Con el lema de este año: “Fes lloc”, La Setmana hace un llamamiento a llenar las estanterías de las casas con libros en catalán. Esta edición hará oír la voz de los libros con fuerza y alegría, pero también con la responsabilidad de haberse convertido, con 267 sellos editoriales representados, en el mayor altavoz del país de la literatura y la lengua catalanas.
Vuelve la Setmana después de batir al 2024 su récord de asistencia con 100.000 visitantes. El presidente de los editores en catalán, Ilya Pérdigo, remarcó desde la primera presentación de esta edición que: “reivindicaremos el derecho a leer, a pensar y vivir en catalán”. Cristina Domènech, una directora, que además de gestora cultural experimentada es una gran lectora, está al frente de las operaciones para que estos diez días tengan la ligereza alegre de un festival y el peso de la trascendencia cultural y social que La Setmana del Llibre en Català tiene para el país.
⁄ “No se trata de leer en catalán por lo de ‘Ay, si no lo hacemos no sé qué pasará!’ sino porque tenemos una riqueza editorial extraordinaria”
El presidente del Gremi d’editors en català, Ylia Pérdigo, habló en la presentación de esta edición como de “un lugar festivo, pero también como un espacio de responsabilidad”… ¿Por qué este año en la Setmana estoy oyendo mucho la palabra “responsabilidad”?
Somos representantes del acontecimiento más grande y más popular del mundo del libro en catalán. Tenemos la responsabilidad de afrontar esto. Desde la dirección de la Setmana tenemos que desarrollar ese mandato de la asociación de editores en lengua catalana y tenemos que hacerlo bien, sin bajar la guardia. Ahora es un momento decisivo: hay más lectores en catalán que nunca, pero también ha descendido el uso de la lengua. El nuestro es un acontecimiento en el que la lengua está en el centro. Eso sí: queremos llevar la gente a la lectura en catalán, pero no por el miedo. No se trata de leer en catalán por aquello de “Ay, si no lo hacemos no sé qué pasará” sino porque tenemos una riqueza editorial extraordinaria. Tenemos que generar un discurso seductor y mostrar la diversidad enorme de los títulos en catalán. A aquellos que saben leer en catalán pero que a menudo leen en castellano los tenemos que atraer a través de la oferta tan atractiva que tenemos en La Setmana.
La Setmana había funcionado muy bien en el Moll de la Fusta de Barcelona y el año pasado se mudó al Arc de Triomf por la Copa América. Ya ha pasado por la estación de França, Drassanes, el parque de la Ciutadella, plaza de la Catedral… ¿Este año, sí? ¿Será el Passeig Companys el lugar definitivo?
Después de que el año pasado vinimos por las circunstancias al Arc del Triomf, se hizo una votación democrática entre todos los expositores y hubo una victoria abrumadora de los que preferían quedarse aquí. Viniendo al Passeig Lluís Companys plantamos la bandera de la lectura en el centro de la ciudad y es una manera de dar valor al libro en catalán porque no se queda en un rincón, sino que es central. Además de nuestro público lector conseguimos el año pasado un perfil de visitantes mucho más amplio: asistieron castellanoparlantes a actividades y acabaron comprando libres en catalán. De todos modos, La Setmana tiene muy buena salud de identidad y de marca; ahora nos quedaremos aquí pero no vemos un problema si hemos de volver a cambiar.
Apenas empezar la edición de este año la Setmana ya ha crecido: en expositores y programa…
Yo creo que el año que viene no podremos dar el titular de que crecemos más en expositores porque estamos al límite del espacio.
Cada año lo decís pero cada año vais a más. ¿Cómo lo hacéis?
El año pasado pensábamos que sería de transición, ocupamos la zona media del paseo y nos adaptamos al espacio. Sacrificamos unos talleres y un tercer escenario. Este año volvemos a tener lo mismo que teníamos en el Moll de la Fusta y todavía hemos desarrollado un poquito más algún espacio.
Se refuerzan los itinerarios que ensanchan el espacio físico. Hay un recorrido poético por la ciudad. Se podrá encontrar poesía en la ciudad cementada y saturada?
Esperamos que sí. ¡Hay poesía en todas partes! Los itinerarios están muy bien y es una oportunidad de tener contacto con los autores de manera más íntima.
El arranque de ayer viernes fue con una “tarde joven”. ¿Una declaración de intenciones?
Tenemos una programación muy transversal, para todo el mundo. Pero el público joven para nosotros es muy importante.
¿Cómo se los atrae?
Hemos creado una oferta específica para ellos. Les hacemos propuestas de novedades editoriales pero en lugar de presentarlas de manera tradicional lo hacemos con una batalla de libros como las batallas de rap. Eso sí: cambian los formatos pero no la calidad de los contenidos. También atendemos a esa novela romántica que no es tóxica y que está leyendo tanta gente joven, y que es una gran oportunidad para la lectura en catalán.
A pesar de tantas redes sociales y tantas pantallas, la lectura resiste. ¿Qué nos dan los libros que no nos dan las otras plataformas?
El libro te da una entrega total, entras dentro de una historia y ese momento tan íntimo no te lo da ninguna plataforma digital. Naturalmente que es más exigente y te pide más entrega, pero la satisfacción es más transformadora porque te llega más. Para mí la lectura es un tema de salud mental porque la paz y el equilibrio que me da sentarme, abrir un libro y entrar no me lo da nada. Cuando estás dentro, estás dentro. La gente mira el teléfono móvil mientras ve una serie pero cuando entras en un libro pierdes el mundo de vista. Y de vez en cuando es bueno perdernos de vista a nosotros mismos.