La vida de (la otra) Ofelia

ANTIVIRALES

La actualidad cultural deja detalles que nunca se contagiarán en las redes, compartirlos mejora la conversación

MILLAIS-OFELIA

La 'Ofelia' de Millais, detalle 

Tate Britain

Hablando de Taylor Swift, la primera canción de su disco se titula The Life of Ophelia y el vídeo correspondiente, así como el arte del disco en sí, juegan con la iconografía del famoso cuadro que representa a Ofelia de John Everett Millais que cuelga en la Tate Britain. En los últimos años, la modelo del cuadro, Elizabeth Siddal, ha emergido, con razón, como una especie de mártir prerrafaelita. Siddal contrajo una neumonía con consecuencias que acarreó toda su vida debido a las muchas horas que pasó sumergida en una bañera de agua insuficientemente climatizada mientras posaba para el cuadro. La modelo, famosa por su larga melena cobriza, se casó con otro pintor y poeta del grupo, Dante Gabriel Rosetti. En 1864, Elizabeth murió por sobredosis de láudano, casi seguro un suicidio semiencubierto a decir de su biógrafa Jan Marsh. A modo de expiación o de ofrenda, Rosetti colocó en su tumba un manuscrito de poemas suyos que no guardaba en ningún otro lugar. Cinco años después, el poeta se arrepintió e hizo exhumar el cadáver de su mujer para recuperar los poemas, porque pretendía publicarlos. Pero estaban ya muy dañados y no pudo hacer nada con ellos. Como a las mujeres famosas por su belleza no se les deja dejar de ser bellas ni después de muertas, por Londres corrió el rumor de que, al abrir la tumba, Rosetti vio que Siddal conservaba su precioso pelo intacto. La biógrafa (y la biología) se han encargado de desmentirlo.

Portada del libro

Portada del libro 

Arcàdia

RICH CONTRA SONTAG, COMBATE INTELECTUAL

En 1974, Susan Sontag escribió uno de sus textos más famosos, Fascismo fascinante, para The New York Review of Books. Allí despedazaba a Leni Reifenstahl y, argumentaba, entre otras cosas, que las feministas eran en parte culpables del encumbramiento de la cineasta. “Les sabría mal tener que sacrificar a la única mujer que es autora de uno o dos filmes que todo el mundo reconoce y que son de primer nivel”. La escritora Adrienne Rich lo leyó, enfureció y contestó con una carta al director en la que recuerda a Sontag que las feministas han sido siempre especialmente críticas con las mujeres de éxito que se identifican con los hombres. A su vez, Sontag, le contestó con otra misiva en la que termina diciendo que el feminismo está abrazando el antiintelectualismo. Todo el conjunto es un fascinante ejercicio de teoría y mala baba, en el que ambas se expresan lo mucho que la una ha defraudado a la otra con exquisita retórica. Las tres piezas y el propio texto de Sontag sobre Riefenstahl, se pueden encontrar ahora, en el volumen que Arcàdia acaba de publicar, Sobre les dones, que recoge varios textos de Sontag sobre uno de los tres temas que –ella misma lo escribió en su diario– le obsesionó toda la vida. Los otros dos eran China y los freaks. La traducción es de Ariadna Pous y contiene un prólogo de la siempre afilada Merve Emre

“The Life of a Showgirl”

AP

UN BUEN DÍA PARA LA CRÍTICA MUSICAL

Después de unos meses en los que se ha hablado sin parar de la muerte de la crítica y de la evolución, o decadencia, para algunos, de la crítica musical –se ha hablado sobre todo entre críticos y periodistas, para qué engañarnos–, llegó un día en que las críticas circularon como material de altísimo valor digital por todas las vías. En concreto, las reseñas de The Life of a Showgirl, de Taylor Swift. Cada disco de Swift, y este en particular, implica tal magnitud en la conversación cultural que para las publicaciones, y para los periodistas que quieren agrandar su perfil, se han convertido en una oportunidad, una que se ejerce a veces con cierto nerviosismo y poca inocencia. Por ejemplo, un medio pequeño como The London Evening Standard consiguió colocar links y, peor para ellos, pantallazos por doquier, porque su reseñista musical, India Block, le dio solo una estrella sobre cinco al disco y se lo cargó sin piedad. Rolling Stone celebró la llegada del disco con un takeover, tematizando toda su portada con el disco, lo que se les afeó como una publicidad descarada, y Pitchfork dedicó una pieza separada a la canción más comentada, Actually Romantic, la que Swift ha dedicado a Charli XCX. En conjunto, fue un buen día para las cabeceras que aún publican críticas.

Rachel Cusk

Rachel Cusk

Archivo

NOMBRAR O NO NOMBRAR A TUS “PEQUEÑOS JUAN Y JUANITA”

Ya en el 2015, The New Yorker percibió que las novelas y relatos contemporáneos vivían una oleada de narradores sin nombre, que los autores se estaban desenamorando de la idea de dar un nombre de pila y un apellido a sus personajes. Cuando publicó su famosa trilogía, Rachel Cusk también dijo que “crear a tus John y Jane” era “falso y embarazoso”. Se refería, claro, no solo a la idea de dar un nombre a un personaje sino a escribir ficción con argumentos tradicionales alejada de la experiencia y la conciencia del autor, pero ahí estaba esa idea de que inventar criaturas y bautizarlas era algo infantil y demodé. En el pasada edición del FLEM, el Festival de Literatura Expandida de Magaluf, el tema surgió en una mesa redonda muy concurrida de autores españoles contemporáneos, porque estaban ahí Isaac Rosa, que llama a los dos protagonistas de su última novela, “Él” y “Ella”, y Blanca Lacasa, que nombra a los de su novela breve, El accidente, “el chico” y “la chica”. También participaba Marta Jiménez Serrano, que no puso nombre a los protagonistas del último relato de No todo el mundo. Ninguno, sin embargo, se manifestó abiertamente antinombrista, aunque Lacasa sí señaló que los nombres dan demasiada información.

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