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HISTORIA

El historiador estadounidense Robert Darnton profundiza en la gestación del estado de ánimo colectivo que hizo posible el estallido de la Revolución Francesa

A protester wearing a Yellow Vest (Gilet Jaune) reading

Revueltas populares en la Francia actual. Una manifestación de los ‘chalecos amarillos’ que recuerda a Macron la fecha de 1789 (“Macron, has perdido la cabeza. Recuerda 1789”)

THOMAS SAMSON / AFP

En la década de los ochenta vio la luz un libro que causó notable impacto y que se ha convertido en un auténtico clásico: La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa , de Robert Darnton. Desde entonces, muchos otros títulos de este autor se han añadido, componiendo una rica obra, centrada sobre todo en la historia cultural y del libro y la lectura en el siglo XVIII francés, que se cuenta entre las más interesantes de los últimos cincuenta años en el campo historiográfico. El temperamento revolucionario constituye su última aportación.

La cronología está marcada, en su término, por el estallido revolucionario de julio de 1789, mientras que el principio coincide con la conclusión de la guerra de Sucesión austriaca y el tratado de Aquisgrán, en 1748. Tuvieron lugar, en aquel tiempo, notorios acon­tecimientos: la conmemoración de distintas paces, las pugnas entre janse­nistas y jesuitas, la caída de varios gobiernos, el affaire Calas y la intervención de Voltaire, el éxito de Las bodas de Fígaro , la moda del mesmerismo, el nuevo espectáculo de los globos aerostáticos, la vida depravada del rey Luis XV –de las tres hermanas Nesle a las maîtresses en titre Pompadour y Du Barry, sin olvidar a campesinas adolescentes, la última de las cuales le contagió una viruela mortal–, los avatares de la Enciclopedia, el encarecimiento del precio del pan, los enfrentamientos entre gobierno y parlamento, la sucesión de émotions populaires , el asunto del collar de diamantes, las polémicas sobre déficit e impuestos o la convocatoria de los Estados Generales. Palabras como despotismo, rapiña, libertad, ciudadano o nación se fueron cargando de nuevos sentidos.

⁄ El París de la segunda mitad del Setecientos es considerado una primera gran sociedad de la información

Sostiene Darnton que en París, en vísperas del estallido del 14 de julio de 1789, un temperamento revolucionario estaba completamente formado. Había sido modelado en las décadas precedentes a partir de la experiencia de los acontecimientos y la acumulación de percepciones y respuestas a los mismos. Esta suerte de conciencia colectiva –o estado de ánimo–, derivada de las informaciones sobre los hechos, conforma, en su opinión, una explicación más convincente del estallido de la Revolución Francesa que aquellas que apelan al funcionamiento de la economía o a la estructura social. Asoman referentes como Émile Durkheim, Max Weber o Clifford Geertz.

Los elementos siguientes integraban dicho temperamento revolucionario: odio al despotismo, amor a la libertad y compromiso con la nación; moralidad –las lágrimas imponiéndose a la risa–, indignación por la depravación de la aristocracia y dedicación a la virtud; desencanto y desacralización de la monarquía; fe en el poder de la razón, alejamiento de la Iglesia y atracción por la Ilustración; compromiso político y resistencia a los impuestos, y, en último lugar, mas esencial, familiaridad con la violencia.

⁄ La revolución de 1789 se explicaría más por la conciencia colectiva que por la economía o la estructura social

En la base del planteamiento del historiador estadounidense hallamos un par de cuestiones decisivas. Se recupera, en primer lugar, el acontecimiento, tan vilipendiado en el siglo XX por la escuela de los Annales y el marxismo, pero sometiéndolo a una remodelación no menor: no interesa el suceso en sí, sino cómo era interpretado por la gente. Estas reacciones proporcionan indicios sobre la opinión pública. El seguimiento de los acontecimientos preparó, a fin de cuentas, para dar el salto de 1789.

En segundo lugar, el París de la segunda mitad del Setecientos es considerado una primera gran sociedad de la información –mezcla de fuentes orales, manuscritas e impresas–, en la que los modos de comunicar, a pesar de no exigir “un alto porcentaje de alfabetización para ser eficaces”, contaban con una mayoría de mujeres y sobre todo hombres que sabían leer bastante bien. Las capacidades lectoras de la población se me antojan algo sobreestimadas.

⁄ En su reconstrucción, el autor acude a cartas, diarios, gacetas... Y lugares como mercados, cafés o los jardines

Comoquiera que sea, en la reconstrucción propuesta se utilizan, en especial, correspondencias, diarios, cancioneros, gacetas y boletines informales de noticias. Y se privilegian lugares como los mercados, los cafés, los alrededores del palacio de Justicia, los bancos de los jardines o el llamado árbol de Cracovia. Los libelos circularon profusamente. La lenta formación de un clima de opinión se asemeja, escribe Darnton, al humo acumulado sobre la ciudad por miles de chimeneas. La propuesta, sugestiva, ambiciosa, erudita y narrativamente eficaz, merece ser tenida muy en cuenta y discutida. Los orígenes de la Revolución Francesa siguen siendo un fértil territorio historiográfico.

Robert Darnton El temperamento revolucionario. París, 1748-1789 Trad. De J. Ainaud. Taurus. 630 págs. 39,90 euros

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