Bellos, raros y disidentes

ARTE

La contribución de los artistas queer a las vanguardias del siglo XX ha quedado marginada del canon artístico. Una exposición en Alemania desvela esta historia alternativa

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Gluck: 'Lunes festivo',1937 (detalle) 

 

El peso o la significación de los artistas queer en la modernidad del siglo XX ha constituido un episodio de marginación y olvido en el censo artístico-histórico. Frente a esta “amnesia crítica” en las últimas décadas, paralelo a la reivindicación del término queer como denominación más inclusiva para personas de diferentes sexualidades e identidades de género, la oferta expositiva se ha ido abriendo a propuestas que buceaban en esos años, las décadas de los años 20 y 30, desde sus márgenes silenciados.

La exposición Modernismo Queer. 1900-1950 que presenta el espacio Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Dusseldorf profundiza en esa historia alternativa focalizada en la primera mitad del siglo XX con sus luces y sus sombras devolviendo el protagonismo a un colectivo de creadores queer que exploraron temas como el deseo, el género, la sexualidad o la propia visibilidad como argumentos de su obra. 

Lotte Laserstein: 'Yo y mi modelo', 1929

Lotte Laserstein: 'Yo y mi modelo', 1929 

 

“La exposición narra una historia alternativa y multifacética de la modernidad”, señala la comisaria Anke Kempkes. “Revela que, junto a las vanguardias más conocidas, existía un amplio espectro de formas de expresión poco convencionales, innovadoras e independientes”. “El modernismo queer no denota un único movimiento, sino más bien una diversidad de estilos, temas y actitudes que amplían, dentro de su complejidad, nuestra comprensión del arte moderno”.

Desde diferentes ángulos temáticos y expresivos Modernismo Queer desvela una red internacional de artistas, homosexuales y lesbianas que desde finales del siglo XIX comenzaron a abordar temas hasta entonces tabúes o invisibles. “El objetivo de la exposición –señala Anke Kempkes– no es tanto revelar la orientación sexual de los diferentes artistas, sino explorar las estrategias visuales que dieron forma a identidades, deseos y formas de vida no conformistas, a menudo en una época en la que tales representaciones corrían el riesgo de ser excluidas, censuradas y perseguidas”.

⁄ Paradójicamente, muchos de estos artistas que habían contribuido a ensanchar los horizontes de las vanguardias serían relegados posteriormente

Pintores como el alemán Ludwig von Hofmann con sus idílicos desnudos masculinos o el británico Glyn Warren Philpot y sus vigorosos retratos de amigos y amantes reunidos junto a otros artistas en el apartado La Arcadia Moderna hacen uso de la naturaleza y la mitología como forma encubierta para sus expresiones homoeróticas. 

Para el historiador y crítico Juan Vicente Aliaga, “los impedimentos, el miedo a ser señalado, el temor a ser excluido o incluso encarcelado en países como Inglaterra o Alemania no impidió sin embargo que algunos artistas, hombres y mujeres, que hablaban del deseo homoerótico y lésbico lo expresaran de alguna forma”.

Entre las secciones de la exposición destaca el capítulo dedicado a una serie de creadoras lesbianas que formaron parte de los movimientos vanguardistas de los años veinte y treinta, dadaísmo, surrealismo, formándose en el espíritu libertario y creativo del Berlín de la República de Weimar. Artistas como las alemanas Jeanne Mammen y Hannah Göch o la holandesa Til Brugman verían como su obra pasaba a la clandestinidad y el silencio, acusada de “arte degenerado” con el advenimiento del régimen nazi.

Ludwig von Hofmann: 'La fuente', 1913

Ludwig von Hofmann: 'La fuente', 1913 

Stephan Bösch

Un caso especial es el de la pareja de creadoras formada por la fotógrafa Claude Cahun y su compañera sentimental Marcel Moore, refugiadas durante la Segunda Guerra Mundial en la isla británica de Jersey, frente a las costas francesas. Con la invasión de la isla por el ejército alemán organizaron su propia resistencia antinazi repartiendo panfletos antimilitares que llevaron de cabeza a las autoridades alemanas de la isla.

Descubiertas y condenadas a muerte la liberación de la isla por las tropas británicas en 1945 evitó su ejecución. Claude Cahun      –su verdadero nombre era Lucy Schwob– haría bandera de una androginia militante que marcará su vida personal y artística y hoy celebrada como creadora pionera LGBTQ.

Inventarienr: MOM 604 
Konstnärens namn: Nils von Dardel 
Titel: Den döende dandyn 
Datum: 1918

Nils Darden: 'El dandi moribundo', 1918 

 

“La mayoría de los artistas inconformes sexualmente hablando sufrieron los embates de la censura y de alguna manera, se autolimitaron, manteniendo en privado su obra, en círculos minoritarios y elitistas en donde se sentían protegidos”, señala Juan Vicente Aliaga. A pesar de la autocensura ejemplos como el de Jean Cocteau o la pintora italoargentina Leonor Fini en medio de la oleada surrealista de los años treinta sobresalen en la escena cultural de esos años. 

Artífices de escenarios e identidades hibridas que suponían un desafío a las convenciones morales y sociales de su época. “Fueron sobre todo las mujeres y los artistas queer quienes ampliaron y revitalizaron el surrealismo, introduciendo nuevas visiones que desafiaban y trascendían las representaciones normativas del género y la sexualidad”, señala la comisaria Anke Kempkes.

Gluck: 'Lunes festivo', 1937

Gluck: 'Lunes festivo', 1937 

 

“Algunos de los artistas de esta exposición se comprometieron críticamente con la abstracción, el surrealismo o la Nueva Objetividad, mientras que otros crearon formas híbridas que subvertían deliberadamente los límites estilísticos, a menudo dogmáticos, de la vanguardia”. 

“Puede resultar sorprendente que la exposición proponga lecturas queer de la abstracción, mientras que Mondrian basó su neoplasticismo en un orden binario de elementos masculinos y femeninos, sus clásicas líneas verticales y horizontales, una artista como Marlow Moss que adoptó un nombre neutro en cuanto a género, introdujo la doble línea como elemento que expresa igualdad y equivalencia”.

Paradójicamente muchos de estos artistas que habían contribuido a ensanchar los horizontes de las vanguardias, serían relegados posteriormente. “Sus elecciones estilísticas, a menudo híbridas, independientes y, en ocasiones, contramodernas, contribuyeron a su reconocimiento marginal dentro de las narrativas centrales de la vanguardia”, subraya Kempkes. 

“Esta variedad promiscua de estilos no dogmáticos, excéntricos y neorrománticos también llevó a la crítica de arte de la posguerra, dominada por el formalismo y a menudo impregnada de homofobia, a declarar obsoletos a muchos de ellos y excluirlos del canon del modernismo”, concluye.

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