Sheila Heti, el sueño y la pesadilla de cualquier traductor

ANTIVIRALES

La actualidad cultural deja detalles que nunca se contagiarán en las redes, compartirlos mejora la conversación

Sheila Heti

Sheila Heti

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La autora canadiense Sheila Heti, conocida por practicar la autoficción con gestos oulipianos, escribió sus Diarios alfabéticos con un curioso procedimiento de su invención: volcó diez años de sus diarios en un Excel y le pidió al programa que los ordenara alfabéticamente, fijándose en la primera letra de cada frase. A partir de ese esqueleto, editó para dar al conjunto un ritmo y un sentido, sin añadir nada, y lo que salió fue un monólogo interior no lineal pero muy novelesco, con personajes recurrentes que nunca se llegan a presentar al lector, pero que éste acaba conociendo bien desde el punto de vista de la autora. El método repetitivo (tener por ejemplo, varias páginas de frases que empiezan por la palabra “Después”) es muy útil a la hora de revelar obsesiones. El libro presenta, como es lógico, un peculiar dolor de cabeza para sus traductores a otras lenguas. Lumen se refiere a la edición en castellano, que acaba de publicarse, como una “versión” y no como una “traducción”, a cargo de Sara Barquinero, y la autora, aquí en el papel de traductora/interventora, explica en el prólogo los criterios por los que se ha regido para respetar y a la vez traicionar fielmente la obra de Heti. En la edición de Angle Editorial, la traductora Maria Bosom explica que, una vez trasladado todo el texto a la lengua catalana, se reordenó alfabéticamente frase a frase, para mantener el juego. “Se pone de manifiesto –explica Bosom– que a lo largo de la vida nos acompañan los mismo miedos, los mismos deseos, las mismas obsesiones, los mismos sueños”.

El retrato de Kate Moss por Lucian Freud

El retrato de Kate Moss por Lucian Freud

Getty Images

MOSS, FREUD Y LOS COLMILLOS

En el 2002, una Kate Moss embarazada y en el pico de su fama posó para un Lucian Freud octogenario. Dado el historial erótico-romántico del pintor, la prensa británica, quien sabe si por puro reflejo, especuló sobre la relación que podrían estar teniendo ambos. De aquél encuentro ha salido una película, Freud & Moss, que produce la propia modelo y acaba de estrenarse en el festival de cine de Londres, con críticas tibias tirando a malas. Peter Bradshaw, de The Guardian, dijo que era un filme “sin colmillos” y Waldemar Januszczak lamentó en Air Mail (la revista/newsletter de pago que dirige Graydon Carter, ex editor de Vanity Fair) que las películas sobre artistas sean tan “temblorosas”. Aunque esta no le gustó, dice que está lejos de la “absurdamente tonta” Frida con Salma Hayek, y del Pollock, que, escribe, ni siquiera era una película sino un “charco de sudor de Ed Harris”. En la película, Ellie Bamber hace de Moss y Derek Jacobi de Freud. Da la casualidad de que Jacobi también hizo de Francis Bacon en El amor es el demonio, la película de John Maybury de 1998 que contaba la relación de Bacon con el modelo y ladrón George Dyer, que fue su amante en los sesenta y setenta.

Rosalía en la semana de la moda de París

Rosalía en la semana de la moda de París 

AFP

ROSALÍA, UNA CHICA DE BARCELONA

Por mucho que vaya a desfiles en París y grabe en Miami o en Los Ángeles, Rosalía siempre tiene un ojo y un oído puestos en Barcelona. Eso quedó claro en la entrevista que la cantante grabó con Mar Vallverdú para el podcast Radio Noia, una conversación que se grabó a finales del verano en el propio dormitorio de Vallverdú, registrada en un iPhone por la coguionista del podcast, Joana Girona y sin más presencia que otro amigo de Rosalía, sin managers, ni publicistas. Rosalía habló de la sensación de libertad que le produce bajar en moto por Joaquim Costa y de lo mucho que le gustó Del fandom al troleig. Una sàtira del bla bla bla, la obra de Berta Prieto que fue a ver a la sala Beckett con su hermana Pili, que sigue siendo una de sus principales prescriptoras culturales. Del nuevo disco, que ya se está esperando con una ansia cercana a la fiebre, no contó mucho, pero gran parte de la conversación, sobre la sed de espiritualidad, iría alineado con lo que se sabe sobre el misterioso Lux.

'Romería'

'Romería'

Archivo

SIMÓN Y RUIZ DE AZÚA SE VUELVEN A TOPAR EN LOS OSCAR

Dos de las cineastas más en forma del cine europeo, Carla Simón y Alauda Ruiz de Azúa, llevan unos años acompasadas. Las dos estrenaron Alcarràs y Cinco Lobitos el mismo año y ahora les vuelve a pasar con Romería y Los domingos. Eso es buna noticia para el espectador y quizá no tanta para ellas, que están condenadas a tropezarse en la temporada de premios. Si en el 2023 ambas toparon también con Rodrigo Sorogoyen y As bestas, que terminó llevándose casi todos los Goya –todavía no se acaba de entender cómo una película que ganó el Oso de oro, como la de Simón, no mereciese ni un premio del cine en su país– puede que este año pase algo similar con Sirat de Oliver Laxe, que es también la película española preseleccionada para los Oscars. Hay un Goya, en concreto, el de Mejor actriz revelación, que se va a poner difícil de votar para los académicos. Tanto Llúcia Garcia en Romería como Blanca Soroa en Los domingos, ambas debutantes, salen más que airosas de dos papeles dificilísimos que cargan con casi todo el peso de las películas sobre sus hombros.

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