Un gabinete de curiosidades filosófico

ARTE

Carlos Forns reúne en su nueva exposición una serie infinita de formas vegetales y animales, algunas reales, otras imaginadas, otras posibles, en objetos y pinturas

Un gabinete de curiosidades filosófico

Carlos Forns con sus pinturas y objetos en la Sala Parés 

Àlex Garcia

Observar una idea para pintarla como quien reproduce un bodegón de manzanas. Por ejemplo, la teoría de las pirámides –la de la luz y la de la sombra– de Nicolás de Cusa, el teólogo y filósofo alemán a quien se le atribuye el paso del pensamiento medieval al Renacimiento. El pintor Carlos Forns (Madrid, 1956) contempla la oposición de los dos triángulos, que dividen el espacio en tres dimensiones: el intelecto, el mundo y la materia. 

A partir de ahí, esas ideas se plasman en figuras que “pueden aparecer en un margen o una esquinita de cualquiera de mis cuadernos de viajes”, comenta el artista. “Para mí eso es la realidad”: formas orgánicas que evocan la ilustración botánica de los grabados que colecciona, y que a la vez reflejan su interés por la ciencia y, especialmente por la filosofía. 

Admirador de Miró, le interesa el surrealismo pero no los sueños ni el mundo onírico, “porque no recuerdo lo que sueño”

En el equilibrio de los lienzos y la distribución del espacio también se delata su formación como arquitecto, “porque mi madre quería tener un hijo arquitecto”, asegura, pero “a mí me interesaba como motivo pictórico”.

Reúne una serie infinita de formas vegetales y animales –algunas reales, otras imaginadas, otras posibles– paralelamente a la creación de su propio wunderkammer o gabinete de curiosidades. Empezó cuando, de niño, descubría fósiles minúsculos entre la grava que traían para el jardín de su casa madrileña. “Me intrigaba saber cómo los caracoles eran capaces de construir el cascarón, por eso los dibujaba”. Todavía los emula. Además, la amplia colección de caracoles fue de lo poco que sobrevivió del robo y vandalismo que sufrió la casa de su abuelo.

Con sus objetos y libros a modo de  wunderkammer

Con sus objetos y libros a modo de 'wunderkammer' 

Àlex Garcia

La puerta que conducía al jardín de la casa familiar, que miraba con ansia mientras le obligaban a jugar con su hermano en el interior, fue lo que representó en el primer cuadro del que se sintió satisfecho a los diecisiete años. Desde entonces, muchas de sus exposiciones han tenido un jardín en el título.

En sus idas y venidas por las facultades intentando dilucidar qué carrera le interesaba más, hay mucho de autodidactismo, de la misma manera que considera que “en aquella época, a finales de los sesenta y en los setenta, era muy fácil aprender de todo en el quiosco de prensa”, con los cómics, los coleccionables, los cromos de arte contemporáneo y los libros de Alianza, con los que descubrió a Borges, Proust y Kafka. Como también aprendía de la revelación que suponía la naturaleza del Pirineo leridano, donde viajaba con sus padres.

Cuando por fin ingresó en Bellas Artes, ya había hecho sus dos primeras exposiciones –en 1976 en la galería Edurne de Madrid, y en el 28ème Salon de la Jeune Peinture del Musée du Luxembourg, de París, en 1977– y, aunque “me hubiese gustado aprender cosas raras en Bellas Artes”, le instaron a que se fuera a casa a seguir pintando y volviera a los exámenes finales. También solían preguntarle si pintaba con ácido, a lo que respondía que todavía sabía poco de técnicas pictóricas.

Carlos Forns: 'Festina lente lentisima', 2023

Carlos Forns: 'Festina lente lentisima', 202 3

Sala Parés

Asegura que para entonces había aprendido a pintar bien visitando mucho y observando en el Museo del Prado: “esa fue la verdadera suerte”. Sin embargo, el recuerdo más cálido es para el primer cuadro que observó con detenimiento: una puesta de sol de su bisabuelo, el pintor postimpresionista Rafael Forns y Romans: “Estaba debajo de un tubo de infrarrojos que habían colocado para calentar la casa, que en aquella época era muy moderno, y yo estudiaba debajo de ese tubo, y cuando me dolía la cabeza del calor, la levantaba y veía la puesta de sol, y me ha quedado ese recuerdo”.

Admirador de Miró, le interesa el surrealismo pero no los sueños ni el mundo onírico, “porque no recuerdo lo que sueño”. Cuando expuso por primera vez en la galería Edurne, “por un lado estaban los pintores del grupo de Cuenca, con su pintura gestual, dramática y con poco color; y por otro lado estaba la pintura política de Equipo Crónica”.

Coincidió personalmente con Luis Gordillo, cuyo uso del color le fascinó. Trabó amistad con él, y “me hubiese encantado formar parte de algún grupo”, pero “los nuevos figurativos de Madrid era un grupo muy cerrado”; aunque también se relacionó con Guillermo Pérez Villalta, Carlos Alcolea o Sigfrido Martín Begué.

A finales de los ochenta, su colaboración con la galería Gian Ferrari de Milán también supuso la entrada en Alemania, países en los que se siente más reconocido que en España. Aquí hay obra suya en colecciones como la del Reina Sofía, la Biblioteca Nacional, la Fundación Suñol o el Ayuntamiento de Sevilla. 

Cuando “aparecieron” Juan Antonio Mañas, Brigitte Szenczi y Vicenç Ferran, expuso por primera vez en Barcelona en la galería de los tres, Dos y una. Hubo más muestras en la capital catalana, la última hace casi veinte años, hasta ahora en la Sala Parés, donde ha instalado su gabinete de curiosidades con una amplia presencia de su naturalia, y sus jardines del conocimiento en busca de ese momento de “la transfiguración de la luz y la materia, cuando el mundo se nos manifiesta”.

Carlos Forns Liber Naturae Comisario: Sergio Fuentes Milà Sala Parés Barcelona www.salapares.com Hasta el 25 de octubre

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