En los últimos meses he recibido un par de llamadas pidiéndome opinión sobre Barcelona para unos reportajes, y las dos veces lo he resuelto de la misma manera: “Ya no vivo en Barcelona, cuando vengo como forastero me gusta ver que se pueden hacer allí tantas cosas a cualquier hora. ¿Te parece que ha cambiado? ¡Ven a los pueblos!”.
Edgar Cantero (Barcelona, 1981) es de los pocos autores que retratan este cambio de villas y aldeas: en Gangsta major. Una aventura del Cegador de Verri, a partir del tiempo ritual de la fiesta mayor, con la misa, las sardanas, el concierto, el castillo de fuegos, la tómbola y el entoldado. En esta parrilla convencional, ha braseado la butifarra especiada de una historia policiaca en torno a las reliquias de Sant Ímul, uno de los tres santi banditi –Sant Ímul, San Oggero Anacoreta y Saint Uzén–. Buena idea: son los patrones de tres villas hermanadas: Verri, Allegria, en Italia, i Blissant-sur-Arc, en Provenza. Son ficción o, mejor dicho, coña.
Cantero toma una de las convenciones municipales –los hermanamientos más o menos fantasmagóricos con poblaciones desconocidas– y la sitúa en el centro de una trama divertida y rápida, protagonizada por el Cegador de Verri, aquel tipo desarrapado que devolvió un bote de gas lacrimógeno con una raqueta de tenis en los disturbios de Urquinaona y dejó tuerto a un policía. Este personaje ficticio protagonizó ya Radio Free Camaco (2024), una novela que en este suplemento he recomendado del derecho y del revés.
⁄ Habrá que ver si el Cegador de Verri se convertirá en protagonista de una serie o si la cosa acaba aquí
Cantero es un buen observador y un gran humorista y ha creado un personaje de detective cómico que recuerda a Celestino el Majareta de Eduardo Mendoza, en el sentido que, aunque se trata de un señor con una vida complicada (pero un padre magnífico, todo hay que decirlo: el hijo, Ari, vuelve a tener papel en este nuevo libro) habla con afectación y finura.
Para que se hagan una idea. El protagonista ha ido a buscar al cura a la parroquia de Vilomàs. El padre Ernesto León Chapultzin le cuenta cómo llegó a Catalunya y cómo vive el oficio de párroco. Dice Cantero: “Creuada la riera, assolim aquella fita llachiana en què s’obira el campanar veí”. Es una referencia a la canción de Lluís Llach País petit . La palabra obira está muy bien colocada y da risa. Yo hubiera utilizado travessar en lugar de creuar . Cantero juega al primer toque con este humor de segundo grado. Habla del benquedòmetre, una máquina de quedar bien imaginaria, de gàngers retropentinats, chorizos italianos con un diente de oro y de la mare que va quatribarrar a los que todo el rato le echan en cara que colgó una estelada del campanario.
Tiene gracia cuando retrata a Radu, un rumano que cuando llegó a Verri era del Madrid y que acaba siendo el alma de los sardanistas, cuando cuenta que la coca de Sant Ímul lleva kiwi –¿un santo del año de la nana, ¿kiwi?– o toda la coña con Sabrina, la investigadora americana que ha llegado a Catalunya con la consigna: “Fes veure que t’esforces a aprendre català i te’ls posaràs a la butxaca”.
Que la historia gire en torno al Santo Grial no es la mejor idea que ha tenido Cantero en una trayectoria muy original y llena de hallazgos luminosos. Consigue armar con eficacia una trama de buena lectura con gángsters, agentes vaticanos, drogadictos desintoxicados que terminan en una secta de bárbaros conversos y mossos d’esquadra (los espardenyers de Vallmitjana), pero el tema del Grial tiene poco tirón y acaba pesando. También aparece Bibiana Ballbè de TV3. Es muy bueno: Cantero dice que en el concierto de la cobla, Ballbè hace cara de encontrarse mentalmente en una actuación de Crystal Castles en Razzmatazz en el 2009.
Gangsta major es una novela entretenida, bien resuelta. Habrá que ver si el Cegador de Verri se convertirá en el protagonista de una serie –como pasó con los detectives de Ferran Torrent y Xavier Moret– o si la cosa acaba aquí y Cantero prefiere construir nuevas virtualidades. Talento e imaginación no le faltan.
Edgar Cantero Gangsta major Empúries 260 páginas 19,90 euros
