se inventa se han filmado películas y varias temporadas de televisión, con un exitazo porque los crímenes sádicos de Malicious pasan en lugares conocidos de Barcelona, lo que atrae a los turistas. También finge asesinar a famosos, que se ofrecen gustosos: estas escenas tienen centenares de miles de visitas en las redes.
En torno a esta historia bascula la trama que pone en juego a dos personajes –hombre y mujer, obesos mórbidos– que permiten desarrollar argumentos secundarios. No muchos, porque la novela va algo corta de acción. El chico, que pasó por el lugar del accidente después del porrazo, entra al servicio de Niubó. Mientras que la chica es enfermera de hospital, vive en el mismo bloque que el mozo y aprovecha el contacto con su vecino para quedarse embarazada sin decirle nada.
Niubó está en crisis profesional y busca una reparación. Mientras hay acción la novela es exigente, pero interesante. Sala aborda dos grandes temas: el miedo a la paternidad y la maternidad, que lleva a la gente a un sexo sin horizonte reproductivo, a un alejamiento progresivo de los géneros y, finalmente, a la vida solitaria .
El otro tiene que ver con el desenlace y la decepción del proceso independentista, a partir de un personaje lateral, empleado en un almacén en un polígono, uno de aquellos militantes que en los años de les grandes manifestaciones organizaban desfiles con Harley Davidson y estelades.
A partir de media novela prácticamente no pasa nada, el discurso sobre la condición de actor no está tan lograda y cansa todo un poco (con la excepción del sueño de un crucero de obesos que no paran de atiborrarse, que son unas páginas muy logradas, que no acabas de creerte que haya escrito quien te dice que las ha escrito).
En un momento clave de la novela, Niubó dice que un cantante borracho te agota de aburrimiento. Un actor es diferente porque la borrachera no es de alcohol sino de palabras: una borrachera de conciencia. Creo que esta idea se puede aplicar a las novelas de Toni Sala, sobre todo a las últimas. Un beodo de pala-bras, de responsabilidad, de visión crítica, tiene un gran papel social: dice lo que nadie se atreve a decir.
Esta es cada vez más la función de Sala en la literatura y en este país. Y está bien que así sea, aunque a algunos remilgados nos gustaría encontrar más, junto a la conciencia sufriente, la fuerza figurativa y expresiva de la narración.
Toni Sala Escenaris L’Altra 323 pàgines 20,90 euros