Puede parecer que la vida de Leslie Jamison (Washington, 1983) nos resulta muy lejana: es una escritora reconocida, directora de un máster en la Universidad de Columbia, doctora por la de Yale, que vive en Nueva York, y que, tras la publicación de cada libro, pasa meses cogiendo aviones para presentarlo por todo Estados Unidos… Sin embargo, visto de cerca, lo que cuenta en Astillas nos resulta de lo más reconocible: es la vida de una mujer joven –ella misma–, que intenta conciliar el trabajo con la maternidad, afronta un difícil divorcio y cambia con frecuencia de pareja.
El acceso a la escritura de buen número de mujeres ha sido una gran noticia no solo para las mujeres, sino sobre todo para la literatura: ha ampliado su campo, introduciendo nuevos temas que o bien no existían antes (como la rivalidad profesional entre marido y mujer o el divorcio) o no se consideraban experiencias dignas de ser objeto artístico, como la relación entre madre y bebé. Jamison es una de las muchas escritoras que ponen su foco en ellos, y lo hace extraordinariamente bien.
⁄ El interés radica en el modo de narrar, combinando una gran inteligencia con una gran sinceridad
Astillas relata tres o cuatro años en la vida de su autora: del enamoramiento y rápida boda entre la treintañera Leslie y un novelista cuarentón y viudo, hasta su nueva y difícil vida como madre divorciada, que intenta seguir con su carrera literaria y busca pareja mientras cuida de su hija recién nacida.
El interés del libro radica no solo, o no tanto, en lo que narra, como en el modo en que lo hace, combinando una gran inteligencia con una sinceridad a tumba abierta. No es un libro complaciente ni triunfalista. La maternidad, por ejemplo (ese “amor diferente” del subtítulo), está descrita con mucha ternura, pero sin idealización. El tedio de la crianza, los pañales, “el olor a mierda, súbito y vegetal”, aparecen con toda naturalidad, al lado de los buenos ratos; el personaje de la niña es para mí el mejor del libro, tanto humana como literariamente.
También la conciliación (o la discordia) entre cuidado y trabajo es objeto de un fino análisis. Más allá de los tópicos (ciertos, pero superficiales) sobre los problemas de horarios o la culpa de las madres trabajadoras, Jamison analiza el desconcierto en cuanto a la identidad (“Soy una profesora. Soy un par de tetas. Soy una profesora. Soy un par de tetas”…) y los conflictos internos. Entre distintos deseos: “Lloré cuando se llevaron a mi hija recién nacida a la sala de neonatos. Pero en cuanto se la llevaron, saqué el portátil”.
Entre la abnegación y el interés propio: “Enseñaré a mi hija a dormir, no por mí, sino por ella”, dice la narradora, a lo que una amiga replica: “No pasaría nada si lo hicieras por ti”. O entre entender el cuidado como placer o como carga: “Me preguntaba si la única manera de que mis tareas cotidianas resultaran válidas a ojos de C. era describirlas como una agotadora carrera de obstáculos”.
⁄ Avanza por asociación de ideas y describe siempre con todo lujo de detalles, a menudo pintorescos
En cuanto al estilo literario, Astillas es un libro de nuestro tiempo. Pone el foco en la reflexión y el análisis; el relato está en segundo plano. Avanza por asociación de ideas, más que de modo cronológico. Describe siempre con todo lujo de detalles, a menudo pintorescos: “En las fiestas que dábamos, servíamos vasos de chupito llenos de pulpo asado y siempre acabábamos con algún poeta dormido en el armario de la ropa blanca”.
Se nota que la autora, profesora de creación literaria, aplica a rajatabla el primer mandamiento que se enseña en los talleres: “Mostrar, no explicar”. Es una buena norma: hace la narración más visual, creíble, y además entretenida. Pero no deja de ser algo un poco mecánico, un texto del que no cabe duda que es del siglo XXI, pero que no termina de tener un sello personal, al menos estilísticamente hablando. Es la única objeción que puedo hacerle a un libro, por lo demás, magnífico.
Leslie Jamison Astillas. Una historia de amor diferente Traducción de Rita da Costa. Anagrama, 312 páginas, 21,90 euros
