En abril de 1975 se publicó Te deix, amor, la mar com a penyora , el primer libro de Carme Riera (Palma, 1948). Se cumplen cincuenta años y para celebrarlo y homenajear a la autora –que se encuentra bien, quejosa por la pérdida de peso de la cultura literaria, pero activa– se han organizados dos exposiciones en Palma y Edicions 62 y Alfaguara le publican un volumen de reflexiones sobre la literatura y sobre su literatura que conecta, por tono y contenido, con el volumen de memorias infantiles Temps d’innocència (2013).
Riera, lo dije hace unas semanas en las páginas de Cultura de este diario, es una escritora independiente, que ha explorado distintos registros, sin ligarse a ningún estilo en concreto. En su obra, es mucho más importante el mundo que el género o el estilo, lo que la hace perdurable. En los últimos años, los libros que ella misma llama de serie A, que requieren una larga investigación y muchas horas de estudio, conviven con libros de breve formato, escritos llanamente, aseados, asequibles para todo tipo de lectores. Los libros sobre sirenas – La veu de la sirena , La pau dels somnis feliços– o sobre el Arxiduc – Les darreres paraules – van a este grupo. Gràcies es también uno de esos libros.
⁄ La generación literaria de los 70 ya ha sufrido algunas bajas y –¡ay!– ha generado muy poca literatura memorialística
La generación literaria de los 70 ya ha sufrido algunas bajas y –¡ay!– ha generado muy poca literatura memorialística. Cuando lees los primeros capítulos de Gràcies , con la descripción de la editorial Laia –que publicó Te deix, amor, la mar com a penyora y Jo pos per testimoni les gavine s (1977), cuando explica el Sant Jordi de 75, la relación conn Aina Moll, que fue su profesora y que la decantó hacia el catalán, o el encuentro con Carmen Balcells, fue su agente literaria y que la estiraba hacia el castellano, te das cuenta de la falta que hacen testimonios directos y bien narrados.
No sé si recuerdan los libros de Laia, con las cubiertas de Enric Satué. Por abajo llevaban un zócalo, que era una balaustrada con un remate: una pilastra con una bola. Riera explica que aquel remate quería ser un puño cerrado, porque toda la gente que corría por Laia –Alfonso Carlos Comín, Josep Verdura, Ignasi Riera– eran comunistas. ¡Hala! Sin el testimonio de los que la vivieron la historia cultural es un despeñadero.
Algún otro elemento permite reconstruir la historia cultural de estos años. Por ejemplo, cuando cuenta que los editores siempre le van con prisas: sin decirlo directamente explica cómo funciona la literatura profesional. Porque, enseguida, tras los inicios cándidos, vino el éxito pirotécnico –cuarenta ediciones de Te deix, amor, la mar com a penyora– . En Gràcies viene a decir que escribe con contrato y que, como siempre se entretiene a afinar y mejorar los libros, los editores le llaman desesperados.
No sé si somos conscientes de la existencia de estos libros con contrato. Me parece que en general tenemos una idea un poco ingenua del autor que escribe, termina la novela y la lleva al editor. No quiero decir que estos libros contratados sean peores que los que se escriben a pelo, pero hay que explicar bien los distintos mecanismos que conviven en una literatura para entender cómo son las cosas.
⁄ ‘Gràcies’ tiene un tono muy logrado de encuentro con los lectores en un club de lectura
Gràcies tiene un tono muy logrado de encuentro con los lectores, en una conferencia o en un club de lectura. No es sofisticado, complicado, ni erudito. No exige que tengas muy fresca la lectura de los libros (salvo unas páginas sobre los personajes de Dins del darrer blau en el capítulo XIX). Riera invita a entrar en la cocina de sus libros. Revela la importancia de la abuela, como narradora de historias, la significación del paisaje, la inspiración mediterránea de muchas de sus obras y la fascinación por Estados Unidos –con tres estancias como profesora de Literatura Española–. Cuenta la importancia de escribir cartas para su formación literaria, una temporada que pasó enferma de niña. Da un rodeo para hablar de las mujeres que aparecen leyendo en la historia de la pintura, especialmente las que leen correspondencia.
Y dedica una parte central a examinar las relaciones entre escritura de creación y docencia universitaria. Conoce las angustias de los escritores y puede entender la reacción de Cervantes tras la aparición del Quijote de Avellaneda i elaborar una teoría sobre el viaje del Quijote a Barcelona –dice ella– fruto de uno de aquellos momentos de crisis en los que es más fácil recordar que inventar.
La relación entre biografía e invención tiene un lugar importante, a propósito de La meitat de l’ànima (2001) donde juega con la ambigüedad de una historia fabulada con un tono y unos personajes reales. Una de las –no sé si grandezas, en todo caso, una de las gracias– es que cuando nos tragamos el palangre de la literatura el autor nos lleva hacia donde quiere y a veces es difícil sustraerse de su sugestión y fácil hacernos un lío entre autor y narrador. También es muy interesante la cocina de Dins el darrer blau (1994), una novela de investigación sobre la persecución de los judíos conversos, a partir de un hilo de historias mallorquines y cubanas que le contaba su abuela.
⁄Como al querido Robert Saladrigas, le pesa el desinterés por la literatura que advierte en todas partes
Riera ha vendido muchos libros, la han reeditado y traducido a chorro. Pero como en los últimos años de su vida al querido Robert Saladrigas, le pesa el desinterés por la literatura que advierte en todas partes. Incluso en Ikea, que de tres librerías que vendía ya sólo vende una. “No sé si escribiré ninguna otra novela ni si vale la pena”. Y a continuación explica que tiene una idea para un libro (emogy de alivio).
Carme Riera Gràcies. Cinquanta anys després/Gracias. Cincuenta años después Edicions 62/Alfaguara. 168 pàg. 17, 95 euros
